En el mundo trabajan alrededor de 152 millones de niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años. La gran mayoría, un 71 %, lo hace en el sector agropecuario. En nuestro país la proporción se invierte: se estima que son 760 mil los niños y niñas de 5 a 15 años que realizan actividad laboral y, de ese total, un 27 % lo hace en zonas rurales. Entre adolescentes de 16 y 17 años la proporción es del 24 %.
En Santa Fe no hay una cifra definitiva aunque sí una fuerte presencia de esta problemática en la agenda pública. Y el programa “Offside: Marcando la cancha” puso el tema en el centro de la escena. El proyecto tiene financiamiento del gobierno de Estados Unidos y un plazo de ejecución de 44 meses.
La iniciativa fue ampliamente difundida días atrás, con la presencia en la ciudad del director de OIT en la Argentina Pedro Furtado de Oliveira, y será la prioridad a abordar en la primera semana de julio cuando se convoque a una reunión ampliada de la Comisión para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti) con el fin de hacer un diagnóstico y delinear estrategias.
Mientras tanto, Guillermo Cherner, subsecretario provincial de Políticas de Empleo y Trabajo Decente, y Pablo Ronchi, director provincial de Trabajo Decente, ambos del Ministerio de Trabajo, ofrecieron detalles del programa que involucra también a las provincias de Mendoza y Buenos Aires.
Decisión global, impacto local
“Offside no es un enlatado ni se define en la oficina que tiene la OIT en Buenos Aires. Es un programa financiado por el gobierno de Estados Unidos que contempla las características locales con el objetivo de resolver los problemas que se presentan en cada distrito”, explica Cherner. Y reseña que hay tres cosechas que aparecen seleccionadas y donde el gobierno de EE.UU. registra presencia de trabajo infantil: el ajo, el tomate y el algodón. “En Santa Fe el ajo casi no se cosecha, el tomate tiene cultivos más del tipo quinta o familiar y el algodón, del que un 15 % del país se cosecha en la provincia, hay una fuerte mecanización. Por lo tanto en la provincia, que tiene un gran componente agrícola, es importante hacer un diagnóstico y establecer dónde hay trabajo infantil, que lo hay, y abordarlo en forma particular”.
El objetivo general es que para 2025 el trabajo infantil sea erradicado a nivel global, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por Naciones Unidas. La declaración tuvo su correlato en la IV Conferencia Mundial que sobre el tema se celebró en Buenos Aires, en noviembre de 2017 y cristalizó un plan nacional “basado en aspectos que la provincia viene llevando adelante en los últimos años”, apuntó Cherner.
“Entendemos que estamos en condiciones de erradicarlo en la provincia de Santa Fe”, confió el funcionario para quien “hay una clara diferenciación del trabajo agrícola del urbano, donde la situación es mucho más compleja” y donde se entrecruzan estrategias de supervivencia en tareas donde están comprometidos los menores de edad. El trabajo infantil agrícola involucra un componente cultural en determinadas cosechas con mano de obra intensiva y pago a destajo en algunos lugares muy puntuales de la provincia, donde estamos en condiciones de erradicarlo”.
—Es complejo diferenciar cuándo la participación de niños y niñas se encuadra en colaboración familiar y cuándo es trabajo.
—Tenemos que diferenciar cuando hay o no delito, y cuando es “ayuda”. Porque los padres siempre dicen que ese chico está ayudando, y ahí tenemos un problema de trabajo infantil pero no un delito. Lo que tenemos que garantizar es que ese chico no interrumpa su trayectoria educativa. Y hay otros condicionamientos que tienen que ver con los trabajos que se llevan adelante: hay actividades consideradas peligrosas que ningún menor de 18 años puede realizar . Otras que están permitidas por ley a partir de los 14 años en el seno de la familia y a partir de los 16 por fuera de la familia (ver Los Límites). Ahí es cuando se confunde ese concepto de que el trabajo es útil para la formación de la persona y que construye cultura del trabajo. Con determinados condicionamientos si, pero cuando pasa a ser explotación infantil, el límite está muy marcado. Hay una ley nacional que lo prohíbe y normas que lo regulan, así que se puede determinar rápidamente cuando alguien se está aprovechando de un niño para el trabajo y cuando forma parte de un esquema de subsistencia familiar.
—¿Por qué le interesa a Estados Unidos aportar fondos para erradicar el trabajo infantil en tres provincias de la Argentina?
Cherner: —Es un correlato con políticas que iniciaron en los años 90 donde la industria manufacturera se globalizó y los productos empezaron a ser mirados con lupa en toda la cadena de producción.
Ronchi: —Estados Unidos es uno de los principales aportantes de todas las agencias internacionales como OIT, Naciones Unidas, OMS, FAO. En los sistemas de cooperación internacional es uno de los mayores aportantes por la capacidad de riqueza de ese país. En los ‘90 se dispara un programa internacional de erradicación de trabajo infantil que pone la lupa en algunos cultivos en particular y, regularmente, aparecen programas de financiamiento de proyectos.
—En el caso de Santa Fe, ¿cuáles son los cultivos donde podría prosperar el trabajo infantil, si no es el ajo, el tomate ni el algodón?
Cherner: —Puntualmente en los cultivos que tienen temporalidad, muchas veces llevados adelante en localidades donde en determinado momento del año todos van a la cosecha. Podemos mencionar la frutilla como el ejemplo que inició esta política pública en la provincia de Santa Fe. Pero es también la batata, la zanahoria y el arándano que crece en el sur de la provincia (N. de la R. La primera condena por trabajo infantil fue por un campo de arándanos en Santa Teresa). Y en paralelo, los cordones verdes de las grandes ciudades donde se da un trabajo familiar, donde todos colaboran en un emprendimiento colectivo. Claramente con estas políticas apuntamos a cambiar la cultura en las instancias familiares y a erradicar el trabajo infantil en las cosechas.
—Con la puesta en marcha de los centros de cuidado infantil, ¿las familias asumen que pueden dejar a sus hijos en esos lugares para que no participen en las cosechas?
Cherner: —Los centros de cuidado infantil constituyen una política que llama la atención. Con Unicef recorrimos algunos espacios el año pasado. Son instituciones que se van adaptando a las necesidades de cada lugar, cada una con resultados distintos. Monte Vera es un centro de cuidado en el seno de una comunidad boliviana con una tradición de trabajo familiar ancestral. Lleva casi tres años de funcionamiento y está incorporado en las familias que dejan allí a sus hijos. Eso hace que las madres puedan estudiar o trabajar, y que los hermanos más grandes que antes tenían que quedarse a cuidar a los más chicos ya no lo tengan que hacer.
Ronchi: —Quisimos conocer la perspectiva de las personas que son usuarias de estos espacios y nos respondieron que no habían reconocido el problema hasta que apareció la solución. Lo que logra el centro de cuidado infantil, además de su función primaria, es instalar una institución del Estado que habla de un tema del que antes no se hablaba. Está la posibilidad de que se incorpore a la agenda de la comunidad, a la discusión cotidiana, que se debata qué es el trabajo infantil, qué tienen que hacer los chicos y las chicas a esa edad. El impacto, además de lo concreto, es instalar el tema en la agenda de la comunidad.
Al Centro de Cuidado Infantil que se inauguró en agosto de 2018 en Mendoza 4445, en el corazón de Santa Rosa de Lima, se suma otro destinado a hijos e hijas de estudiantes de la escuela Secundaria Orientada N.º 507, en un espacio físico del Jardín de Infantes N° 256, lindero a la escuela Zazpe. Son más de 30 los CCI habilitados en toda la provincia.
El 12 de junio se conmemora el Día Mundial del Trabajo Infantil y para este año la OIT propuso, a nivel nacional, recopilar historias de vida de personas que trabajaron de niños y niñas. “El objetivo es desmantelar la creencia de que trabajar de chico ‘no hace nada’ y es uno de los temas culturales a abordar”, explica Guillermo Cherner, subsecretario de Políticas de Empleo y Trabajo Decente. En Santa Fe, las historias estarán vinculadas a pescadores y a pueblos originarios.
“Trabajo infantil es toda actividad o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por personas que se encuentran por debajo de la edad mínima de admisión al empleo”. A partir de allí, es la normativa la que establece los límites:
- Ley 26.061, de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes.
- Ley 25.255, que ratificó el convenio 182 de la Organización Internacional del Trabajo sobre las peores formas de trabajo infantil.
- Ley 24.650, sobre el convenio 138 de la OIT, sobre edad mínima de admisión al empleo.
- Decreto 1.117/2016 que tipifica las actividades que constituyen trabajo peligroso para menores de 18 años.
- Ley 26.847, modificación del Código Penal que incorpora el art. 148 bis con penas para quien aproveche económicamente el trabajo de un niño o niña en violación a las normas nacionales que prohíben el trabajo infantil.
- Ley 26.844, régimen especial de contrato de trabajo para el personal de casas particulares que equipara su situación con el resto de los trabajadores, prohíbe contratar a menores de 16 años y limita la jornada de trabajo para empleados mayores de 16 y menores de 18.
- Ley 26.390 que prohíbe el trabajo infantil y protege el trabajo adolescente, fija la edad mínima de admisión al empleo en los 16 años, establece condiciones para mayores de 14 y menores de 16 en empresas de familia y prohibe el trabajo nocturno para menores de 18.