El 23-F, ese día tan esperado por millones de venezolanos, pasó finalmente sin mellar el poder fáctico que ejerce el gobierno chavista de Nicolás Maduro, generó más dudas que certezas entre la huestes del presidente interino Juan Guaidó y, sobre todo, no dejó indicios de que la crisis institucional sin precedente que vive Venezuela vaya a resolverse a corto plazo.
La jornada de este sábado, en la que el antichavismo intentaría ingresar cargamentos de ayuda humanitaria que el chavismo rechazaba, transcurrió como tantas otras consideradas clave en la historia reciente venezolana: con algunos símbolos y apariencias más fuertes que ciertos hechos reales, y errores no forzados de ambas partes, pero acaso más de una que de otra.
El antichavismo solo logró entrar efectivamente en el país dos de los 14 camiones con alimentos y productos de higiene que planeaba introducir desde Colombia, según los datos que la Comisión Especial de Seguimiento a la Ayuda Humanitaria de la Asamblea Nacional (AN, parlamento) exhibió anoche a sus voluntarios en el comando montado en el Centro Cultural Chacao, en Caracas.
Además, el operativo dejó el saldo de cinco muertos, 131 heridos y 34 detenidos, de acuerdo con el balance de esa comisión, aunque algunos dirigentes antichavistas afirmaron que solo en la frontera con Brasil hubo 25 víctimas fatales entre los aborígenes pemones.
Tenés que leerDesde Brasil ingresó a Venezuela ayuda humanitariaEl entusiasmo que intentó transmitir en la última conferencia de prensa de este sábado el presidente de la Comisión, el diputado Miguel Pizarro, contrastó con las expresiones graves de los rostros de los legisladores y dirigentes que lo acompañaban en el estrado.
Por otra parte, el antichavismo no pudo mostrar la entrada triunfal de Guaidó, quien había abordado en Cúcuta (Colombia) uno de los tantos camiones que no logró llegar al territorio venezolano, y el mandatario interino debió dar en Cúcuta la rueda de prensa que tenía previsto dar del lado venezolano.
Con consignas similares a las que había expresado durante el día, el único anuncio de Guaidó fue que mañana asistirá en Bogotá a la reunión de los cancilleres del Grupo de Lima que procurarán acordar un aumento de las sanciones que sus países ya aplicaron al gobierno chavista y a varios de sus integrantes, pero no convocó a nuevas acciones para desestabilizar a Maduro.
No es un dato menor que Guaidó haya quedado en territorio colombiano: la administración chavista –que conserva el control fáctico del aparato estatal– le había prohibido salir de Venezuela y, por más que la frontera con Colombia es demasiado extensa y porosa, parece razonable esperar que haga todo lo posible por dificultar su regreso al país.
Como nunca desde el 5 de enero pasado, el antichavismo y sus aliados extranjeros no anunciaron esta vez el próximo paso en su agenda y, al margen de las declaraciones de condena a la actitud del régimen chavista, parecen haber quedado en la necesidad de recalcular su estrategia.
Tenés que leerDenuncian que la Policía Nacional Bolivariana quemó la ayuda humanitaria que ingresó por ColombiaDel otro lado, Maduro se salió con la suya sin pagar un costo mayor que el que ya venía asumiendo en los últimos años, pues su rechazo al ingreso de ayuda humanitaria ya había sido largamente expresado y la represión no fue mayor que la que aplicó a otras protestas o iniciativas de sus adversarios.
En ese contexto, no parece que vaya a debilitarlo especialmente el incendio total de un camión de alimentos y medicinas y parcial de otros dos, que el antichavismo quiso cargar a su cuenta aunque algunos de sus dirigentes admitieran que se debió a un accidente, producto de la caída no buscada de bombas de gas lacrimógeno sobre las cubiertas de plástico de los vehículos.
Por lo demás, Maduro atravesó otro día clave sin que se pusiera en duda la lealtad que le profesan las fuerzas armadas y los "colectivos" (grupos de civiles armados, responsables de la masacre de indígenas en Santa Elena de Uairén).
Las decenas de uniformados que desertaron este sábado, declararon lealtad a Guaidó y, sobre todo, quedaron refugiados en Brasil y Colombia, no afectan la relación de poder en unas fuerzas que, en conjunto, tienen alrededor de 250.000 efectivos.