Peisadillas

Que la divergencia nos valga

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El verano en Santa Fe es diversión. Es el bullicio de los chicos en la playa, de las palitas y los baldecitos, de los gritos de las madres para que no se acerquen tanto al agua.

Foto: Guillermo Di Salvatore

Carlos Mario Peisojovich (El Peiso)

Viva la diversidad, la multiplicidad de nuestra bella gente, la pluralidad de las ideas, las sutiles diferencias que nos acercan como un imán, o nos alejan como el mismísimo imán que antes nos atraía, que hacen de nosotros un embrollo de ideas y conceptos contradictorios, un conflictivo ideario que tiene profundas convicciones pero que al menor atisbo de duda nos terminan convenciendo que estábamos equivocados, y que la verdad es una masilla moldeable que se adapta al emisor según las circunstancias. La diversidad es un bien de la humanidad, todos nos vemos distintos, y esas diferencias que coexisten en nuestro devenir humano, tienen que tener como última razón la idea de unir, y no de desunir.

¡Viva la diversidad en nuestros jóvenes! Diciembre avanza a paso redoblado como una ráfaga ardiente que descarga todo su calor sobre nuestros sufridos y vestidos cuerpitos, bah, vestidos más o menos, porque a diario vamos viendo los cuerpos jóvenes de tintes apolíneos y tintas en sus cuerpos, descuerados con sus trabajados músculos, coloridos tatuajes y auriculares encarnados en sus oídos como si fuera un nuevo apéndice corporal inherente a la nueva naturaleza humana. Y allí van ellas, con sus cortos pantaloncitos, ahora llamados “shorcitos”, antes llamados “hot pants”, pedacitos de ínfima tela que apenas tapan lo justo y necesario, de cuerpos tallados por venusinas manos, de belleza vestal, irreverentes y despreocupadas pasean su feminidad, con sus “smartphones” en mano -otro apéndice vital- y actitud desafiante ante el calor y las miradas furtivas. Mundos paralelos y caminos encontrados, a veces los polos se encuentran, y en la mayoría de los casos, la antinomia sobre lo masculino femenino se vuelve difusa, y lo femenino y lo masculino, no solamente en las apariencias y las formas, se integran y se multiplican. Sus voces son escuchadas, sus banderas son el colectivo donde el género que sobrevive es el humano, por sobre las ideas y preconceptos, y las banderas multicolores flamean con orgullo sobre los derechos ganados y la representatividad lograda. Ese es un ejemplo de que la diversidad une.

¡Viva la diversión! Porque estoy convencido de que en la diversidad está la diversión, porque en las diferencias se encuentra el material necesario para que cada encuentro fortuito sea una fiesta para los ojos y que la energía vital, como lo es la alegría, por esa búsqueda del tan ansiado encuentro con lo desconocido o diferente sea una oportunidad para el festejo de los sentidos. La fiesta de la vista, del tocar, de los sabores, de los aromas y de reconocer con los ojos cerrados la otredad de las voces. El verano es diversión, el verano es la comodidad de llevar pocos trastos en nuestro cuerpo, las noches veraniegas son las aliadas perfectas para la bebida fresca, el placer de disfrutar del frescor (si tenemos suerte...) de la noche estival con la laguna de testigo, la música que replica fuerte en un auto que pasa a poca velocidad como para que los demás también compartan sus gustos musicales, o la radio que susurra de fondo mientras las noticias resbalan con insignificantes noticias de romances que se rompen y otros que se unen, del agobiante calor o de las altas temperaturas que son más altas por el reciente descubrimiento radiofónico de que la sensación térmica es peor que la sensación que da el termómetro.

El verano en Santa Fe es diversión; son los bares con sus mesas en la vereda, a la francesa, con su platina de ingredientes, compañera ideal del porrón bien helado o el liso bien tirado. Es el pescador amateur de la laguna, reposera y conservadora. Es el bullicio de los chicos en la playa, de las palitas y los baldecitos, de los gritos de las madres para que no se acerquen tanto al agua. Es la música de cumbia escuchada con el volumen bien alto. Es el puente colgante que va vomitando coches y coches cuyos ocupantes disfrutan, al pasar, de una de las postales más lindas y representativas de Santa Fe.

Muera la divergencia..., porque en nuestra diversidad racional se encuentran las ideas que son irreconciliables, la divergencia nos separa. Fuera del campo de las matemáticas, la divergencia cultural nos aleja, donde una misma matriz es tomada de manera donde el emisor, los medios o comunicadores, y en consonancia a una idea preconcebida o acorde a su línea de pensamiento, le dan el significado contrapuesto.

Aprendamos a vivir con nuestras diferencias, a divertirnos con ellas, a diversificar y enriquecernos con las ideas de los otros para que exista un sano equilibrio y así contribuir a edificar una sociedad más tolerante y receptiva, eliminando toda grieta ideológica y material.

Convivamos en paz y en alegría y que a cada uno le quepa el dólar que le quepa, “Turista”, “Blue”, “Oficial” o “Solidario”, después de todo, ellos llevan el color de la esperanza. Inocentes corderitos.