Por Néstor Vittori
Por Néstor Vittori
Hay preocupación en el gobierno, por las manifestaciones multitudinarias contra el presidente Macri en los partidos de fútbol, sintetizadas en un mensaje colectivo de rechazo a través de una única expresión en los cánticos que lo insultan, haciendo referencia a la madre como la p... que te p...
Inevitablemente, para comprender este fenómeno hay que incursionar en la alineación de Macri en su carácter de socio, ex presidente e hincha del Club Boca Juniors y la particular circunstancia de que dicho club hoy lidera, con gran diferencia sobre sus rivales, la Súper Liga del Fútbol Argentino. En ese punto coinciden que la presidencia de la AFA es de un hincha declarado de Boca como es “Chiqui” Tapia, la vicepresidencia está en manos de Daniel Angelicci, presidente del mismo club, y circunstancias consideradas sospechosas en el desarrollo de los arbitrajes, que pudieron beneficiar el desempeño futbolístico del club.
Esas coincidencias, utilizadas convenientemente por sectores que gravitan en la construcción de la expresión multitudinaria, sospechosamente habrían generado una primera manifestación en los cánticos de la tribuna en un partido del Club Independiente de Avellaneda presidido por el sindicalista Hugo Moyano, a quien acompaña su hijo Pablo en la vicepresidencia, abiertamente enfrentados con Macri por motivos extra futbolísticos.
La posterior extensión de estos cánticos a las tribunas de Huracán, San Lorenzo y River, así como en dos recitales musicales, expresan un fenómeno de contagio que es fogoneado por sectores políticos opuestos al gobierno actual.
Efecto de la multitud
En su obra “Psicología de las multitudes”, Gustave Le Bon, un clásico en la materia dice que la “muchedumbre psicológica es un ser provisional formado por elementos heterogéneos que por un instante se unen, como las células que conforman un cuerpo vivo, forman por su reunión un ser nuevo que manifiesta caracteres muy diferentes a los poseídos por cada una de estas células.”
“En las muchedumbres psicológicas veremos que una multitud heterogénea presenta en las muchedumbres homogéneas, compuestas de elementos más o menos semejantes (sectas, clases, castas) (“por qué no hinchadas de futbol”) caracteres comunes, y al lado de esos caracteres comunes, particularidades que permiten su diferenciación”.
“Los elementos inconscientes, que forman el alma de una raza (“secta o hinchada”), son principalmente el lazo de semejanza de todos sus individuos”, (Le Bon cap.I).
Ese inconsciente es trascendental en la actuación del individuo en colectivo. Dentro de una multitud la individualidad se anula y el accionar de la persona se subordina al accionar colectivo. Lo heterogéneo se anega en lo homogéneo y dominan las cualidades inconscientes, dice Javier Figueroa Ledón en su monografía sobre Le Bon.
“El individuo en muchedumbre adquiere, por el solo hecho del número, un sentimiento de poder invencible que le permite ceder a instintos que, solo, hubiera seguramente refrenado. Esa falta de freno se dará más, cuanto el anónimo de la muchedumbre sea mayor, porque como el anónimo implica la irresponsabilidad, el temor, el sentimiento de la responsabilidad que siempre retiene al hombre desaparece enteramente”, (Le Bon cap. I).
“En el individuo en muchedumbre la personalidad consciente se desvanece, predomina la personalidad inconsciente, hay una orientación por la vía de la sugestión y contagio de los sentimientos y de las ideas en un mismo sentido, tendencia a transformar inmediatamente en actos las ideas sugeridas. No es el individuo mismo, es un autómata, en quien no rige la voluntad.”
“Las muchedumbres se encuentran muy frecuentemente en estado de atención expectante, que hace fácil la sugestión. La primera sugestión que aparece formulada, se impone inmediatamente por contagio a todos los cerebros, y la orientación no tarda en establecerse. Como en todos los seres sugestionados la idea que se apodera del cerebro tiende a transformarse en acto”, (Le Bon Cap II).
No me parece ésta la oportunidad de abordar in extenso el marco teórico de la “psicología de las multitudes” donde resulta indispensable consultar la obra de Sigmund Freud: “Psicología de las masas y análisis del yo”, que completa y perfecciona la obra de Le Bon, pero su expreso reconocimiento a este autor, salvando matices precisiones y avances, sobre todo en el punto más débil de Le Bon que es el que se refiere a la orientación y conducción de la expresión masiva por parte de actores organizados para ello, me exime de la profundización en esta nota de todo lo que tiene que ver con los caminos de construcción de conductas sociales hegemónicas, impositivas y coercitivas.