Aparecen junto al río

Atacada por moscas negras en la isla

Un paseo en la naturaleza puede terminar con una rauda huida, ronchas, ardor y lastimaduras.

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Ronchas. Una mujer que visitó la zona de islas, en Arroyo Leyes, fue víctima estos días del ataque de las mosquitas.

Foto: Gentileza.

 

Redacción de El Litoral

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Una pareja que decidió disfrutar el sábado en contacto con la naturaleza en un banquito de arena de la zona, debió escapar del lugar al rato de haber arribado. Es que el plan que parecía perfecto se tornó una pesadilla. Ni bien llegaron a bordo de una lancha a un claro en la isla y se disponían a disfrutar de una tarde de mates, empezaron a sentir picaduras de insectos en sus piernas. Al rato, las picaduras se tornaron insoportables, pero lo peor vendría después.

De vuelta en la ciudad, ya lejos de la “naturaleza perfecta”, ella comenzó a sentir un intenso ardor en sus piernas, y algunas de las ronchas producto de las picaduras se transformaron en ampollas, las que luego se reventaron y le provocaron lastimaduras.

La joven no supo distinguir con exactitud qué fue lo que le picó. “Estoy segura de que no fueron mosquitos”, dijo Carla, “eran como una especie de mosquitas negras”, describió.

Barigüí, jején, o mosca negra son distintas formas de llamar a diferentes especies de simúlidos que habitan esta zona. También hay tábanos, bichos colorados, ácaros en general y otro sinnúmero de insectos y arácnidos que “pueden estar esperándonos al acecho para terminar con nuestro día de disfrute”, aportó Mariana Maglianese, a cargo de Control de Vectores de la provincia, área que depende de la Dirección y Promoción de la Salud.

Y justamente eso fue lo que le ocurrió a esta joven, que debió realizarse curaciones durante una semana para sanar las heridas producto de las picaduras. La particularidad de la mosquita negra es que, a diferencia del mosquito que es de hábito nocturno, ésta ataca en horario diurno, cerca de los cursos de agua, donde se reproduce.

Dengue

Cabe alertar, por otra parte, que también hay que tener precaución por la picadura de mosquitos. Además de evitar pasar un mal momento, los mosquitos (el Aedes aegypti) pueden transmitir enfermedades como el dengue, zika o chikungunya.

Con las altas temperaturas, a esta altura del año, hay presencia del mosquito Aedes aegypti. Por ello, es fundamental el descacharro y la limpieza de los patios para retirar la posibilidad de que el mosquito se críe. Alertar sobre la enfermedad del dengue es clave en la ciudad, ya que desde enero hasta finales de junio se registraron 369 casos en la capital santafesina, una cifra histórica y preocupante.

Bichos de la isla

Mariana Maglianese

Cuando estamos cómodos en nuestra casa, en cualquier ciudad de nuestra provincia, sabemos de la existencia de algunos bichos que pueden resultar molestos al picarnos y sacarnos de esa mansedumbre, de ese disfrute de un día de descanso y sosiego. ¿En qué pensamos ante este escenario? Los mosquitos nuestros de cada día.

En ciertos casos y ante el descuido de nuestras mascotas, el arremetimiento de estos bichos saltarines que apenas podemos distinguir, luego de haber sido atacados de improviso. Sí, pulgas de perro, de gato, una que otra garrapata desubicada que nada tiene que hacer sobre nuestra humanidad.

Pero, ¿qué ocurre cuando vamos a descargar nuestro estrés a la isla? ¡Conectarse con la naturaleza! ¡Vivir al menos unos días en armonía con el ambiente! ¡Encontrarse con el Yo interior! Aunque no siempre se logran estos objetivos si no tenemos en cuenta que la isla, como muchos sitios naturales, agrestes, indomables, cargan con una intrincada variedad de bichos que nuestra esencia ciudadana no logra registrar de ninguna manera.

¿Existen otras especies que aquellas que vemos en la ciudad, habitualmente? Y, sí. Barigüí, jején, mosca negra (formas de llamar a diferentes especies de simúlidos), tábanos, bichos colorados, ácaros en general y otro sinnúmero de insectos y arácnidos pueden estar esperándonos al acecho para terminar con nuestro día de disfrute.

Hay quienes nunca estuvieron sometidos a las voraces picaduras de estos bichos y piensan que se trata de una gran invasión de la fauna, producto del calentamiento global, el efecto invernadero, la globalización o el alza del dólar. Sin dudas la falta de experiencia en estos lares hace que los vacacionantes poco experimentados imaginen una batahola de teorías de lo más absurdas que poco cuajan con la realidad. Sin embargo, estos bichos siempre han estado allí, a la espera de una oportunidad para pasar al estrellato tras picar vorazmente a sus poco experimentados visitantes.

No busquemos justificación al desconocimiento y no nos arriesguemos a pasar unas jornadas tortuosas, tras incontables picaduras que pueden no sólo enturbiar esos momentos tan preciados para la recuperación de nuestras ajetreadas vidas, sino también tener que recurrir a un profesional para restaurar el estado de salud ante la irritación, inflamación, infecciones locales.

El uso de repelente resulta una solución práctica para tornar el sano esparcimiento en una realidad tangible, aunque no todos estos bichos se doblegan ante esta barrera química. Y si dudamos sobre la capacidad de aguantar algunas de estas picaduras, quedémonos en casa y disfrutemos de nuestro patio.

Control de Vectores de la Dirección y Promoción de la Salud provincial

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Dolor. Durante las primeras horas, la víctima del ataque padeció un dolor agudo y luego aparecieron las heridas.

Foto: Gentileza.

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Primeras horas. El primer síntoma fue picazón, luego aparecieron ronchas, ampollas y heridas.

Foto: Gentileza.