El informe realizado por psicólogos de la UADE (Universidad Argentina de la Empresa) explica que cualquier encierro por más de diez días ocasiona en las personas cambios emocionales y de comportamiento, para los que es mejor estar prevenidos.
El informe realizado por psicólogos de la UADE (Universidad Argentina de la Empresa) explica que cualquier encierro por más de diez días ocasiona en las personas cambios emocionales y de comportamiento, para los que es mejor estar prevenidos.
Entre los cambios en el comportamiento humano que pueden aparecer, tanto de origen interno como en respuesta a estímulos externos, podemos encontrar los siguientes:
-Agorafobia: contrario a lo esperado -como se ha visto luego de la epidemia de SARS- muchas personas desarrollarán una fobia a los espacios públicos y autolimitarán su salida.
-Aumento de abuso de sustancias: puede verse incrementado el consumo de alcohol, de psicofármacos o de otras sustancias como una manera distorsionada de anestesiar el dolor emocional.
-Aumento de síntomas obsesivos: el temor al contagio puede persistir por bastante tiempo, de modo que los rituales de limpieza de la casa y el lavado compulsivo de manos pueden ser frecuentes y, en algunos casos, desmedidos.
-Cambios de conducta: viajar, desplazarse, mandar a los niños nuevamente al colegio, ir a comer afuera o ir a un cine serán actividades que se irán retomando gradualmente, tanto por una restricción impuesta como autoimpuesta por el nivel de ansiedad y miedo que suscitan.
-Duelo por la pérdida de un ser querido: la imposibilidad ante la verificación visual del fallecimiento produce una negación de la pérdida que vuelve a este proceso doloroso e incluso surgen resistencias. La falta de confirmación del cuerpo sin vida hace mayormente dificultoso procesar esa pérdida.
-Estigmatización: es posible que algunas personas sean estigmatizadas por ser posibles portadoras del virus o que se discrimine a ciertos sectores sociales como responsables de la pandemia.
-Estrés postraumático: algunas personas pueden persistir en el tiempo con síntomas de ansiedad, miedo, angustia, depresión e insomnio. También pueden aparecer síntomas somáticos como consecuencia de la situación de estrés prolongado (síndrome de intestino irritable, enfermedades cardiovasculares, alopecia y otras enfermedades de la piel, aumento de alergias, enfermedades autoinmunes, entre otras).
-Nuevas formas de relacionarse: la distancia social generará nuevas modalidades de reunión y habrá cambios en las relaciones afectivas que serán puestas en valor nuevamente. Recordemos: la distancia será física, no afectiva.
-Reacciones eufóricas: el confinamiento prolongado puede generar una salida eufórica hacia el contacto, las reuniones sociales y el descontrol.
-Readaptación de los niños: luego de un período de tiempo tan extenso en contacto ininterrumpido con los padres, es probable ver en los niños más pequeños conductas regresivas, caprichosas y angustia de separación.
-Problemas económicos: a la salida del confinamiento muchas personas se enfrentarán a la pérdida de sus empleos o de sus negocios, lo cual puede devenir en una fuente de estrés de alto impacto.
Las recomendaciones para acarrear con los problemas que surjan
-Aislados, pero en contacto: la tecnología digital nos permite estar solos, pero juntos. Establecer conversaciones más emocionales, más íntimas. Permanecer conectados con las personas de riesgo.
-Asomarse de a poco: será necesario salir gradualmente porque el mundo habrá cambiado. Reconstruir hábitos cotidianos, salidas, distancia en la calle y en espacios públicos, uso de tapabocas, medidas higiénicas. No apresurarse y hacerlo de modo gradual.
-Contener a los niños: entender que el proceso de separación llevará tiempo. Es probable que tengan miedo, pesadillas y angustias. Utilizar el dibujo y los cuentos para elaborar la situación de despegue de los padres y para elaborar la distancia con los abuelos.
-Disminuir el consumo: no sabemos cómo será la situación y las pérdidas financieras. Será importante no endeudarse con lo innecesario y recordar que pronto encontraremos soluciones. Hacer compras y comidas entre vecinos puede ayudar en esa etapa. Volverá la vida comunitaria.
-Estar atentos a las nuevas oportunidades: todo acontecimiento que trastoca o disuelve costumbres y modalidades de costumbres brinda la oportunidad para que la imaginación creativa, el talento y el esfuerzo construyan arquitecturas nuevas, enriquecedoras y donde lo imprevisible dibuje un paisaje estimulante.
-Evitar "quemarse" la cabeza: eliminar el sonido de las notificaciones, pedir al interlocutor aclarar si es urgente, hacer pausas, respetar horarios, pedir audios de no más de 30 segundos, no abrir videos de cadenas. Silenciar el teléfono todo lo posible.
-Mantener los lazos a pesar de la distancia física: la distancia es física, no social. Es importante estimular la solidaridad y la proximidad afectiva.
-No asustarse por los síntomas: es normal sentir miedo en la primera etapa. Ya se irá habituando. En principio, la calle y los espacios públicos pueden parecer amenazantes, pero no los son si siguen las recomendaciones oficiales. Sí al miedo útil, que permite determinar claramente lo que tenemos que afrontar. Y, no al pánico inútil que solo bloquea, paraliza y distorsiona.
-No discriminar a enfermos de covid-19 ni personal de salud: cuando comience la circulación es importante pensar que cualquier persona puede ser portadora del virus y que todos podemos requerir atención. No agreguemos estrés al personal de salud ni de seguridad.
-Superar el insomnio gradualmente: no automedicarse, volver a las rutinas de horarios, no cenar copiosamente, hacer una meditación antes de dormir, no ver las noticias más que una vez al día y que no sea en la noche.
Por último, El informe habla de la importancia de la solidaridad. Así como Hemos sostenido esta cuarentena, entre todos, para evitar el contagio mutuo; para enfrentar la salida progresiva de la cuarentena debemos apoyarnos emocionalmente en nuestros pares y evitar aquellos viejos hábitos que hoy pueden llevarnos a la enfermedad.