Luis Rodrigo | [email protected]
Luis Rodrigo | [email protected]
El dirigente peronista santafesino con más votos en las últimas elecciones, Omar Perotti, apuró esta semana su salida al ruedo. Se creía que lo haría tras el Mundial.
El dato relevante en el PJ de Santa Fe es la reunión de dos mujeres en nuestra ciudad: la ex vicegobernadora María Eugenia Bielsa con la ex candidata a intendente (¿lo intentará otra vez?) Silvina Frana. Hasta ahora, cada vez que Bielsa amagaba con volver sus esfuerzos se limitaban a echar a correr algún rumor, dar entrevistas, meras señales. Esta vez vino a Santa Fe y se dice que ha hablado incluso con dirigentes ubicados más allá del PJ. A sus interlocutores peronistas les ha dicho que no piensa “autoproclamar” su candidatura, pero que se anota en una interna.
* * *
Otra María Eugenia, pero de apellido Vidal y gobernadora de la provincia de Buenos Aires perdió esta semana la enorme oportunidad de quedarse callada. En un discurso dijo textualmente “nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad” y antes cuestionó el haber “poblado” esa provincia de Universidades, públicas claro.
El regreso de “alpargatas sí, libros no” habrá incomodado a los dirigentes santafesinos de la UCR que tienen tantos lazos con la vida universitaria, que forman parte de Cambiemos y que no quieren ser llamados “radicales-pro”, como alguna vez se los ha nombrado en esta columna. A la luz de lo ocurrido (y de los silencios) cabe preguntar cuánto hacen para no merecer ese segundo apellido.
* * *
La EPE y la Municipalidad van enredándose en un debate de pocas luces sobre el alumbrado público, que pudo solucionarse con 600 medidores. Hay localidades del interior que no permitieron que la distribuidora eléctrica estimara sus consumos y diseñaron sus sistemas de alumbrado público con puntos de medición. ¿Había tiempo para instalarlos? Había: el propio convenio que terminó el intendente José Corral dejaba un plazo de 90 días de preaviso. Esa posibilidad se discutió entre los colaboradores directos del gobernador Miguel Lifschitz. Un ministro ajeno al área tenía esa opinión: “Se mide y se termina el tema”. Pero ganó otra posición: “Pongamos ya en cero la Cuota de Alumbrado Público (CAP) y dejemos a Corral sin discurso”, la impulsó una dama con más poder de convicción.
* * *
Más allá de la infantil idea de poder cambiar el idioma con el mero trámite de sustituir vocales por equis (antes eran arrobas), el movimiento feminista tiene -desde que plantó sus banderas en la calle- una sucesión de éxitos capaces de que tengamos la fundada esperanza de que haya una sociedad al menos algo mejor.
Argentina vive la hora de la antítesis sobre “el Patriarcado”. Era hora. Llevaba demasiados años de interminable tesis, de moralinas y de represiones religiosas, que en los países más avanzados se discutieron allá por la década del 60, entre minifaldas, experiencias psicodélicas, corpiños volando por el aire y música beat. (La Unión Soviética lo hizo en 1920, con Lenin y lo volvió a prohibir en 1936 con Stalin, hasta 1955).
Así de viejo es el reclamo local por la despenalización del aborto: la legislación argentina en la materia -como el sostenimiento del clero con fondos estatales- son piezas de museo.
Habrá seguramente una síntesis, acaso, cuando se comprenda que es una ventaja para todos contar con la belleza de palabras como “nosotras”, que son -como las mareas verdes que tanto habrán mirado los diputados nacionales por estas horas, bien femeninas- exclusivamente para mujeres.
Alguna vez se dijo que ellas ven más colores que ellos. Si no es así, está claro que hay una sensibilidad cromática, o poética, mayor entre quienes saben qué es el “color coral”, un “aguamarina” o un “rosa viejo”. A 2018 le falta aún cambiar de estación dos veces, pero no pasará de moda el color del que fue pintado desde la primavera que abrió el debate para que el aborto no siga prohibido sólo para pobres. Cualquiera sea el resultado en el Congreso, hay ahora un plural y convocante “verde mujeres”, un “verde derechos”.