Entrevista con Mariana Luzzi y Ariel Wilkis

“El dólar en Argentina es también un actor político de importancia”

“El mercado cambiario funciona como una institución política, es una arena de la discusión política”, dicen los autores del libro “El dólar. Historia de una moneda argentina”.

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Historia y presente de una relación signada por factores económicos y psicológicos.

Foto: Luis Cetraro

 

Gabriel Rossini

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“Nuestra historia trata de cómo el dólar empezó a ocupar lugares cada vez más significativos en la economía, pero también en la política y la cultura argentina. Contamos cómo fue colándose en la vida cotidiana” explican Mariana Luzzi y Ariel Wilkis, quienes cuentan los distintos hechos políticos y económicos que impulsaron la popularización del dólar en la vida cotidiana de los argentinos.

—¿Cuándo empezó la relación de los argentinos con el dólar?

ML: —A finales de la década del 50, con el lanzamiento por parte de (el presidente Arturo) Frondizi del Plan de Estabilización, un programa de reformas económicas que tenía por objetivo el control de la inflación, pero que iba mucho más allá de ello e incluía el primer gran acuerdo con el FMI, la modificación de la Ley de Inversiones Extranjeras y una devaluación muy fuerte. Es la primera vez que la discusión de la modificación en la regulación del mercado cambiario y en el valor de la divisa es un asunto que interesa no sólo a las elites económicas y al mundo de los profesionales de la economía, sino que es tema de la calle. Y eso se refleja en coberturas periodísticas.

—El libro muestra que la relación de los argentinos con el dólar está muy vinculada con el control de cambios, que se implementa por primera vez en 1931. En los fundamentos del decreto se dice que se establece “hasta que el factor económico discipline al psicológico”. ¿Cómo era ese vínculo?

AW: —Para nosotros fue una sorpresa. En la historia que reconstruimos, el factor psicológico está siempre presente como una hipótesis política de interpretación para justificar una política monetaria o de regulación cambiaria. En todas las coyunturas no bastaba con apelar a indicadores objetivos, sino también a algún tipo de interpretación referida a alguna perturbación psicológica que, para poder contrarrestarla, había que tomar medidas que eran siempre “transitorias”.

—Antes del plan de estabilización de Frondizi está Perón preguntando quién ha visto alguna vez un dólar...

ML: —Ahí hay una discusión en torno de dos cuestiones. El manejo del Banco Central y la política económica y monetaria del peronismo por un lado y la escasez de divisas despuntando una vez más por el otro. Lo que está en discusión son los controles de importaciones, Perón diciendo “vamos a permitir solamente las de aquellos bienes que sean de primera necesidad o estén directamente vinculados con la industria”. En un acto con obreros de la Unión Ladrillera es donde dice “¿Quién ha visto un dólar? ¿A quién le importa? Sólo a aquellos que están especulando con las divisas, a aquellos que se lamentan porque no pueden comprar whisky, medias de seda, o productos suntuarios”. Es interesante lo que pasa con esta frase a lo largo de esta historia, porque fue muchas veces citada para decir cosas que no eran necesariamente las que estaban en discusión a fines de los 40.

—Con el plan de estabilización de Frondizi ingresa un nuevo jugador a la discusión, que son los medios de comunicación.

AW: —El Plan de Estabilización implica la primera liberalización desde 1931 y junto con una fuerte devaluación más 13 días de feriado cambiario, es lo que genera una gran atención. Mucha gente compra dólares en la city porteña. Eso llama la atención de los medios que lo empiezan a contar de una manera más o menos novedosa. También empieza a coagularse un nuevo estilo de narración sobre lo que pasa en la economía que contiene una crónica de la situación del mercado cambiario, de quiénes son los que van a comprar, quiénes las personas que se asoman a las pizarras, y que en conjunto permiten construir lo que sucede allí como un gran síntoma de la vida económica y luego política de la sociedad argentina.

—¿Por qué en 1959 la gente quería comprar dólares y no otra cosa?

ML: —Lo que marcamos es que en esa efervescencia que la prensa detecta y describe no solamente hay compradores de dólares. Ese público que se agolpa frente a las casas de cambio, que tapiza la calle San Martín al extremo de que no pueden circular los autos, está hecho sobre todo de curiosos. Lo que empieza a consolidarse es la cotización del dólar como una cifra importante a seguir, porque está diciendo algo de lo que pasa en la economía. El dólar se populariza de esta manera, mucho antes de entrar en los repertorios financieros de los hogares argentinos. Está presente como una información relevante para evaluar qué pasa con la economía y con la política.

—¿Cuánto contribuyeron los gobiernos de la década del 60 en su popularización?

AW: —En esa década, los estrangulamientos de la economía argentina empezaron a hacerse más regulares, hay muchas microdevaluaciones. El dólar empieza a ocupar lugares y espacios de manera mucho mas regular, ya sea en el humor televisivo, en el gráfico, se convierte en un ícono de la publicidad, empieza a ser un artefacto de interpretación de la economía en un sentido más amplio. En la década del 60 empiezan a consolidarse muchos usos y significados del dólar que en las décadas posteriores se generalizarán y excederán a los de una moneda del comercio exterior.

—¿Es por entonces cuando la gente empieza a usarlo como refugio de valor?

ML: —Aún no está instalada la idea del dólar como instrumento que sirve para compensar la pérdida de valor de los ingresos. Eso va a aparecer en los primeros años de los 70 y se va a consolidar con el Rodrigazo. La idea de que el asalariado recurre a la compra de dólares, aunque sea por pocos montos, como una estrategia para estirar sus ingresos, no es una idea de la década del 60. Sí es una idea de la década del 60 las múltiples formas de especulación, y entonces aparecen las figuras del “especulador hormiga”, del “economista de bolsillo” como los va llamando la prensa. Personas que no son grandes jugadores, sino profesionales o pequeños empresarios que empiezan a ver una fuente de ganancias con la especulación en el mercado cambiario.

—El dólar jugó un rol muy importante en la campaña electoral de 1973.

AW: —Es bueno remarcar que el significado del uso del dólar como inversión es previo al del dólar como refugio.

—Por entonces aparecen los primeros avisos publicitarios, ofreciendo propiedades en dólares y se especulaba con la compraventa de pasajes aéreos.

AW: —En 1973/74 había control de cambios, con un dólar turista al que si accedías y lo revendías en el paralelo te pagabas una semana de viaje. No tenía que ver con el refugio.

ML: —Lo que tratamos de mostrar en el libro es que este mundo de no expertos puede empezar a operar en el mercado de cambios en épocas de altísima inflación, porque la información sobre el dólar fue aprendida antes, que las cotizaciones que publicaban los diarios querían decir algo. Y parte de lo que muestra la publicidad de los 60 es eso. Los primeros avisos vinculados al sector inmobiliario no hablan de comprar un terreno en dólares, sino que enseñan un cálculo posible: cómo ir comprando un terreno en cuotas, porque de esa manera va a tener un bien que siempre va a preservar el valor antes que tener el dinero en el banco o en el colchón.

—Antes de empezar a leer el libro tenía la idea de que la vinculación entre el dólar y los argentinos había empezado con el Rodrigazo.

ML: —Hay un cierto consenso que establecía como fecha de inicio de la relación con el dólar a un período que va del Rodrigazo a Martínez de Hoz. La gran devaluación de 1975 y la apertura y desregulación de todos los mercados -fundamentalmente la reforma financiera de 1977- hacen un combo de megadevaluación, inflación y desregulación de los mercados, que generan las condiciones para que haya cada vez grupos sociales más grandes que vayan al dólar. Son momentos de fuerte intensificación, lo mismo que 1989. En cada uno de esos momentos, se incorpora una capa nueva a ese conjunto de prácticas.

AW: —Para el año 1975 el dólar ya era un recurso que parte de la sociedad argentina podía interpretar. No es que el Rodrigazo disparó a las clases medias urbanas a la compra de dólares, sino que ya estaba instalado como un recurso posible para esos sectores, se sabía cómo usarlo, qué significaba. En el libro tomamos una crónica de Marcelo Diamant publicada en el diario La Opinión -de Jacobo Timerman- sobre el Rodrigazo, que lleva como título “Siete millones de economistas habitan la ciudad de Buenos Aires”. Y eso es un proceso que por lo menos tenía tres décadas.

—Y que se intensifica en los 80, que terminan con la hiperinflación.

ML: —La hiperinflación es el otro gran momento en el cual hay algo que sucede muy fuerte en el orden de la intensificación. El primer semestre de 1989 muestra que el dólar está en todos lados. Cada vez más precios de la economía están nominados en dólares, cada vez la atención en el dólar implica más significados y sobre todo pasa a ser muy evidente que la cotización del dólar sirve de clave de interpretación para anticipar y entender qué va a pasar con la economía y con la política. Esa articulación entre proceso electoral y movimientos cambiarios se sella muy claramente en 1989 y después se va a repetir en cada proceso.

—¿Cómo vivieron los argentinos la convertibilidad?

AW: —Tiene algo paradójico. En términos de la conversación pública la convertibilidad hizo que el dólar desaparezca o se corra del lugar. La estabilidad cambiaria le sacó atención a un mercado que estaba todo el tiempo fluctuando. Ahora, a nivel de las prácticas financieras de los individuos, de los hogares, la convertibilidad llevó a la generalización y la expansión del dólar al institucional.

—La economía argentina se convirtió en bimonetaria.

AW: —Ya lo era en décadas anteriores. Lo que ocurrió fue una formalización e institucionalización del uso del dólar con características cotidianas y ordinarias.

ML: —Y de hecho eso es lo que se proponían los impulsores de la convertibilidad. Era menos crear algo nuevo que legalizarlo, dándole un orden específico a algo que ya existía. Lo que trae la convertibilidad son dos novedades: la primera es que se trata menos de disciplinar a los agentes económicos que al Estado. Y por otro lado es llevar ese uso cotidiano y esa referencia del dólar al interior del sistema financiero. Lo que va a pasar a lo largo de la convertibilidad es que cada vez que crujía el sistema por factores externos o internos, contra lo que se va a correr ya no es el mercado cambiario sino el sistema bancario. En el proceso electoral de 1995 hay retiro de depósitos, que son en dólares, y de hecho la reestructuración del sistema financiero post tequila crea uno con más concentración, con entidades más grandes y con un peso mayor del capital extranjero.

—¿La dolarización de los depósitos fue un bálsamo después de dos hiperinflaciones?

ML: —El bálsamo fue más el control de la inflación que el del mercado de cambios.

AW: —Lo de 1989 para la clase política fue un aprendizaje por lo que pasó con Alfonsín. Poder controlar el mercado cambiario es también un principio de supervivencia. Gobiernos militares y democráticos, peronistas o no peronistas, se enfrentaron a la necesidad de sacarle centralidad al dólar de la economía, pero sobre todo de la política. Porque el dólar se ha convertido en una variable que le coloca muchas restricciones y muchos desafíos a la acción política.

—Ustedes concluyen en el libro en que el dólar en Argentina es una moneda, pero también un actor político importante.

ML: —El mercado cambiario funciona como una institución política, es una arena de la discusión política.

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“La fiesta del dólar”, montada por Marta Minujín en 1981.

Foto: Luis Cetraro

Corralito y cepo cambiario

—¿El corralito y el cepo cambiario también son nuevas capas de esta discusión?

ML: —La reacción al cepo es muy difícil de entender sin el 2002. La salida de la convertibilidad y los conflictos en torno de los depósitos y los créditos que se estableció esos primeros meses, y que después van a continuar por la vía de los amparos, inauguran algo que hasta ese momento no había sucedido que es la posibilidad de formular un reclamo de derechos en torno del dólar. Lo que surge a partir de 2012, desde el momento en que se cierra el grifo del dólar ahorro son las protestas. Sería incorrecto decir que esos cacerolazos son por el cepo al dólar pero encuentran en el cepo un argumento que de alguna manera condensa un conjunto de críticas hacia el gobierno de Cristina.

—Por entonces escuché a una señora decir por televisión que comprar dólares era un derecho humano.

ML: —Esa es la figura más extrema. La otra cosa interesante sobre el cepo es que la regulación del mercado de cambios y el control de capitales aparecía como algo excepcional cuando desde 1931 son mucho más los años con mercados de cambio regulados que libres. ¿Cómo puede ser que fuera pensado como algo tan extraordinario lo que en realidad lejos de ser la excepción fue la regla la mayor parte del tiempo? Ahí hay otra herencia de la convertibilidad.

—A cualquier argentino de edad adulta le preguntás las cuatro o cinco frases que más recuerda de la vida pública argentina y la mayoría están relacionadas con el dólar: “El que apuesta al dólar pierde”, “El que depositó dólares recibirá dólares” “¿Quién ha visto un dólar?”. El vínculo psicológico del que se hablaba en 1931 lejos de superarse se profundizó.

ML: —Cuando uno reconstruye quiénes dijeron esas frases, tenés a Perón, Sigaut, Duhalde. Es claramente transversal.

AW: —Y ganó en creatividad discursiva. Todo eso reafirma mucho más la hipótesis política de nuestra interpretación. Actores políticos de talla gigante enuncian una frase que al poco tiempo fracasa, porque se tropieza con una realidad que la desmiente.

—En las últimas campañas electorales el dólar fue un tema central . ¿Alguna vez la política le va a poder ganar la batalla?

AW: —La vocación de nuestro libro es contar una historia que da cuenta de que si el dólar tiene tal centralidad en la política argentina es porque es parte de un proceso sociohistórico. Y como todo proceso sociohistórico, susceptible de ser transformado. No es fruto de nuestra psicología, nuestro ADN, ni de ningún otro mito fundacional deformado de la argentinidad. Es posible imaginarlo, pero a condición de entender que es un proceso de largo plazo. Nuestra historia cuenta cómo una moneda extranjera que se comercia en el mercado cambiario lo desborda, inunda la cultura, la vida cotidiana, muchos aspectos muy heterogéneos de la vida colectiva. El proceso de desdolarización también implica abordarlo de manera integral y no sólo como una política de regulación cambiaria o monetaria.

—Además de estas cuestiones culturales, también generó en la sociedad argentina una destreza casi infinita para llevar a cabo transacciones en la economía real.

—La historia de la popularización del dólar es la de un aprendizaje pero también del desarrollo de enormes habilidades. Por eso es tan difícil pensar en abandonarlo. Cuando adquirís un conjunto de habilidades que te permiten ganar márgenes de maniobras ¿por qué renunciarías a eso? Eso no quiere decir que sea imposible superar ese horizonte, pero hay que ser consciente de por dónde pasan las dificultades.