Joaquín Furriel: "los argentinos tenemos fascinación por el género policial"

El Litoral | Télam

El actor argentino Joaquín Furriel, quien regresa este domingo a la pantalla de televisión con la segunda temporada de la serie policial “El jardín de bronce”, creía que el “caos que tenemos como sociedad” da lugar a una idiosincrasia de “mucho potencial para la germinación” del género policial.

Basada en la novela homónima de Gustavo Malajovich y coproducida por Pol-ka, la serie narraba la historia de Fabián Danubio (Furriel), un arquitecto que con la ayuda del investigador privado César Doberti (Luis Luque) buscaba de forma desesperada y durante una década pistas sobre su hija desaparecida a los 5 años.

ALERTA SPOILERS!!!

Tras conseguir reencontrarse con Moira (Maite Lanata), la vida está lejos de sonreírle: tiempo después siguen siendo dos desconocidos aprendiendo a convivir entre sí, con los traumas del pasado y con la dura verdad de que la adolescente no es en realidad su hija biológica.

En esta segunda entrega, Fabián decide honrar a su fallecido amigo y maestro Doberti y ayudar a una mujer (Paola Barrientos) a buscar a su hijo desaparecido en circunstancias misteriosas, para lo que volverá a contar con la asistencia de la policía Blanco (Julieta Zylberberg).

Furriel, que actualmente encabeza también “Hamlet” en el Teatro San Martín, conversó con Télam acerca de la aceptación del género policial argentino en el exterior y de la evolución de su personaje en esta segunda temporada de la serie del canal premium HBO, entre otros temas.

— ¿Qué puede esperar el espectador de esta segunda temporada?

— Es mucho más exigente todavía por la cantidad de personajes y por la cantidad de ambientes que hay y que todos, pero especialmente Fabián, tienen que atravesar en esta nueva búsqueda. Un gran trabajo creativo en una ciudad como Buenos Aires que es muy estimulante para filmar también, sobre todo un policial de estas características.

—La serie llegará a 70 países con el sello de excelencia que supone HBO ¿Qué tiene el policial argentino que conecta tan bien con el público extranjero?

—Históricamente tenemos una literatura policial muy buena, muy buenos autores. Creo que algo de este caos que tenemos como sociedad, esta dificultad de las instituciones para darle respuesta a las personas, esos espacios vacíos que va dejando el Estado hacen que aparezcan mafias de diferentes maneras. Todo eso y nuestra propia historia tan convulsionada, tan activa, con una sociedad tan despierta y que reacciona tanto, a nivel creativo es un lugar de mucho potencial para la germinación.

—En 2017 la trama despedía a Fabián habiendo resuelto su búsqueda, aunque insatisfactoriamente porque descubría que Moira no era su hija biológica. ¿En qué punto lo encontramos ahora?

— Retomamos la historia tres meses después de aquel final, en el que la conexión con Moira todavía está bastante precaria. La novela nos entrega un final fantástico, pero al mismo tiempo es una trampa para la segunda porque te deja con un desmadre que hay que ver cómo se soluciona.

—Habiendo terminado su búsqueda, habiéndose reencontrado 10 años más tarde con su hija perdida, ¿por qué Fabián decide volver a calzarse el traje de investigador privado?

— Dentro de todo lo inesperado y todo lo que le provoca un gran dolor, en la primera temporada le pasa algo que es que una especie de maestro que tiene en ese proceso muere. Y muere involucrado en el caso de la búsqueda de Moira. Así que en esta segunda temporada de una manera muy lúcida han resuelto que el caso que llega sea la desaparición de un chico de 15 años; un caso que Doberti, ese maestro, también estaba investigando cuando fue asesinado. Fabián hereda esta situación y decide ayudar a la madre a buscar a su hijo.

—¿Qué significa para él Doberti?

—Es muy especial lo que va a pasar con Moira y el caso en sí tiene unos mundos muy atractivos, pero también ese vínculo silencioso en ausencia entre Fabián y Doberti. La segunda temporada es de una gran transformación para Fabián, en relación a empezar a darse cuenta de que quizás puede descubrir pistas donde no las hay, y que su vida tan apagada, tan dolida, tan sufriente, tiene un sentido cuando empieza a tener una utilidad.