Raúl Emilio Acosta
Raúl Emilio Acosta
El pensamiento periodístico, ese bastardo de las ideas al que ya hice mención en una nota anterior, ayuda bastante a invisibilizar al peronismo. A camuflarlo (“Informar el día por día debe redefinirse. No es ensayo filosófico, no es debate postural sobre algo consagrado, ni es aventura sobre lo conocido y el desafío que significa enfrentarlo. Esta nueva categoría, con lo que tiene de bastardo, espúreo, y definitivamente real, es el “pensamiento periodístico”. Cubre una necesidad básica. Qué está pasando. El gerundio es un verbo en acción. Asusta. Le tememos. Qué está pasando. Confiamos la respuesta, la acatamos. Proviene del pensamiento periodístico.”) El Pensamiento Periodístico tiene un anaquel donde coloca a todo el peronismo. Ya no es error. Es intención.
Existe un peronismo visible con Perón y permítaseme una digresión. El 17 de octubre del ‘45 no había peronistas... todavía. Los “ismos” son posteriores al facto.
Perón arma gobierno y Partido del Poder con los restos humeantes de ilusiones y sueños. Da lugar al sector del trabajo recortando el concepto de proletariado, reventando a la meliflua plusvalía y otorgando, con fuerza de ley, un sitio en las discusiones al delegado obrero, se repite: desde el poder, a los que advierten que no hay un lugar más cercano, que el sistema de tercios del peronismo es “un buen lugar”, que eso es lo más cercano a la Utopía, para sueños anarquistas, socialistas, socialistas libertarios, trostkistas, comunistas redentos, fascistas disimulados, nazis reciclados y radicales jacobinos.
UNA FILIACION GENÉTICA
Hay, en el gen que aparece, una gesta y una sumatoria. La gesta es de revancha. La sumatoria es la de ideas irrealizables en un sitio como Argentina. Aparente o visiblemente irrealizables.
El peronismo reformula el campo de las ideas sociopolíticas de finales de los ‘50 en Argentina. Ensambla con un siglo XX rediseñándose (Postdam, Breton Woods) y queda consolidado. Nunca mas el socialismo, el marxismo, el capitalismo salvaje franquearán la puerta del poder sin la combinación mágica. El abracadabra de dos sustancias. Elecciones y Peronismo. A poco los métodos de un partido de poder se transmiten a los que aspiran al poder. Hay quejas y acusaciones al peronismo. A sus métodos. Pero son adoptados.
No son intrigas de palacio ni discusiones teóricas el eje del peronismo. Son alícuotas del poder y pactos de parcelas.
El ejercicio del poder se realiza con el peronismo dentro en todos los casos. Para algunos desarrollos se habla de transacción subrepticia, para otros desarrollos políticos de encantamiento. Lanusse, Videla, Massera, Agosti, ejemplos del primer caso. Rogelio Frigerio, Arturo Frondizi, del segundo. No hay, desde el 1946, solución que no advierta la existencia del peronismo.
La existencia del peronismo como las dos vertientes irracionales: parte del problema, parte de la solución, ubica a la Argentina en un “cul de sac” extraño. Se acepta que el peronismo debe estar en todos los proyectos de país, en todas las variables posibles, pero se busca, dentro del peronismo, a los que piensan el poder como algo propio y no a los que, dentro de su carácter aluvional y movimientista sostienen el diálogo.
El obvio fracaso de la síntesis debe entenderse como algo provocado. El esquema es simple. Debemos reformular el país. Hablemos con el peronismo. El peronismo pide demasiado. Con el peronismo no se puede hablar. Este país no tiene arreglo.
Tal vez el momento mas nítido de la supervivencia peronista “a como de lugar” se produce luego de las elecciones de 1983. El peronismo pierde el poder político con/en el voto y debe reconstruirse desde el poder gremial y las legislaturas.
EL PACTO COMO FACTO
Derrotado en 1983 el peronismo intenta reformularse. No es todo el poder. Es compartir el poder político, negociar con “el capitalismo” y tratar de reconstituirse en su esencia: Partido del Poder.
El triunfo del radicalismo más jacobino se produce como consecuencia de una correcta lectura de la mala postura social del peronismo, interlocutor del Partido Militar. El voto popular reprueba ese apareamiento. Raúl Alfonsín denuncia “el pacto cívico militar” y poco importa si es verdad, importa que se cree.
Paradoja. Los gremios fueron los que prohijaron esa concepción fuera de la ley. El voto no redime al peronismo gremial que se ofertó como continuidad del Partido Militar. De 5.000 muertos por el Partido Militar la mayoría son militantes peronistas de base, militantes obreros.
Es obvio que el total de asesinatos es otro y se corresponde con un plan de eliminación más amplio, pero discutir el número de muertos nunca puede ser el eje para calificar una idea. Tampoco para perdonarla.
El peronismo decide en el país. La decisión es análisis. Debería provenir de un análisis. El análisis lleva a los “ilustrados” a la mesa de decisiones. Las últimas elecciones donde triunfó el peronismo alejaron a “los ilustrados” del poder. Debieron retornar como funcionarios.
Rara situación dentro del peronismo, quienes pueden analizar la realidad y sus variantes reciben órdenes de un corpus prusiano, pragmático y poco analítico de las variables de una sociedad. De todas menos una: conservación del poder político.
La sucesión de Menem / De la Rúa/ Anarquía /Duhalde / Kirchnerismo /Macrismo termina por definir un peronismo en el que ciertos nombres del sector gremial asumen roles protagónicos centrales. Los que, fuera del peronismo detentan el poder aceptan estos liderazgos porque bien son corruptos, bien parciales, bien ambas cosas. En ningún caso proyectan un país diferente. El Facto es el Pacto.
INVISIBLE Y ESENCIAL
Aquellos que piensan un país posible (como reverso de imposible) y que, provenientes del peronismo, del cansado radicalismo, de los liberalismos, entienden necesaria una síntesis, un diálogo, un proyecto, son invisibilizados por los que han congelado al peronismo en prepotente y corrupto, ignorante y piquetero, en todos los casos sectario y atrasado.
No hay casualidad en este enfoque. Hay intereses. Un país posible superaría traumas, divisiones, corruptelas, prebendas y lógicas minusválidas.
Como en las mejores novelitas policiales, si se busca a quien beneficia un peronismo irredento, ignorante y atrasado como interlocutor, se encontrará quien (quienes) asesinan meticulosamente la capacidad de raciocinio con homicidios que llegan a confundir a muchos que, de tanto escucharlo, leerlo, oírlo en los analistas mediáticos, aceptan que “pensamiento” y “peronismo” son conceptos antagónicos.
Juegan a la democracia electoral y todos ellos, cuando llega el recuento de votos, ay, ay ay, advierten que lo esencial es que esa “invisibilidad” suma votos. Todavía. Todavía demasiados. Se consuelan diciendo hay tiempo. Debemos hacer mejor la tarea. Algunos peronistas los ayudan. Torquemada los engendró hace mucho.
Se acepta que el peronismo debe estar en todos los proyectos de país, en todas las variables posibles, pero se busca, dentro del peronismo, a los que piensan el poder como algo propio y no a los que, dentro de su carácter aluvional y movimientista sostienen el diálogo.