Alberto Fernández fue jefe de Gabinete entre el 25 de mayo de 2003 al 23 de julio de 2008, acompañando a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández de Kirchner. Docente de Derecho Penal en la UBA, pasó por Santa Fe en noviembre último invitado por el diputado Leandro Busatto para participar de un panel.
Algunos dichos de esa larga conversación con El Litoral, café de por medio.
—¿Por qué está nuevamente cerca de Cristina Fernández?
—Miro retrospectivamente y veo que el kirchnerismo tuvo tres etapas bien diferenciadas. Una muy virtuosa, la de Néstor que ordenó y dejó la plataforma para hacer un país en desarrollo, con cierta pujanza; con el primer gobierno de Cristina la cuestión económica se empieza a relajar. Hubo un conflicto internacional enorme en 2008 con caída de Lehman Brothers pero también hay cierto relajamiento y sus políticas determinan que salieran del sistema financiero 80 mil millones de dólares y asoma eso que se profundiza en el segundo mandato que son los temores y las desconfianzas al gobierno. Su triunfo en 2011 obedece a que fue el gobierno que a la hora de ampliar derechos fue el más progresista en la historia de la democracia argentina. Ningún gobierno dio tantos derechos a las minorías: voto joven, matrimonio igualitario, la AUH, muerte digna, identidad de género. El último mandato de Cristina está signado por el total relajamiento económico, con problemas que minimiza y tapa pero no resuelve como la inflación; no le ponen la atención que merecía el déficit fiscal; el recurrente problema de la ausencia de divisas e impone el cepo que es mortal a la hora de contener inversiones y cierta gestualidad y ciertos gestos autoritarios que aleja a muchos sectores independientes. Tengo una visión crítica del kirchnerismo pero de los doce años, la Argentina que dejó Cristina fue infinitamente mejor que la recibida en 2003.
En diciembre del año pasado me llamó Cristina y me invitó a hablar. Desde lo humano, es una charla que reconstruye una etapa. Superamos la discusión y es como si nada hubiera pasado. Desde lo político, percibo una Cristina mucho más reflexiva, que se preocupa por saber qué es lo que pasó y con vocación de escuchar, abrirse.
—En esa etapa hubo fuertes hechos de corrupción. ¿Lo admite ella?
—Es un tema que tenemos que hablar. Es falsa, definitivamente falsa la idea de que hubo un gobierno que participó de un sistema de corrupción sistémico. No puedo decir que no hubo corrupción cuando encontraron a un tipo con un bolso con 9 millones de dólares en el baúl del auto. En el baúl de mi auto tengo los cd que me llevé de la casa de mi ex mujer. Son muchos más los nombres que nunca aparecieron ligados a la corrupción que los vinculados. Los vinculados que se hagan cargo. En las causas contra Cristina hay una definición de perseguirla e involucrarla en cada uno de los hechos. Por ejemplo, pensar que Cristina, siendo presidente de la República tenía idea de cómo se licitaban las obras públicas es un disparate. No lo sabe Cristina y no lo sabe un jefe de Gabinete y eso porque nadie se pregunta y se actualiza sobre cómo funciona una administración.
Soy docente de Derecho Penal desde hace 30 años, y cuando leo los argumentos de la causa de obra pública que se sigue contra Cristina donde se dice que tenía una asociación ilícita con (Lázaro) Báez para darle obra pública me caigo de espaldas. El juez dice que Cristina -por acción u omisión- se convirtió en jefa de una asociación ilícita. La acción es nombrar esos funcionarios en la obra pública y la omisión -que es peor- no evitar que las obras que el Congreso Nacional impuso que se hagan en Santa Cruz se hicieran. Con esos argumentos está procesada como jefa de asociación ilícita y administración fraudulenta. En la causa cuadernos, pasa lo mismo. Hay que hablar el tema, para aclarar y aclarar no significa proteger.
—¿Cree que Cristina puede ser presidente de unidad y no de la grieta?
—No lo sé, es un pregunta muy pertinente y difícil de responder. No sé si la gente querrá pasar por alto todos estos aspectos porque hace más de tres años está siendo ametrallada con la idea de este robo sistemático del kirchnerismo de la cual Cristina era responsable. No sé si la gente tiene vocación de escuchar toda esta explicación que estoy dando. Me llama la atención que los actores más reactivos a Cristina son los que la acompañaron hasta el último día. Me fui en 2008 y fui muy crítico. Mis críticas no estuvieron centradas en casos de corrupción, si planté con mucha severidad cuestiones de la economía que a Santa Fe la afectaron mucho, ejemplo, la concentración de la industria láctea que arruinó un montón de tambos. Muchos de los que hoy reaccionan, hasta el último día de Cristina avalaron eso. Estuve en contra del pacto con Irán pero lo votaron y se rasgan las vestiduras. Dije que el dólar futuro era una barbaridad y lo avalaban. Quisiera que tengan la honestidad para dar vuelta la página. El peronismo ha sido muchas cosas desde 1983: conservador con Luder, neoliberal con Menem, conservador popular con Duhalde, progresista con Kirchner, y con Cristina sólo fue obediente y fue el peor peronismo, porque por obediencia votó todo y ahora se rasgan las vestiduras. Miguel Pichetto -a quien quiero mucho- dice ‘me liberé’. ¿De qué te liberaste Miguel? ¿Quién te puso la pistola en la cabeza para votar las cosas que votaste hasta el último día? Ante mis críticas, recibí soberbia y decían que me mandaba a hablar Clarín, Repsol, cosas insólitas.
—Es necesario un gobierno y oposición con reglas claras de juego
— Para pensar un país distinto tenemos que terminar con esta lógica de hacer política en los tribunales. En los tribunales que los jueces resuelvan culpabilidades o inocencias, que lo hagan honestamente, hoy no lo hacen.
—A excepción de Rafecas y Casanello, desconfío de todos los jueces federales. Merecería ser incluida María Servini. Los otros han trabajado absolutamente para el gobierno de Macri.
—Muchos han trabajado para otros gobiernos, caso Oyarbide.
—Tenés razón, Bonadìo ahora está persiguiendo a un señor que se ha muerto (Muñoz) y dice que es el gran responsable de recibir el dinero de los viajes de los que hablan los cuadernos. En 2011, cuando Muñoz era parte de la estructura de poder, lo sobreseyó definitivamente. Se necesitan jueces dignos, no oportunistas. La Argentina necesita que estos problemas se diriman en una Justicia de Estado, no en este mamarracho en que se ha convertido Comodoro Py. Asombran las cosas que suceden allí.
— Cómo hacemos para hacer una Justicia digna
—Hay que nombrar jueces dignos, pero todo se ha tergiversado. El Consejo de la Magistratura se ha convertido en un botín de la política. Así está hoy el Consejo, es un asco. Es un fracaso absoluto. Necesitamos un tiempo donde la política salga de los tribunales.