Mauro L. Muñoz | [email protected]
Entre probetas y tubos de ensayo, la jornada estuvo colmada de conocimientos. El Alero fue sede de gran cantidad de familias que aprovecharon para instruirse con diversión.
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En épocas de vacaciones de invierno el frío se cuela en el descanso y se apodera de las ganas, apagando el deseo por realizar actividades que demanden salir de casa. Y si tenemos en cuenta que el esfuerzo se va a dar al aire libre, con explicaciones sobre compuestos químicos y sus propiedades, muchos lo pensarán dos veces antes de asistir. Pero esta vez, no fue el caso.
Similar al engaño que experimenta quien no quiere comer verduras o se opone a la inyección, los niños y niñas que estuvieron en El Alero vivieron una tarde rellena de aprendizaje pero camuflada en un colorido show que se movió entre probetas, risas y demostraciones científicas.
Bajo la organización de los ministerios de Innovación y Cultura junto al de Ciencia, Tecnología e Innovación, el barrio Coronel Dorrego se colmó de familias que pasaron un divertido y didáctico momento con el espectáculo “No es magia, es ciencia”, en una nueva presentación del ciclo “Zona Da Vinci”.
Sobre la intersección entre arte y conocimiento, Erica Hynes contó que “es la primera propuesta infantil del ciclo, que pretende un diálogo entre cuestiones de la ciencia con la cultura”. En las entregas anteriores, las actividades fueron pensadas para el público en general. Con la llegada de las vacaciones de invierno se dio el debut de una propuesta para que lo disfruten los más chicos.
“Es muy importante porque permite que chicos y chicas puedan visibilizar la ciencia como una forma de responderse a los interrogantes de la vida, la naturaleza y las relaciones con otras personas. Siempre que hablamos con trabajadores del ámbito científico, es común que nos digan que eligieron la carrera por alguna experiencia en su temprana infancia. Por eso es valioso que de pequeños puedan verlo como una posible profesión”, explicó la ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
Menos magia y más progreso
A lo largo de las esperadas vacaciones miles de personas de todas las edades se acercan a este espacio para disfrutar de jornadas con muchas propuestas culturales, artísticas y científicas con entrada libre y gratuita.
Construido por el gobierno Provincial e inaugurado en junio de 2016, El Alero “Nacer hasta los cien años” se volvió una de las postales que le cambió la cara al barrio Coronel Dorrego. Recientemente, el lugar también se vio favorecido con la habilitación del edificio de escuelas de trabajo NIDO y el denominado Paseo Sarmiento (en calle Sarmiento, entre Larrea y Azcuénaga), inauguradas por el intendente Corral y el ministro del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación, Rogelio Frigerio. Todo esto, junto al empuje de los propios vecinos, permitieron mejorar la calidad de vida, circulación, seguridad y fortalecimiento barrial.
En diálogo previo al espectáculo, la ministra Hynes también puso de manifiesto que “todo el barrio está apropiado de este espacio, jugando y participando de las actividades”, por lo que agregó que “por eso consideramos importante que puedan también apropiarse de los contenidos de ciencia y tecnología”.
Una particularidad del edificio de El Alero es que el centro del mismo es un espacio abierto, con un amplio patio, que favorece la integración. Aún así, cuando se solicita pasar al escenario, muchos son reservados en lo que ha prestar ayuda se refiere. Y como los estudiantes ante la pregunta abierta del docente, los adultos se hacen los distraídos para no participar. Al final de cuentas y presionados por el clamor popular, la mayoría termina cediendo.
Diego fue uno de los padres que le tocó vivir tal situación. Al finalizar el show narró a este medio su nerviosismo por estar adelante de tanta gente.
“Vinimos con mi familia a disfrutar las vacaciones acá porque se promueven actividades culturales que a los chicos les sirve mucho”, dijo. Además contó que, junto a su esposa Erica, buscan motivar a su hijo Gabriel que tiene diagnóstico del espectro de autismo: “Nuestro hijo tiene autismo y se interesa por estos temas. Todo el tiempo mira canales y experimentos de ciencia. Por eso, tratamos de hacer distintas actividades, recorremos museos y vamos a lo que se propone. Todo lo que sirva para su crecimiento lo hacemos y nosotros aprendemos un montón de cosas a la par de él”.
Respecto de la importancia de actividades de este tipo en el barrio, Diego no dudó y expresó que “es muy bueno que se hagan cosas como estas en los distintos puntos de la ciudad”. “Nosotros somos del barrio así que nos viene cómodo. En épocas de frío o cuando llueve se complica el traslado al centro por el estacionamiento o tener que andar moviéndonos en colectivo. Acá es más viable asistir y sirve para que los chicos de los barrios conozcan otras cosas y les den estas oportunidades.
Hacia el final de sus palabras, dejó un cierre de la mano del espectáculo: “Ojalá se sigan empleando más actividades de este tipo, que haya más educación y menos circo”, dijo. Para el progreso, ya sea personal o social, no existe la magia.
Formato divertido
“¿Qué dijo? ¿Cloruro de qué?”, preguntó una madre a la que tenía a su lado. Rápido, para que no se escape la próxima explicación, recibió la respuesta: “Yoduro de potasio”.
Desmostrado queda, una vez más, que el cómo hace a la conformación del qué. La ciencia presente en un divertido formato hizo que la transmisión de conceptos sea agradable y amena para todo el público no especializado.
“La ciencia está presente en todos lados”, decía al comenzar uno de los actores de la obra. Cómo es posible sacar el mantel de la mesa sin tocar nada de lo que en ella está dispuesto o qué particularidad tiene el aire que hace que ayude a romper una regla en dos, fueron algunos de los tópicos recorridos.
De todas formas, el de mayor impacto, y con un grado más alto de dificultad, fue el de la fábrica de pasta de dientes para elefantes. Así de disparatado como suena, funcionó de enganche perfecto para que la gran cantidad de presentes (grandes, chicos y medianos) dirija toda su atención al trío en escena.
Agua oxigenada, yoduro de potasio, detergente y una probeta donde realizar el experimento, fueron los únicos ingredientes que necesitaron los intérpretes para producir un elemento imaginario de higiene animal.
En este experimento se obtiene una espuma densa, proveniente de la descomposición del agua oxigenada. El nombre que recibe se debe al gran tamaño de la masa esponjosa que surge, para la poca cantidad que se utiliza, por lo que parece que fuera para un elefante.
El peróxido de hidrógeno es un compuesto químico, presente en lo que conocemos como agua oxigenada, que se descompone de forma natural en agua y oxígeno. Esta reacción es lenta y para acelerarla se utiliza el yoduro de potasio que ayuda a descomponerlo rápidamente, originando de forma casi instantánea gran cantidad de oxígeno. Al entrar en contacto el oxígeno con el jabón del detergente se produce una espuma densa, en gran cantidad y que se expande.
La explicación radica en que el ión yoduro, que entra en la primera reacción, sale también como producto en la segunda, lo que quiere decir que cataliza (acelera) la reacción, sin consumirse en el proceso.
El ‘cogoteo‘ de los chicos para observar mejor, la postura en puntas de pie para extender la panorama visual y la cómplice mirada posterior con los padres son los indicios que marcan que el truco está hecho, los chicos están entretenidos y aprendiendo ciencia.
Divulgación: causa y efecto
Alejandro Saint Stevens es biólogo, está realizando el doctorado y también es uno de los integrantes del equipo que lleva adelante la obra presentada. La formación se compone de cuatro actores (Nicolás Blandi, Ignacio Albani, Sergio Berón y Gastón D’Angelo) junto a dos biólogos y divulgadores científicos (Stevens y Diego Grinman). Al equipo se le suma la dirección teatral de Enrique Federman y la tutoría del reconocido divulgador de ciencia Diego Golombek.
Luego de la presentación, Stevens se tomó unos minutos para dialogar con El Litoral. “El show lo venimos haciendo desde 2011, con un gran equipo que hace que el espectáculo se mantenga en el tiempo”, comentó y agregó: “Como biólogo considero que lo investigado no tiene sentido si no sale a la sociedad. En este caso, la forma que encontramos es traer la ciencia en un espectáculo colorido para que los chicos desde pequeños entiendan su valor, más allá del entretenimiento”.
Con la variedad de recursos dispuestos en el escenario se trasluce que la motivación es el efecto buscado, la causa madre de la obra. Videos animados, sonidos llamativos, gestualidades ampulosas, todo está pensado para captar la atención de los chicos.
“Todos los experimentos que hacemos son muy visuales porque en la memoria la impronta es mayor si es algo que te impactó y llamó la atención de chico, son cosas que quedan. Más allá de eso, lo que queremos es que se valore la ciencia y la figura del científico, no como el estereotipo de la bata y el laboratorio; sino como un trabajador,formado por el Estado, que puede ser tu papá, tu mamá o vos en el futuro”, expresó el biólogo.
Aunque dos variables tengan una fuerte relación no significa que una de ellas sea causa o efecto de la otra. Por eso se suele decir que la “correlación no implica causalidad”. Sin embargo, el saludo de los infantes recibido por los actores luego de terminar, dan muestra que lo planenado salió bien en un gran porcentaje. “Es muy emocionante tener ese vínculo con los chicos. Al final del espectáculo, además de las fotos, vienen y nos preguntan por los experimentos y cómo hacer tal cosa o por qué pasó alguna otra. Al fin y al cabo es lo que queremos generar, participación en los grandes e intriga en los chicos”, concluyó Saint Stevens.