Barrio La Loma

“Narcos se quieren quedar con mi casa”

Una mujer de 62 años asegura que ella y su hijo viven acosados por una violenta familia. “Hace tiempo que hago denuncias. Me dieron un botón antipánico, pero estamos desamparados”, afirmó.

23-01-DSC_0614.jpg

“Yo viví de la cirujeada, comí de la basura. Pasé hambre y frío. No me avergüenza decirlo, porque nunca vendí droga ni cometí delitos”, dijo Nidia Echagüe. Foto: Luis Cetraro

 

Redacción de El Litoral

[email protected]

“Llegué a Santa Fe en el año 82. Mi marido me pegaba. Yo tenía dos hijos chicos, de 5 y 7 años. Me cansé de los maltratos y me vine desde mi provincia, Chubut. Dejé casa, auto, todo. Estuve viajando cuatro días sin comer y sin tomar agua”, recordó Nidia Gladys Guadalupe Echagüe, una vecina de barrio La Loma de 62 años que todavía no tiene paz.

“Al arribar, en la iglesia, conocí al padre (Atilio) Rosso y él me consiguió un rancho en pasaje Zeballos al 6000, en el Cuarto Pasaje. Me hicieron una pieza para mí y otra para mi hijo, por el Movimiento de Los Sin Techo. Después le pagamos todo al Banco Hipotecario. Arranqué de la nada. Este es un barrio ciruja, pero a mí me dio la oportunidad de criar a mis hijos, que pudieron ir a la escuela. Yo viví de la cirujeada, comí de la basura. Pasé hambre y frío. No me avergüenza decirlo, porque nunca vendí droga ni cometí delitos”, dijo la mujer.

Nidia asegura que los problemas comenzaron en su barrio cuando “entraron los narcos”. “Algunos son prestamistas. Te dan plata y después te sacan todo. Ya quitaron siete viviendas en esas cuadras. Después traen gente de afuera, no sé de dónde. Me cascotean la casa todo el tiempo, me destrozaron el techo, que se llueve todo ahora. Me han saqueado, me robaron la cocina, la heladera, todo... Anoche (por el jueves), le gatillaron a mi hijo. Afortunadamente no salieron las balas. Era como la 1 y llamamos al monitoreo. Al rato pasa la policía, pero corriendo carrera por el asfaltito que tenemos. No paran nunca a preguntar. A mí me rompieron la cabeza, me han matado gatos y también perros. El malandra que vive en La Loma no molesta en el barrio, pero los que vienen de afuera no tienen respeto por nada. Te insultan, te atacan”, manifestó.

“Tienen el capricho -agregó- de que tengo que irme de mi casa. Me gritan a diario que agarre mis ‘pilchitas’ y me vaya ‘a la mierda’. Si fuera más joven me iría, pero ya no puedo. Tengo que ponerme una prótesis en mi rodilla, ando renga de un lado para el otro. El 14 de noviembre vine a hacer una denuncia a Asuntos Internos, porque en la comisaría no me ayudan, y al regresar me estaban esperando en la puerta. No me dejaban pasar. Me tuve que pelear. Nos trenzamos. Me tuve que revolcar como los perros, a puñetes y patadas”.