Desde hace años, un tradicional festejo para recibir el nuevo año se repite en la localidad santafesina de Melincué, cabecera del departamento General López. A la cero hora del 1º de enero, cientos de vecinos desfilan en caravana de vehículos por las calles del pueblo, mientras la mayoría del país se funde en un abrazo y hace chocar las copas.
Encabezan los Bomberos Voluntarios, con sus autobombas, ambulancias y pick ups; los siguen una incontable cantidad de motos; luego los autos particulares; policía y coches oficiales de la Comuna. Todos, haciendo sonar bocinas, encendiendo balizas y saludando al resto que se amontona en las veredas para devolver el saludo.
“Corbata”, un mozo de una recorrida parrilla céntrica, cuenta mientras mira de lejos que el festejo se hace desde que tiene uso de razón. “Tengo 60 años y desde chiquito los veo pasar. Es algo inédito en la zona”, asegura.
Raúl, como en realidad se llama, no deja de atender las mesas mientras los sonidos de las sirenas invaden su lugar de trabajo. Se golpea el bolsillo de la camisa y se besa el brazo. En ambos lugares lleva la palabra “bostero”. “Esto se ve cuando sale campeón Boca o para fin de año. Nada más”, dice mientras sonríe.
Los que no son del pueblo, sacan los celulares y filman felices atesorando el momento. Los que ya están acostumbrados, solo los miran pasar. Una señora se abraza con una chica, prende un cigarro y mira el desfile.
Ya es 1° de enero, pasaron 45 minutos del año nuevo y los caravaneros siguen celebrando.