“Acá llevamos alrededor de ocho mil infectados y 200 muertes, si no me equivoco, y recién vamos a cursar la tercera semana sin clases y de cuarentena”, cuenta Gisela Van Lacke, una santafesina radicada con su familia desde hace ocho años en Los Ángeles, California. Sin embargo, en Estados Unidos la cuarentena no es total, “eso me preocupa”, admite: “la gente aún sale a pasear, caminar, a hacer ejercicio...yo creo que eso también debería estar prohibido porque he visto familias paseando mientras uno tosía sin cubrirse la boca sobre autos estacionados, o salivando por doquier...”.
Ahora, Gisela y su esposo forman parte de esos miles de infectados. Por eso, llevan 20 días aislados en su casa. A pesar de que ninguno de los dos corrió riesgo de vida, la pasaron muy mal y tuvieron síntomas diferentes. Su esposo tuvo “fiebre alta, dolor de cuerpo y a los pocos días comenzó una tos que se fue agravando”. En tanto, ella se enfermó tres días después que él, “pese a que lo mantenía aislado del resto de la familia”. “Yo no presenté fiebre ni tos -añade- , mis síntomas fueron dolor de cuerpo, me quemaban los músculos, febrícula, mucho dolor de cabeza y como a los nueve días perdí el olfato y comenzaron algunas sensaciones de malestar de garganta”.
Tenés que leerEntrevista a Mercedes Viola: "Basta una semana y los números de 'corona' vuelan"Gisela recuerda que su marido “fue al médico pero lo mandaron a hacer reposo sin mucha más atención”, aunque “luego, como al décimo día de estar enfermo nos enteramos de unos amigos que dieron positivo así que con ese dato recién nos llevaron el apunte y nos dieron cita para hacer el test”. “Para ese entonces -asegura- ,él ya había ido a la guardia a que le revisaran los pulmones porque su tos estaba muy preocupante, y gracias a Dios sus pulmones estaban perfectos y su oxigeno también. Además, explica que para realizar la prueba hay que esperar dos horas previas y la respuesta se obtiene a los cuatro días.
“Mi esposo creo que al decimosexto día ya se había curado, o por lo menos desaparecieron casi todos sus síntomas del Covid-19, que finalmente dio positivo, pero yo todavía presento algunos síntomas”, reconoce. Pero hace una advertencia: “hay días que parece que uno se siente un poquito mejor y se ilusiona de que está pasando y en cuestión de horas todo empeora otra vez”.
En cuanto al tratamiento, no hay mucha diferencia con nuestro país, “solo paracetamol para los dolores y la fiebre; reposo; mucho líquido; reforzar sistema inmunológico; terapia intensiva para los graves”, enumera. “Ahora debemos esperar siete días sin síntomas para salir; algunos médico opinan que la recuperación es al tercer día sin fiebre, pero como yo no tuve fiebre prefiero quedarme con la idea de siete días sin ningún síntoma”, manifiesta.
La política sanitaria en Estados Unidos
Si bien “no están pidiendo datos de cobertura médica en los hospitales ni tampoco se está cobrando el test”, “eso no quita que en un tiempo nos llegue la factura por correo...aunque eso no debería pasar porque el Presidente dijo que la atención por este virus sería gratuita”, relata Gisela. En el mismo sentido, reconoce que no entiende “cómo las autoridades no decretan la cuarentena total”, “porque, por más que los lugares públicos estén cerrados menos mercados y farmacias la gente sale”. “Y ni hablar de algunos jóvenes que se siguen reuniendo igual -porque no hay controles-, así como familias que se reúnen y se van a visitar como si nada”, advierte.
También cuenta que “se acabaron el alcohol en gel y papel higiénico hace muchísimo”. El jabón de tocador es otro producto que escasea. Pero hace unos días las autoridades comenzaron a realizar controles para que no haya faltantes, tras llegar al punto de “tener que poner policías para que no se agarren de las mechas por un producto”. “Por suerte yo tenía en casa y hasta hice mezcla de alcohol común con agua para rociar y desinfectar”, comenta.
La importancia de la empatía
Gisela también tuvo una buena experiencia durante su contagio: el apoyo de sus vecinos. “Algunos de lejos nos preguntaron si estábamos bien y dijimos que sí, por las dudas... no sé, nos dio temor que algún loco quiera hacernos daño -reconoce-, pero, por el contrario, muchos se acercaron a dejarnos comida en la puerta de casa y provisiones, ¡sin que se lo pidamos!”
Además, aprecia lo positivo de la experiencia argentina. En tal sentido, reconoce “que Argentina viene tomando medidas muy valientes”. “Me deja tranquila porque tengo familia en Santa Fe, se afligieron mucho por nosotros pero ya están tranquilos de que no nos agarró con gravedad. También sé que se han recortado sueldo algunos políticos , eso es admirable, los aplaudo”, manifiesta. “Acá parece que hasta septiembre no vuelven las clases y nos gustaría ir para allá, pero no sabemos si conviene teniendo en cuenta que el invierno se pondrá probablemente más complicado”, lamenta. “Pero esperamos que aparezca una vacuna pronto”.
Y respecto de la empatía, Gisela se anima a dejar un mensaje alentador para los argentinos: “deseo que la gente tome conciencia, respeto y empatía”. “Si todos nos detenemos podremos vencer esto pronto pero tenemos que hacerlo todos juntos y a la misma vez”, agrega. “Pueden salvar la vida de alguien además de la suya propia; consideren que no todos están fuertes inmunológicamente y pueden afectarlos de gravedad por un simple deseo egoísta de salir un poquito a pasear “porque hace bien despejarse”, recomienda. Finalmente, pide “qué no sientan miedo no pánico”, pero sí “usen la sabiduría para ser precavidos y cuidadosos”. “Y sean generosos con los que no tienen”, concluye.