Juan Ignacio Novak
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Es una obra para espacios abiertos a cargo del grupo Máscara Demoño. La primera función será hoy domingo a las 17.30 en el Paseo de las Tres Culturas. Las presentaciones seguirán todos los domingos de noviembre. La propuesta fusiona técnicas del teatro callejero con elementos estéticos de la tradición mexicana del Día de los Muertos.
Juan Ignacio Novak
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Este domingo a las 17.30 en el Paseo de las Tres Culturas (3 de Febrero y 25 de Mayo) el grupo teatral independiente Máscara Demoño estrena su nuevo espectáculo “Y colorín colorado... con la muerte todo ha comenzado”. La obra seguirá en escena todos los domingos de noviembre a la misma hora. Se trata de una propuesta original pensada para espacios públicos, en la cual los integrantes de la compañía cruzan técnicas del teatro callejero con elementos del culto a los muertos en la tradición mexicana. “Desde el mito y el humor se cuestionará el lugar de los muertos para con los vivos y de los vivos para con los muertos”, señalaron desde el grupo. El Litoral dialogó con Oriana Ferrero, directora del grupo, quien brindó detalles de la obra.
—¿Cómo surgió esta propuesta?
—La empezamos a trabajar el año pasado. Como grupo queríamos armar algo de teatro callejero para actuar todos en las plazas. Nosotros trabajamos en el Anfiteatro del Parque del Sur, junto con el grupo La Tramoya y ya habíamos hecho otros espectáculos callejeros, pero la idea era producir este desde el grupo y armarlo entre nosotros. A partir de eso empecé a escribir un texto y surgió esta idea de trabajar sobre el olvido, el recuerdo y la mitología mexicana.
—¿Cómo llegaron hasta ahí?
—Todo empezó porque quería trabajar sobre la muerte. La obra estaba basada en un velorio y la idea era trabajar este conflicto de lo que pasa con los vivos después que un persona muere. Investigando sobre los distintos rituales, llegamos al mexicano y al significado ellos le otorogan, que es muy distinto al de acá. Y desde ese punto empezamos a trabajar.
—¿Cómo fusionaron todo eso con las dinámicas específicas del teatro callejero?
—No hay obras escritas para el teatro callejero, siempre hay que hacer adaptaciones. Entonces directamente decidimos escribir el texto. Ya estábamos teniendo un entrenamiento de zancos y el año anterior habíamos hecho uno de máscaras. Entonces todo lo que tiene que ver con las escenas de los dioses, están desarrolladas a través de los zancos. Los esqueletos los trabajamos a partir de las máscaras. Y así fuimos unificando los recursos propios del teatro callejero con la historia que queríamos contar.
—¿Cómo es el proceso, los actores van dejando sus aportes y sus ideas?
—Partimos del texto. Al escribirlo nosotros también se fue modificando. En el teatro callejero tenés que tener dos textos escritos: uno el técnico y el otro el que ve el público y eso a medida que lo vas haciendo también se va modificando un poco. Pero nosotros por lo general los personajes los creamos a partir de técnicas propias del teatro callejero, que tienen que ver con engramas motores, con la búsqueda de estructuras corporales. Y a eso empezar a darle un sentido expresivo, que es lo que pone el actor.
El destino
—¿De qué se trata la historia que van a contar?
—Es la historia de un hombre, Cleto, que muere. Los dioses se enteran de la existencia de este personaje, que es bastante ambiguo, pero a todos les interesa tenerlo con ellos en su barrio. Hay dos dioses que están enemistados, que se disputan el poder. Esa enemistad pasa por el destino de los muertos, si van a ser olvidados o recordados. Entonces apuestan el destino de la ciudad al lugar donde va a caer el muerto. La mitología mexicana plantea que el lugar donde van a parar los muertos no depende de cómo actuaron en vida sino de la forma en la que mueren, lo cual le quita toda la carga moral. Es una cuestión del azar lo que define el destino del muerto y no las conductas que tuvo en vida. La obra trata básicamente de eso: de la apuesta de los dioses y del lugar hacia donde va a ir Cleto. Y se empieza a plantear cual es la importancia de olvidar y cual la de recordar. La obra tiene un final abierto donde el público termina decidiendo.
—¿Cómo fue el trabajo con la tradición mexicana, que poco tiene que ver con la nuestra?
—Costó bastante a la hora de la creación del texto porque no hay nada escrito. Lo que tuvimos que hacer fue un trabajo de investigación de anécdotas o notas sobre el tema. Recopilamos todo eso y terminamos armando la historia porque no hay nada escrito, como ocurre con la mitología griega, que podés encontrarla en libros. En el caso de la mexicana, está más basada en anécdotas. Me puse en un contacto con una persona de México para que me oriente y me comentó que lo del Día de los Muertos y toda la festividad es una tradición que tiene muchísimos años y está mezclada con el cristianismo, que es muy fuerte en México. Y que lo que termina pasando es una síntesis entre las dos tradiciones que se basa más en lo que cuentan las abuelas. Los distintos aspectos de la mitología pasan de boca en boca, no está escritos.
Espacio narrativo
—¿De qué forma trabajaron el tema del espacio? Porque la obra está pensada específicamente para el Paseo de las Tres Culturas.
—La idea es ir modificándola para hacerla en otros espacios abiertos, pero como solemos trabajar en ese lugar y podemos ensayar ahí, el espacio es completamente narrativo. Los árboles y las columnas se vuelven parte de la historia. Constituyen el escenario y cambiarlo sería modificar la puesta. La idea es poder moverla hacia otros lugares, pero una vez que hayamos agotado este espacio. Además, el espacio te define muchísimo en lo que es la narrativa y la teatralidad de lo que queremos mostrar. La idea es buscar otros espacios que nos brinden elementos para poder decir lo mismo, pero de otra manera. Esta obra fue creada para ese espacio.
Públicos
La directora del grupo Máscara Demoño, Oriana Ferrero, aclaró que la propuesta está apuntada a un público familiar. “En el teatro callejero es difícil hacer un recorte y pensar que una puesta es sólo para adultos o sólo para niños, porque gran parte del público es el usuario de la plaza y uno no sabe bien con que se va a encontrar. Entonces hay que tratar de que la historia sea atrapante para chicos y grandes, entendible para todos. También pasa que muchos ven la obra desde lejos, entonces todo está narrado para ser entendido desde cualquier punto”, explicó.
Incorporar las interferencias
Uno de los desafíos del teatro callejero es adaptarse a un entorno cambiante como el espacio público, donde pasan muchas cosas en paralelo a la puesta en escena, a diferencia de una sala. De modo que trabajar sobre los imponderables forma parte del entrenamiento de los actores. “Para poder captar la atención de la gente uno tiene que estar atento a muchas cosas, no sólo a lo actoral o técnico, sino también a los imprevistos. Si bien la obra no es específicamente clown, tiene mucho de clown. Entonces, siempre se puede incorporar todo lo que interfiera y volverlo narrativo”, indicó Oriana Ferrero.