Por narcotráfico

Procesaron a la “Curandera” y a su marido

  • Ambos seguirán en prisión, acusados de liderar una organización criminal dedicada a la distribución y venta de cocaína. Otros seis sujetos, presuntamente miembros de la banda, quedaron en la misma situación.

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La “Mae” umbanda, presunta líder de la banda narco, alquilaba una costosa mansión en el barrio de Guadalupe.

 

Joaquín Fidalgo

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La Justicia Federal procesó esta semana a ocho personas, acusadas de conformar una organización delictiva dedicada al almacenamiento, distribución y comercialización de estupefacientes. Aparentemente, la banda tenía su centro de operaciones en la ciudad de Santa Fe, pero sus ramificaciones llegaban a otras provincias como Córdoba y Buenos Aires. La resolución fue firmada por el juez Reinaldo Rodríguez, quien además dispuso que todos los involucrados permanezcan en prisión preventiva.

La presunta jefa es una mujer llamada Vanesa Marcela Saravia, quien tiene 34 años y es conocida como “La Curandera”. Ella era también la referente “espiritual” (Mae) de un templo umbanda ubicado en calle San Jerónimo al 7800, en barrio Transporte.

Los demás procesados son su esposo, Martín Alejandro Albaristo (también habría ejercido el liderazgo), un vendedor ambulante de 38 años; Álvaro Nicolás Juriol, joven limpiavidrios de 27; Andrés Ángel Emanuel Aguilo, un “músico religioso” de 28 años apodado “Tamboreiro”; Germán Héctor Doganieri, sargento policial de 43 años; Kevin Leonardo Arce, albañil de 26; Guillermo Omar Paz, tejedor de máquinas textiles de 55 años; y Leonardo Javier Rivero, un changarín y remisero de 22.

Inteligencia

La investigación está a cargo del fiscal federal Jorge Gustavo Onel. Su intervención comenzó a mediados de agosto de este año, cuando llegaron distintas denuncias anónimas a la Unidad Investigativa Antinarcóticos, Región Centro, dependiente de la Dirección de Narcocriminalidad de la Policía de Investigaciones de Santa Fe.

Los testimonios eran coincidentes y creíbles, por lo que Onel encomendó una serie de tareas a esa fuerza.

Entre otras medidas, se ordenó la intervención de los teléfonos de los sospechosos, algo que no arrojó mayores resultados. Los elementos más reveladores fueron obtenidos a través de tareas de vigilancia (se instalaron cámaras en distintos puntos de la ciudad) y seguimientos.

Así, los investigadores pudieron observar cómo los presuntos narcos se movían constantemente en vehículos de alta gama (Mini Cooper, Jeep Patriot y Ford Ranger, entre otros) y llevaban pesados bultos (bolsas y cajas) de un domicilio a otro de la capital provincial. Los movimientos sospechosos también incluyeron misteriosos viajes en colectivo de larga distancia a Córdoba y Rosario, entre otros destinos.

También pudo determinarse que “La Curandera” contaría con un gran patrimonio, el cual se habría incrementado significativamente en un lapso muy corto de tiempo. Los autos y camionetas estaban a nombre de terceros, pero eran utilizados por los acusados de manera aleatoria. Además, la mujer abonaba un costoso alquiler por una mansión en el barrio de Guadalupe, en calle Echagüe al 6900, donde finalmente fue arrestada junto a varios de los ahora procesados, durante los allanamientos del 7 de noviembre.

Procedimiento

El megaoperativo culminó además con el secuestro de 147 kilogramos de cocaína, 300 mil pesos, más de 100 mil dólares y una prensa hidráulica que aparentemente era utilizada para compactar la sustancia prohibida.

Los estupefacientes y los billetes fueron hallados dentro de dos costosos vehículos, en un garaje de calle Los Ceibos al 10400.

Durante los allanamientos, también fueron incautadas decenas de teléfonos celulares. Estos aparatos están siendo peritados por especialistas para tratar de obtener la mayor información posible.

Versiones

En las audiencias ante el juez, Vanesa Saravia se abstuvo de declarar.

Martín Albaristo, por su parte, manifestó que era “totalmente ajeno a todo esto. Yo estoy separado desde hace tres meses y lo único que me liga a mi esposa son mis hijos. Me dedico al trabajo de jornalero”.

Ángel Emanuel Aguilo dio su versión e indicó que viene a Santa Fe, desde “hace mucho tiempo. Yo soy tamborero. Toco en los rituales. Trabajo de esto y aparte traigo animales de la provincia de Buenos Aires. Vendo velas, velones, imágenes, hago remeras. Me manejo así con la religión, me rebusco la vida. Yo estaba en el templo que allanaron porque me quedo ahí el tiempo que vengo a tocar el tambor a la ciudad. Vengo los días lunes o martes, toco el tambor toda la semana y luego me voy a Buenos Aires el fin de semana”.

En tanto, el policía Germán Héctor Doganieri aseguró que conoce a Vanesa porque le vendió una casa y pasaba todos los meses para cobrar las cuotas.

Luego, Kevin Leonardo Arce hizo uso de su derecho a declarar y expresó: “Quiero decir que yo voy al templo porque me voy a curar la pierna. Tuve un problema en la pierna y hace tres días que estoy ahí. Ese día que se hizo el allanamiento iban a hacer un ritual”.

Posteriormente, Guillermo Omar Paz señaló que él trabajaba con Aguiló en el templo. “Hacemos música y venimos cuando nos requieren. A veces nos vamos a otros lugares. También nos piden que traigamos imágenes, velas. Ese es mi trabajo actual. Yo desconozco totalmente el otro tema.

Por último, Leonardo Javier Rivero se defendió: “Yo, primero y principal, quiero que deje constancia que no conozco a ninguna de las personas que se mencionan. Yo soy consumidor. Eso puede ser que sea lo que Ud. me habla. Sinceramente, si yo estaría involucrado con la cantidad de autos que se me menciona, no estaría en las condiciones en que vivo. No tengo baño, ni piso, ni agua en mi casa. (...) Me cago de hambre”.