El Observatorio Sirio de Derechos Humanos reportó que marzo fue el mes con menos asesinatos en Siria desde el comienzo de la guerra civil en marzo de 2011. Las cifras siguen siendo muy altas: 508 fallecidos, de los cuales 103 fueron civiles, pero pequeñas en comparación con los trágicos datos que suele reportar cada mes esta ONG con sede en Reino Unido, que informa diariamente sobre el discurrir del conflicto.
Las causas no están del todo claras. Ni siquiera esta organización ha podido enlazar el patrón a la significativa caída, pero hay dos grandes acontecimientos que han podido influir en estas cifras en mayor o menor medida: el primero es el acuerdo de alto el fuego alcanzado entre Turquía y Rusia el 5 de marzo de 2020 en la zona de Idlib y el segundo el efecto que tiene la pandemia del coronavirus.
Respecto al primero, es conocido de sobra que a pesar del alto el fuego, los combates se han seguido produciendo entre las diferentes facciones. La cuestión es si se ha logrado que estos se reduzcan. Turquía apoya a la facción rebelde siria presente en la región de Idlib, mientras que Rusia apoya al gobierno de Bashar al-Assad, que hasta ahora es quien domina el acontecer de la guerra.
Al-Assad, lanzó una ofensiva contra Idlib a finales de 2019 que produjo durante los dos primeros meses de 2020 un aumento muy significativo de las muertes a causa de sus bombardeos y de los enfrentamientos contra tropas rebeldes y turcas. La más perjudicada fue, como en la gran mayoría de conflictos, la población civil, que sufrió auténticas masacres y que hizo que casi un millón de personas se viesen forzadas a huir de su hogar.
Pero el citado alto el fuego no parece que se haya vuelto tan relevante al observar los datos. En marzo hubo un total de 2.802 ataques, en los que se incluyen 391 bombardeos rusos y 266 gubernamentales.
¿Afectó el Covid-19 en la guerra?
Según los datos aportados por la Universidad Johns Hopkins, el coronavirus no se ha cebado especialmente con Siria. El país ha confirmado tan solo 10 casos y dos muertes. La cuestión es creer hasta qué punto estas cifras son fiables, y dada la situación extrema por la que atraviesa el país, lo más probable es que la enfermedad se haya extendido más. Eso incluye los campos de batalla.
El miedo a un brote extenso en el país es muy grande. En general, lo es en la mayoría de los lugares de Medio Oriente involucrados en un conflicto, sea cual sea su índole.
El sistema sanitario en la gran mayoría de Siria está totalmente devastado. Más de nueve años de guerra e intensos bombardeos en zonas como Idlib o Alepo durante meses han destruido prácticamente todo a su paso. Un brote en Siria como los que se han observado en Irán o Europa podría terminar siendo una auténtica tragedia para un país que lleva casi una década sin paz.
Solo el 64% de los hospitales y 52% de los centros primarios de salud funcionan, mientras que el 70% de los trabajadores del sector ha salido del país, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
La presencia de militantes chiíes iraníes en los campos de batalla también ha hecho saltar las alarmas entre los combatientes, dada la gran presencia que tiene el virus en Irán.
Ante este temor generalizado, desde Naciones Unidas se ha intentado instar a un alto el fuego en toda la zona. La Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre Siria lanzó una voz de alarma luego de que se confirmaran los primeros casos de Covid-19 en ese país, advirtiendo que todas las partes en conflicto deben cesar las hostilidades para permitir que se tomen medidas urgentes que eviten una mayor catástrofe en el país.