Uno de los hechos significativos del quehacer cultural santafesino de 2017 fue la apertura de un nuevo espacio: el Centro Jorge Delconte, que desde mayo funciona en el corazón del barrio San Agustín, en el norte de la geografía urbana.
El espacio ubicado en Chubut al 7200, barrio San Agustín, realizó sus últimas actividades correspondientes de 2017. Entre ellas la presentación de una revista que refleja las actividades que se realizan en el lugar, habilitado en mayo donde tenía su vivienda el titiritero fallecido en 2016.
Uno de los hechos significativos del quehacer cultural santafesino de 2017 fue la apertura de un nuevo espacio: el Centro Jorge Delconte, que desde mayo funciona en el corazón del barrio San Agustín, en el norte de la geografía urbana.
Allí se realizan con frecuencia actividades que reúnen a los vecinos, grandes y chicos, en torno a las funciones de títeres, la lectura de cuentos y el desarrollo de distintos talleres.
Las últimas acciones se realizaron entre los días 20 y 27 de diciembre y consistieron principalmente en la realización de obras de títeres, en la puesta en común del trabajo realizado durante el año y en la presentación del primer número de una pequeña revista creada por los propios vecinos, guiados por los coordinadores, que repasa todo lo que se hizo en varios meses. En el festejo de último miércoles del año, que coincidió con un día de calor agobiante, además los asistentes compartieron choripanes y gaseosas.
Cultura barrial
Ubicado en calle Chubut al 7200 e inaugurado formalmente el 12 de mayo pasado es el centro cultural independiente más norteño de la ciudad, establecido a muy poca distancia del Mercado de Productores y Abastecedores de Frutas, Verduras y Hortalizas.
El inicio de la historia de este lugar -que El Litoral contó oportunamente- se remonta al final de otra: cuando, por un accidente automovilístico, falleció el titiritero Jorge Delconte a sus 59 años, su familia decidió destinar el lugar a la creación de un ámbito destinado a los vecinos.
Desde entonces, allí se dictan talleres de radio, fotografía y murga. Y, como mínimo, una vez por mes los chicos y chicas del barrio junto con sus familiares tienen la posibilidad, no tan frecuente en estos puntos acostumbrados a la adversidad, de asistir a una función de títeres, escuchar a un grupo de rock, escuchar cuentos o ver un espectáculo folclórico.
Los objetivos que se habían planteado de entrada los coordinadores del lugar (entre los cuales figura Sofía Delconte, una de las hijas de Jorge) eran los de “compartir, disfrutar y crear”. Pero con prevalencia de los títeres. “Mi viejo era titiritero y por eso tratamos de que los títeres estén presentes en todos los encuentros”, había contado Sofía.
Además, una característica especial es que el centro Jorge Delconte funciona gracias a los propios vecinos de San Agustín, encargados de cuidarlo y mantenerlo.
El hombre detrás del nombre
Jorge Delconte nació el 12 de mayo de 1958 en Misiones, y a principios de la década de 1970 se radicó con su familia en la ciudad de Santa Fe. Comenzó su actividad con los títeres en 1978, vinculándose a los elencos de El Retablo de las Maravillas y a El Pájaro Azul. En 1982, creó su propia compañía, Bicho Colorao. Con obras como “De amor, humor y terror”, “¿De quién es el zapallo?”, “El país de los colores” hizo reír y reflexionar.
A partir de 1983, pasó a formar parte del elenco estable del Teatro de Títeres Municipal. Desde 2000, se sumó al cuerpo docente de la Escuela Provincial de Teatro Nº 3.200.
Con sus muñecos recorrió barrios, plazas y escuelas de la ciudad y de diversas provincias argentinas, participando en Festivales Nacionales de Títeres. Actuó, dirigió y fue autor de obras de títeres. Colaboró con numerosos grupos de Teatro en la fabricación de muñecos para espectáculos y especialmente con el grupo Puro Teatro, fundado por Raúl Venturini.
Fue un activo luchador social. Se radicó en el barrio San Agustín, desde la década de 1980, construyó su casa, fue vecinalista y colaboró con las necesidades del territorio.