Ignacio Andrés Amarillo
El productor cordobés dialogó con El Litoral sobre las particularidades del próximo Cosquín Rock en el Aeródromo de Santa María de Punilla, y analizó el fenómeno en las ediciones del encuentro en otros países de Latinoamérica.
Ignacio Andrés Amarillo
José Palazzo es uno de los productores de espectáculos más grandes del país, el más reconocido del interior, y uno de los últimos referentes “personalistas” en ese mundillo. Pero fundamentalmente es la cara y el alma del Cosquín Rock, el festival que nació en las sierras cordobesas para expandirse por el continente y más allá.
A días de una nueva edición del encuentro en su casa, el Aeródromo de Santa María de Punilla, El Litoral conversó con el empresario para analizar el momento que vive este fenómeno y cómo será esta nueva cita serrana.
—¿Cómo viene esta edición 2019?
—Para nosotros es una edición muy importante, por dos razones: primero porque en la coyuntura de la crisis económica, este tipo de festivales (que tiene una inversión de 80 millones de pesos) genera mucho stress, mucha preocupación, y a veces hasta le quitan las ganas a uno. Pero la realidad es que la ecuación va muy bien, ha habido una gran respuesta por parte del público.
Creemos que la respuesta masiva se está dando por dos factores: el primero porque logramos mantener un precio competitivo, en proporción a otro tipo de espectáculos; para lo cual tuvimos que hacer un esfuerzo y una “refinería” muy importante de todos los costos. Y el segundo porque creo que hemos logrado una grilla muy ecléctica, con mucha variedad, con muchos estilos de música que tal vez años atrás serían impensados para un festival de rock y que hoy se integran perfectamente, como el hip hop, el trap, el pop y la música electrónica. Eso también le ha dado un aire importante a la vida del festival. Siempre renovarlo es todo un desafío, sobre todo cuando se trata de momentos especiales en los que el rock argentino por ahí está un poco amesetado.
Sin embargo creo que hemos logrado, con la sumatoria de estas cosas que acabo de nombrar, generar una gran expectativa nacional e internacional: vendimos casi 500 en Uruguay y como 600 en Paraguay, hicimos una promoción con los que fueron al Cosquín Rock de Paraguay.
Sinceramente estamos con mucha expectativa, estamos contentos con lo que hemos logrado, hemos desarrollado una marca muy importante a nivel latinoamericano y a nivel argentino, y hoy nos sentimos un poco orgullosos, y quizás cerca del festival no podemos dimensionar que hemos hecho una cosa muy importante en este año que por ahí va a estar un poquito más difícil que otros.
Desafíos
—¿Cuáles fueron las principales dificultades que tuvieron que afrontar?
—La inflación hizo que nuestros costos variaran muchísimo. La inestabilidad del dólar, esa inseguridad hizo que muchos de los artistas internacionales que teníamos prebookeados no los podamos concretar; por ahí el año pasado habíamos logrado un poco de movimiento con artistas internacionales que ahora no pudimos repetir. Ésos son algunos de los pequeños castigos que este tipo de crisis te dan cuando uno produce este tipo de espectáculos.
—Mencionabas la incorporación del hip hop, el trap, la electrónica, géneros poco habituales en ediciones anteriores. ¿Cómo conviven con los artistas y los estilos de siempre, y cómo fue la decisión de decir “por qué no”?
—Hacemos Cosquín Rock en Latinoamérica, llevamos nueve ediciones. En el de Colombia, en el de Chile y en el de México (que programamos en conjunto con nuestros socios locales) muchas de las grillas incluían hip hop, cumbia y música electrónica. A mí un poco se me cuestionaba, pero veía el resultado que generaba la aparición de estos artistas en el marco de un festival de rock donde tocaba Ska-P, por ejemplo, o 2 Minutos, y había trap y hip hop.
Cuando vi la amplitud dije: “¿Por qué no lo podemos hacer acá?”. Entonces tomé contacto con Muphasa de El Quinto Escalón, que me contactó con lo que es el hip hop, el trap y la Pelea de Gallos; y con Buenas Noches Producciones, que es una productora de música electrónica de acá (Córdoba) muy buena. Una vez que encontramos la variable empezamos a trabajar en el desarrollo, y finalmente el resultado nos acompañó porque estamos muy bien.
—Se sumaron las ediciones internacionales, llegó a haber dos simultáneas en el mismo fin de semana (Uruguay y Chile). ¿Cuánto cambió el pasar de ser un festival a una marca regional?
—A tal punto se transformó que este fin de semana vamos a estar anunciando dos nuevas sedes, no las puedo adelantar porque tenemos una estrategia de comunicación, pero estamos sumando España el 20 de abril. Vamos a llegar al Cosquín Rock 2020 con 15 ediciones fuera de la Argentina, y con más de 300.000 tipos que sacaron su entrada para ver un festival que se llama Cosquín Rock en Latinoamérica. Imaginate el orgullo que nos da y la satisfacción que nos da haber logrado el desafío. Que tiene mucha inversión económica: no es que vamos y volvemos. Fuimos invirtiendo en la marca, en el desarrollo del festival, lo que significó horas y horas de viajes, de reuniones con alcaldes, sponsors, promotores y artistas.
Hoy Cosquín Rock en la sumatoria de todas sus ediciones es el festival más grande de Latinoamérica; y en cuanto a sedes es el más grande del mundo. Si bien hay sedes chiquititas de 6.000 personas, como Colombia, o de 10.000, hay sedes importantes como México que van 23.000, o las 26.000 que fueron a Chile. Y en cantidad de sedes ningún festival en el mundo tiene nueve sedes; y el año que viene va a tener 11.
Uno más
—¿Cómo se sostiene esto en el tiempo? ¿Cuánto depende de la persona de José Palazzo, cuánto del equipo y cuánto ya camina por sí mismo?
—El desarrollo del festival tiene una estructura en la que el equipo es fundamental. Yo soy una pequeña herramienta de ese equipo, en general suelo ser la cara visible; pero la realidad es que hay un equipo de trabajo impresionante. Cada Cosquín Rock de Latinoamérica tiene socios estratégicos, que a su vez tienen grandes emprendimientos: en Chile estamos con Lotus, que hacen el Lollapalooza; en Colombia con Páramo, que hacen el Estéreo Picnic; en Uruguay estamos con los chicos que además de trabajar con Agarrate Catalina tienen la sala del teatro; en Perú estamos con Mega Show, que es la empresa más grande de espectáculos de allá, en Bolivia también; en México estamos con Alejandro Tavares, que organiza el Rock por la Vida, e Ismael Montoya, que organiza el Machaca.
Todos nuestros socios latinoamericanos y el equipo argentino que va viajando a cada uno de los lugares hace que esto suceda. Ya José Palazzo no tiene nada que ver con eso, simplemente colaboro con las programaciones, con la producción, en la difusión del festival. Tengo un modus operandi en el que me gusta participar activamente de la producción, pero podría no hacerlo; podría hacer trabajo de oficina y no de campo, sin embargo opto por el trabajo de campo. Vamos a ver cuánto me dura el físico, ¿no? La respuesta es: soy una pieza más de un engranaje en el que hay elementos muy importantes en la producción.