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Juan Ignacio Bonfiglio, especialista en Condiciones de Vida, Hábitat y Estratificación, es uno de los investigadores que participa en el Observatorio de la Deuda Social. Inflación y canasta básica, el volcado de las familias a la búsqueda de trabajo, la pobreza oculta y estructural, y el impacto sobre la niñez.
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—¿Los números que se difundieron del Indec se corresponden con los que ustedes estaban percibiendo?
—En principio lo que se ve es un quiebre con la tendencia descendente que se registró en el segundo semestre del año 2017 cuando la pobreza había descendido. Lo que tenemos ahora es que se registra un valor más alto que el año pasado y eso es producto del deterioro de la situación, particularmente el aumento de la canasta básica, que es superior a los ajustes salariales. En principio se ve un quiebre con la tendencia que se manifestaría particularmente, si bien el dato del Indec es semestral, con el segundo trimestre del año y no está registrando todavía una etapa aún peor que comenzaría en julio, agosto y septiembre de este año.
—Todo hace pensar que en la próxima medición es donde aparecerían estos datos nuevos.
—Exacto, hay que tener en cuenta que la medición con la que estamos trabajando cubre hasta junio de este año. Ahí vemos la evolución de una serie de indicadores, particularmente incremento o aceleración de la inflación. Este proceso empieza en abril pero se profundiza de manera significativa en los meses siguientes. Ese impacto lo estamos viendo en este dato de manera parcial.
—Más allá de lo que indican los números o de cuáles fueran los períodos en que se toma la medición, ¿ustedes estiman que en los próximos meses la situación tenderá a empeorar?
—Sí, según la información de la que disponemos la situación sería aún peor en los próximos meses, particularmente con la conjunción de dos elementos, uno que tienen que ver con la aceleración de la inflación que impacta de manera diferencial y todavía más fuerte en valores de la canasta básica alimentaria. Y por otra parte, podemos evaluar qué es lo que está pasando en el mercado de trabajo. La semana pasada se difundió un incremento de la desocupación. Habría que prestarle atención a la evolución de estos dos elementos para analizar la situación en los próximos meses, por una parte el impacto de la inflación sobre los ingresos y el efecto de la destrucción de puestos de trabajo. O en todo caso la no creación de nuevos puestos de trabajo. De hecho, si evaluamos el informe que publicó el Indec la semana pasada lo que podemos observar es que no hay una destrucción del empleo pero sí un incremento del desempleo que tiene que ver con una mayor tasa de actividad, particularmente de mujeres y jóvenes. Eso podríamos interpretarlo como estrategias de los hogares ante el impacto de los ingresos. Vuelvan al mercado de trabajo más componentes de sus hogares. Los ingresos se ven afectados y por lo tanto hay más actividad económica, se busca más empleo y de los que buscan empleo no todos lo consiguen y ésa sería la explicación del incremento de la tasa de desocupación para el segundo trimestre del año.
—Hay un factor que la UCA ha medido en los últimos informes que es el de la pobreza invisible, la manera en que esto impacta en la psicología de las personas.
—Exactamente, estamos por sacar un informe el mes que viene básicamente sobre este tema, sobre el impacto en la subjetividad de las personas y sobre el estado psicológico de las personas de situación de pobreza. Otro dato que tendríamos que tener en cuenta son otros aspectos de la pobreza a partir de una medición multidimensional, que no toma sólo los ingresos sino otros componentes relativos al bienestar: la educación, la salud, el acceso a los derechos, y lo que cabría esperar es que la situación en estos términos no mejoren por el momento o sufran algún deterioro. Esos datos los vamos a tener en unos meses.
—¿Cuál es el impacto particular sobre la niñez, un aspecto que se mide con particular atención y con parámetros propios?
—La pobreza afecta en mayor medida a los niños: si hacemos una evaluación y vemos el promedio y evaluamos en términos de composición etaria, vamos a ver que los niños están sobrerrepresentados en una población bajo la línea de pobreza. Es un fenómeno alarmante por las consecuencias en el largo plazo, más allá de las cuestiones de derecho particulares, hay cuestiones que tienen que ver con la crianza y con las necesidades particulares que presentan los niños que se ven especialmente afectados. Si entramos en el informe del Indec, vamos a ver que hay una desagregación por grupos de edad y los niños tienen una representación mayor, hay un mayor porcentaje de niños pobres que la media.
—El presidente Macri dijo que espera que la pobreza recupere la tendencia de baja a partir del año que viene. Pero en algún momento, ¿comenzó a revertirse la pobreza estructural o nunca llegamos a ese punto?
—Creo que hasta ahora vemos variaciones que tienen que ver con fenómenos parciales que están vinculados con los ingresos y el corto plazo. El incremento de la pobreza que se registra en el primer semestre refleja el deterioro de un sector de la población que muy probablemente, al menos una parte, haya salido de la pobreza en el semestre anterior. En ese sentido se ven más que la alteración de un factor estructural, determinados efectos de corto plazo, porque tienen que ver con los ingresos. Esto se ve en la historia argentina con las sucesivas crisis o procesos donde tiene lugar una devaluación de la moneda y uno de los primeros efectos que se observan es el incremento de la pobreza como producto del aumento del valor de la canasta básica y el incremento relativo o menor de los ingresos.