Ganancia de pescadores
Ganancia de pescadores
Lo primero a identificar es que, en el Cono Sur, se van instalando situaciones de desorden institucional que, provocados o no, son aprovechados por aquellos que saben pescar a río revuelto y como se comprenderá, los pescadores –salvo en excepciones- están fuera del río jugando a llenar la canasta de peces.
Lo segundo a identificar - de una vez por todas antes que aburra- es que los intereses contrapuestos, diferencias o disputas económicas, no son grietas que separan. A la larga - o mediana- unen. Por debajo de las posturas insalvables, intransigentes y fanatizadas, existe un estrecho lazo que une a quienes, desde el poder, se necesitan. Finalmente el predominio que se disputa es sobre la gran masa y no sobre la elite contraria.
Ahí a donde no da la luz del sol ni la artificial, es donde se define la política – con o sin mesa de acuerdo o guionistas- pero a las elites los une mucho más su condición de tal que la representación de los sectores que los erigen en semejante privilegio.
El progresismo conservador
De pronto un “modelo exitoso” (Chile) se encuentra con saqueos, millones de personas en la calle y un presidente que declara una “guerra” e instala al ejército en la calle.
Al “otro lado” – de la misma moneda- otro presidente, a quien sus padres consagraron con el nombre de “Lenin”, ejecuta –sin traducirlo siquiera- las propuestas del FMI en un “paquetazo” de medidas de austeridad que termina con edificios públicos incendiados y caos. Rafael Correa, se refiere al “traidor” a quien llevó, el mismo, a la presidencia. El más lúcido presidente de la década “progresista” mantuvo la dolarización de la economía, con una convertibilidad ideada por nuestro mismísimo calvo insultado: Domingo Cavallo.
Con ritmo de samba, el poder institucional en Brasil – la Justicia- luego de 580 días de prisión preventiva, decide que “algo cambió” y Lula sale al ruedo. Justo en el momento en que la comunidad internacional, por unanimidad, repudia a Bolsonaro, ya no por dichos sino por extorsionar al mundo produciendo un enfisema en el pulmón del mundo: el Amazonas.
La justicia injusta se vuelve justa por un lado y por otro es injusta, luego de haber sido “valiente” encarcelando al líder. No existe el hecho, existen sus interpretaciones. De ahí que el autoengaño necesita, en política también, una sobredosis de psicoanálisis.
Y de pronto el paísito mediterráneo con las riquezas naturales, minerales, más importantes del continente, se encuentra con un Evo Morales que renuncia al gobierno, luego de unos días de conflicto en las calles. Maduro no logra entender la dimisión y, desde el cielo la eternidad o la tumba, el Che Guevara se lleva las manos a la cara ¿Y este se dice revolucionario? El compañero Chavez y su amigo Kirchner entienden a Morales absolutamente y Lula… bastante.
Muertos o presos no hay ideología, ni proyecto político posible.
Habrá que decirlo, la jugada política institucional de Evo – y en retroceso- es magistral. Casi tan inteligente como la de Cristina Kirchner y su Fernández-Fernández.
Golpe gradual
Un golpe de Estado lo hace quien puede, no quien quiere.
En los últimos años han fracasado - y triunfado- decenas de intentos de ruptura del orden constitucional. La película, en su sucesión de fotogramas, muestra a un Evo Morales imponerse, en 2005, con el 54 % de los votos, cuatro años después arrasa, en su primera reelección, con un 64,22 % y en 2014, la voluntad popular le da la confianza con un 63,36 %.
Dos años después, el propio Evo, llama a un referéndum que no podía engañar mucho con reformar una constitución modelo, como la por el impulsada y sólo pretende borrar con el codo el impedimento a presentarse, en 2019, para una nueva reelección. Pierde. El 51 % de los electores dice “no Evo, hasta acá” y el 49 % le dice “hasta el infinito y más allá”.
Como gato panza arriba
El dato a observar es que -en dos años - un 15 % de bolivianos que le dijeron “queremos que seas nuestro presidente”, demostraron su preocupación con la perpetuación en el poder. Lo querían como presidente, pero no como rey… o cacique.
El Tribunal Supremo de Justicia boliviano, permitió que Morales se presente, a pesar de haber sido rechazado el pedido a su pueblo, para que pueda ser reelegido. No hay forma de comprender la maniobra como ética y democrática. Lo que se le fue negado en las urnas, Evo lo “exigió a la justicia”.
Este hecho es fundamental para comprender el error de lectura político del MAS que intentó empoderar la figura de Adriana Salvatierra como referente. La joven abogada de 30 años, se encontraba en la línea de sucesión Evo, como presidenta del Senado. Renunció junto a su jefe político. El liderazgo excluyente de Evo, construido con método y paciencia, no permitió que la joven “mida” en las encuestas. Cabe mencionar, también, que la revolución indigenista aymara, no pudo o no quiso profundizar, hasta los últimos años, una agenda de género en una sociedad tan machista como lo fue la composición del gabinete en los principios del gobierno del MAS.
El que se va sin que lo echen…
En las elecciones, del 20 de octubre, que ocasionaron el conflicto en escalada de violencia y la posterior renuncia de Morales, la adhesión al MAS fue de un 45 % o 47 %, según las versiones de antes o después del corte de conteo. Esto significa, en términos generales, una pérdida de casi 20 puntos de adhesión en sólo 4 años.
El proceso de crecimiento económico, sin precedentes en países subdesarrollados, tenía en su horizonte un frente de tormenta para continuar a tasas de entre el 5 y el 6 % anual, sostenido, desde la llegada del Mas al gobierno.
El gobierno de izquierda sucumbió – en marzo de este año- a facilitar la entrada de semillas transgénicas a Bolivia y la siembra directa sobre la Pachamama.
Desde el gobierno se aseguraba que “existe una superficie cultivada de soja de 1,3 millones de hectáreas, pero existe una capacidad para procesar hasta cuatro millones de hectáreas”. Este plan incluía, necesariamente, un proceso de desforestación pretendido por los productores agrícolas aglutinados en la conocida “media luna de Tarija” en el Este de Bolivia en donde los latifundios pertenecen, principalmente, a brasileros y argentinos. Es de esa región de donde nace la principal oposición económica, política, cultural y “blanca” al primer gobierno indigenista en cinco siglos de conquista.
La jugada del “delirante indigenista”
Evo Morales renuncia a la presidencia sin perder las elecciones, llamando a nuevos comicios, horas antes de que el Ejercito “sugiera” su renuncia, en lo que es una sugerencia con el revolver en la cabeza, dado que son las Fuerzas Armadas y la policía quienes gatillan el monopolio de la violencia a instancias de la decisión política del Estado con el presidente ¿Se puede catalogar como golpe de Estado? Si. La cadena de mandos se cortó y la plana mayor del Ejército tomó el control de sus propias decisiones ante un presidente elegido por el voto popular (63 %) en 2014, mandato que culminaba el 22 de enero de 2020.
De realizarse las elecciones, nuevamente, tal como lo sugirió la OEA, las chances de Morales eran escasas o nulas de ganar en media primera vuelta y, claro está, sabía perfectamente que un eventual ballotage perdía. El costo político de las irregularidades en los últimos comicios, noqueó las posibilidades del presidente renunciado y de continuar -5 años más- su gobierno tendría una debilidad suprema, tanto en la empatía popular como en lo institucional.
Evo, renuncia y pasa de villano fraudulento a víctima y héroe, en momentos en que la economía boliviana debía enfriarse, necesariamente, dada la crisis estructural en la región y la pérdida de un aliado preferencial en Venezuela que, si bien, aparece aún como presidente tiene poco y nada de poder en un país sin soberanía ante el vacío de poder en el que tanto EEUU, Rusia, China y hasta Irán se están haciendo un festín de oro y petróleo.
Maduro se quedó en el gobierno y renunció al Poder. Evo Morales renunció al gobierno y se quedó con muchísimo poder y legitimidad.
El Maquiavelo aymara ilustrado, no deja de sorprender, incluso, en el retroceso.
Por Pablo Benito