Crece la oferta y como consecuencia aumenta la demanda. O quizá sucede al revés. Lo cierto es que los gimnasios a cielo abierto, esas plazas con barras, caminadoras y abdominaleras cobran cada vez más presencia en espacios públicos. Incluso su equipamiento se vuelve más sofisticado y en algunos casos hasta presentan bicicletas equipadas con dínamos internos y puertos usb para cargar las baterías de los teléfonos celulares. Todo de acceso libre y gratuito, una ventaja fundamental a la hora de comparar estos espacios con los gimnasios tradicionales.
Según Miguel Magallanes, profesor de Educación Física, lo más importante a la hora de ponerse en forma por cuenta propia en este tipo de espacios es "no volverse loco y querer hacer todos los ejercicios".
Son equipos de uso aparentemente intuitivo pero que "utilizados erróneamente pueden provocar lesiones", señala el preparador físico a la vez que marca que mientras algunos de los puestos están diseñados para deportistas principiantes otros son, por el contrario, pensados para deportistas de grado avanzado.
"Este tipo de entrenamiento tiene como fin mejorar la parte física" explica Magallanes. Sin embargo, advierte que eso no incluye hipertrofiar o "sacar brazos".
"Si alguien quiere aumentar la masa muscular, tendría que dirigirse a un gimnasio tradicional", enfatiza el profesional para no crear falsas expectativas respecto a las metas que pueden lograrse con los equipos disponibles en estas plazas.