Santa Fe es una referencia a nivel nacional por su rico quehacer cultural. Y lo era también hace dos décadas. Pero, paradójicamente, todos los espacios en los cuales los artistas tenían la posibilidad de poner a consideración del público sus creaciones estaban concentrados en una zona bien delimitada del macrocentro, con pocas excepciones.
Así fue que, a mediados de 2000, el actor, director, guionista y docente Walter Alemandi tuvo una idea: generar un espacio lejos de la zona céntrica, para amplificar de esa forma las posibilidades del público de los barrios del norte de acceder a una propuesta cultural más amplia, fundamentalmente vinculada con las artes escénicas, sin tener que movilizarse a lo largo de muchas cuadras para llegar.
Secundado por otros colegas, Alemandi apostó en grande: transformó el patio leñero de la panadería familiar ubicada en Estanislao Zeballos 3074, en el corazón de barrio Belgrano. Y sentó allí las bases del Teatro de La Abadía un 1° de setiembre de 2000, que con el tiempo se convirtió en una "morada" para los artistas independientes.
Una de las premisas que guió a La Abadía desde el principio fue la de ofrecer talleres y espectáculos para gente de todas las edades. Y a lo largo de los años, sus coordinadores trabajaron en forma activa para escalar peldaños en ese sentido. De modo que no solamente los hacedores culturales santafesinos dejaron su impronta en la sala, sino también grupos y creadores de todo el territorio nacional y hasta de otros puntos del globo. Inclusive, La Abadía fue en repetidas ocasiones sede de prestigiosos encuentros y festivales relacionados con las artes escénicas.
Pero también la institución se ocupó de concretar producciones integrales como "El Resorte Teatro", que en 2008 puso en escena una obra para niños, "Zapatones", escrita por el prolífico Jorge Ricci y estrenada en el año 2012, "De tangos, ángeles y demonios", "Se casa la vecina", "Show" y "Rotos de amor", creada por otro referente del teatro santafesino como Rafael Bruza. El trabajo detrás de cada una de esas puestas incluye todas las fases: desde la elección y adaptación del texto hasta los ensayos, la escenografía, el vestuario, el diseño gráfico, lumínico y sonoro y la difusión a través de distintos medios.
Uno de los últimos trabajos generados desde el propio espacio, a través de la Compañía Comediantes de la Abadía, fue "200 gramos de mariposas", estrenada hace justo un año atrás, con dirección del propio Alemandi. Se trata de una comedia escrita por los dramaturgos Emilio Ferrero y Héctor García Blanco que no se había estrenado en Argentina hasta que lo hicieron estos artistas.
Actualmente, en virtud de las restricciones que impuso la pandemia para la realización de actividades con público, La Abadía debe mantener sus puertas cerradas. De hecho, en una reciente charla con Multimedios El Litoral, el propio Alemandi contaba la mezcla de tristeza y nostalgia al ver apagado un ámbito habitualmente lleno de gente, alegría y vida en movimiento.
Sin embargo, no es la primera vez que atraviesan un momento difícil. Ya hubo otros, como la crisis social y económica de finales de 2001, que sobrevino cuando La Abadía apenas tenía un año y medio escaso de vida y se tradujo en una merma en la cantidad de público y talleristas. O la inundación del río Salado en 2003, que puso a la ciudad entera en un doloroso paréntesis hasta que las aguas cedieron.
Hoy sus referentes, Walter Alemandi y Giselle Wulff se mantienen a la espera que esta situación excepcional que impuso el Covid-19 pase y permita, en la medida de lo posible, recuperar cierta normalidad en el funcionamiento de la sala. Valoran el apoyo recibido por el Instituto Nacional del Teatro a través de las líneas de ayuda que forjó desde las primeras semanas de aislamiento.
Si hay un aspecto que valoran los artistas y espectadores que pasaron alguna vez por la sala ubicada en Estanislao Zeballos al 3000, es la calidez de los coordinadores, que hacen sentir a todo el que pasa por el lugar (sea como trabajador de la cultura, espectador o participante de alguno de los talleres) como parte de una gran familia. De modo que, en un aniversario atípico como el que plantea este 2020, el teatro de La Abadía sigue vigente como un centro que irradia amor al arte y las personas que lo producen.