El 0 a 0 fue mentiroso porque los dos merecieron convertir goles. No está mal el resultado. Bajo el influjo de Alan Ruiz, Colón hizo media hora muy interesante en la parte final. Estuvo ahí nomás de ganar, pero también muy cerquita de perderlo. Hubo dos jugadas muy dudosas en su área que el árbitro no sancionó.
Foto: Ricardo Holle
Enrique Cruz (h) | (Enviado Especial a Paraná)
Fue un partido lleno de matices. Colón lo pudo ganar como también lo pudo perder. Tuvo a su favor los dos errores —uno sobre todo— del árbitro del partido. Vio la infracción de Toledo en perjuicio de Barceló, pero la vio afuera. Y está claro que fue adentro. La otra fue una mano de Olivera que puede pasar por alto porque, en esto de las manos adentro del área, soy un convencido de que los árbitros no se ponen de acuerdo respecto de qué cobrar. ¿Se apunta al hecho objetivo de la mano propiamente dicha o se juzga la intencionalidad? No hay caso, algunos apuntan a lo primero y otros a lo segundo. Ni a nivel mundial existe unanimidad de criterios. Y el VAR empieza a ganarse adeptos en tal sentido, como pasó en la final que dirigió Pitana.
Volvamos al partido. Los matices del partido no sólo apuntan a los penales no cobrados, sino a la legitimidad y justicia del resultado. No es discutible el empate, pero es reprobable que no haya habido goles. Patronato y Colón merecían, por producción, que el resultado fuese otro y no un 0 a 0. Esto también demuestra que, a veces, el cero no define un partido. Tuvieron muchas situaciones, los dos, como para que el resultado se moviera en algún momento. No está del todo mal que hayan empatado, pero a los dos les quedó el sabor amargo de haber querido y también de haber pensado que se podían quedar con todo el premio.
* Un primer tiempo flojito y con pocas luces: Colón fue superado por Patronato en esa parte inicial. No encontró la pelota, estuvo impreciso y apenas con algo de claridad cuando Alan Ruiz fue a buscarla muy cerca de Fritzler y desde allí intentó distribuir juego. Fue el presagio del muy buen segundo tiempo que tuvo Alan Ruiz, que jugó el mejor partido desde su regreso a la institución. Pero entre Ledesma y Carabajal se encargaron, en ese primer tiempo, de controlar el trámite del partido. Sin embargo, tal cual aconteció en el segundo, cuando el trámite cambió de dueño, Colón atacó menos pero tuvo las mismas chances que el rival, porque dependió de una excelente tapada de Bértoli en un mano a mano de Correa, luego de un pelotazo exquisito de Alan Ruiz, que pudo terminar en gol. Arrancó mal Mariano González, jugando al filo, pero de a poco fue levantando su nivel y allí también empezó a crecer el equipo. Bien atrás por el lado de los centrales, más allá de la movilidad de Barceló que llevó algunas complicaciones, pero no tanto por el costado de un Escobar que cometió errores y que luego también fue uno de los que creció en el segundo tiempo.
* Un segundo tiempo distinto, con protagonismo al compás de la zurda de Alan Ruiz: Colón creció desde el comienzo de la segunda etapa. Fue otro equipo con la pelota. En el primer tiempo, hasta Fritzler estaba desconocido. En el segundo, todos levantaron —a excepción de un Bernardi muy ausente y sin peso— y el partido cambió literalmente de dueño. Colón se lo llevó por delante con fútbol a Patronato. Inteligente Heredia para ocupar los espacios que dejaba libres Alan Ruiz con su movilidad y retroceso para escaparle a la marca de los volantes rivales. También mejoró Mariano González y Colón empezó a hacer un surco por el costado izquierdo. Le pudo faltar precisión en el toque final, pero también debe destacarse la figura de Bértoli, uno de los grandes baluartes de Patronato. Sin embargo, Patronato, teniendo menos la pelota y superado en el trámite, tuvo dos o tres situaciones claras, como un tiro libre en el travesaño de Carabajal y algunas otras aproximaciones en las que también falló en el toque final.
Cuando uno repasaba, previo al partido, la formación del equipo, entendía cuál era el objetivo de Domínguez: tener la pelota. Sin jugadores de explosión en el medio (el único era Bernardi y fue el menos destacado de todos), no había otra posibilidad que la de pensar en un partido en el que Colón iba a intentar gobernar el trámite desde la tenencia de la pelota. Nada de eso se hizo en el primer tiempo. Imprecisiones, ausencias y apenas algunas pinceladas de Alan Ruiz. Tampoco hubo variantes, como por ejemplo sobraron en el segundo tiempo, sobre todo a partir de las proyecciones de Escobar. Todo cambió en la parte final, al menos en la primera media hora del segundo tiempo. Colón estuvo mucho más dúctil con el balón, preciso y ambicioso. Así lo entendió el propio Domínguez y lo manifestó con los cambios. Terminó el partido con un solo volante de marca y una constelación de jugadores para atacar: Correa, Leguizamón, Alan Ruiz, Heredia y Brian Galván, más las libertades para los laterales (sobre todo Escobar), con llegadas permanentes. ¡Ni siquiera utilizó el tercer cambio porque todo lo que le quedaba en el banco era para defender o contener!
Se pudo ganar, pero también se pudo perder. Ésa es la fría conclusión. El primer tiempo fue más de lo mismo de aquello que el equipo mostró en buena parte del torneo anterior, salvo en el gran partido ante Racing. En el segundo, la imagen cambió. Fue distorsionada en el primer tiempo y mucho más limpia y clara en el segundo. Hubo algo de fútbol, bastante cuando pasó por los pies de Alan Ruiz. No fue poco, pero tampoco alcanzó.
“¿Qué estamos haciendo?” Fue en el cierre de la primera etapa. Los jugadores de Colón se juntaron en el medio, disconformes con la actuación del equipo. Mejoró mucho en el complemento. Foto: Ricardo Holle
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