Tribuna de opinión

Antiproducción 2020

Juan José Sagardía

Nos vamos enterando de algunas medidas tomadas por el actual Gobierno Nacional (2019/2023) a partir de la aprobación de la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva.

Cuando uno analiza, encuentra que los temas como:

- aumentos de Impuestos a la Exportación o sea a la actividad agropecuaria;

- aumento de dos indemnizaciones por cesantía;

- aumento Impuestos Bienes Personales;

- impuestos al dólar;

- mantenimiento de los intereses confiscatorios para la producción;

- Plan Solidario suspendiendo por 180 días los aumentos a jubilados;

- liberación a las provincias para aumentar sus impuestos internos;

- aumento de subsidios;

- y una importante cantidad de nuevas medidas, todas a favor del Estado....

son, sin ninguna duda medidas antiproducción y no a favor de la producción. Esta es una conclusión de un análisis realizado no como oposición, sino con la lógica de un ciudadano de trabajo, con conocimiento de la economía de administrar organizaciones de alcance nacional con una dotación de personal superior a mil personas y con conceptos políticos del desarrollismo.

Lo notorio de la falta de criterios es no generar una Ley de Emergencia del Estado, o sea una “Ley de Austeridad”. A ninguno de los señores políticos que han sido elegido democráticamente se les cae una idea respecto de propuestas que tiendan a una disminución drástica de los gastos superfluos del Estado nacional y de los Estados provinciales y municipales, solamente la única idea es aumentar impuestos a los que trabajamos en blanco. Nada dicen del cincuenta por ciento del país que trabaja en negro; Afip los tiene debidamente identificados y nada hacen... ni hablar de los señores políticos de los tres Poderes constitucionales, ningún atisbo de sumarse a la solidaridad que imponen a toda la ciudadanía.

Cuando uno analiza la situación de quienes nos han representado en los máximos cargos de conducción desde el advenimiento de la democracia en 1983, no hay uno solo que sea un productor, un industrial, un comerciante, son todos profesionales que normalmente trabajan en negro y pretendemos que esa gente que no sabe lo que es arriesgar para sembrar la tierra, mantener una industria, abrir todos los días un negocio, piense en los ciudadanos de “a pié”... cómo lo harían si no tienen ninguna idea de lo que significa el sacrificio del trabajo por cuenta propia, simplemente siempre fueron intermediarios.

Nuestra economía nacional está marcada a fuego por lo que se denomina un Estado elefantiásico que, desde los albores de nuestra reclamada y falsa Revolución del 25 de Mayo de 1810, se llama Capital Federal y Gran Buenos Aires; mientras, el resto del país sigue produciendo y el producto de dicho trabajo termina en un agujero negro sin fondo, sin que nadie explique qué hacen con tantos recursos y sin que tomen medidas para determinar una solución.

Bueno sería recordar que en 1994 se modificó nuestra Constitución Nacional, se eliminaron los Electores (que nunca fueron preponderantes) y se estableció al país como

distrito único; por ende al Poder Ejecutivo nacional, lo determina la población de La Matanza... hoy me pregunto, ¿dónde está el mayor gasto en populismo, si no es en La Matanza? Esto solo es un dato para saber a dónde van nuestra solidaridad, nuestros impuestos y nuestras deudas.

Qué bueno sería volver a 1853, cuando fue sancionada la Constitución de la Confederación Argentina. La provincia de Buenos Aires, al no tener preponderancia, no participó de la elaboración de dicha Constitución y recién lo hizo en 1860 exigiendo en su ingreso los privilegios que continúan vigentes en los usos y costumbres de la actualidad y esos privilegios nos están saliendo demasiado caro al resto del país.

El “interior” del país, sin Capital Federal y Gran Buenos Aires, podrá cambiar el desgraciado camino a recorrer, aunque es difícil porque los gobernadores, no son líderes y menos caudillos; más bien son inexistentes, dependientes del Poder Ejecutivo nacional y no se dan cuenta que si no se rebelan serán presas fáciles de dominar.

¿Quién le pone el cascabel al gato?