A sus 73 años, el ex presidente comunal de Melincué, Oscar Pernigotti, empieza a vislumbrar su retiro del mundo empresarial y quiere hacerlo por la puerta grande: su objetivo es crear el primer Museo del Sexo de Santa Fe, algo que sería único en el país. Y para cumplir ese sueño, quiere compartir con el mundo la innumerable cantidad de juguetes sexuales, prendas íntimas y otra clase de recuerdos que los clientes del sur provincial fueron olvidando a lo largo de 40 años en los dos moteles que su familia posee.
En dialogo con El Litoral, el empresario reconoció que su idea no es nueva y que viene desde la época en que se empezó a construir el edificio del Motel JR, en el cruce de las rutas 33 y 93, en la ciudad de Firmat. A mediados de los 80, vislumbraba un crecimiento importante y pensaba en dejarle un recuerdo importante a los firmatenses para su retiro.
“Me preguntaba qué se podía hacer si el edificio quedaba ‘rodeado’ por la ciudad (N de la R: el motel se encuentra en las afueras de Firmat). Por eso pensé en algún momento convertirlo en un museo de objetos olvidados por los clientes”, dice. Y es que actualmente, sigue acumulando las cosas que encuentra, con día, hora y habitación.
Los rubros son variados. Las cosas materiales que quedaron después de que se apagara la pasión, van desde juguetes sexuales (los hay de todo tipo y asegura que es lo más normal que se olviden), hasta bicicletas o ruedas de autos. Recuerda además haberse topado con cientos de cadenas, prendas íntimas, camperas, remeras, pullovers, zapatos, tarjetas y relojes de mucho valor. Aun hoy, tiene todo el material guardado en secreto, por las dudas que alguna vez vuelvan. “Pero ya pasaron muchos años”, amplia.
Gentileza El ex presidente comunal de Melincué, Oscar Pernigotti.
El ex presidente comunal de Melincué, Oscar Pernigotti.Foto: Gentileza
Dice que lo más extraño que encontró, fue un perro: “Había un cliente que llegaba siempre con el animal en una pick up. Un día, se ve que el perrito tuvo sed o vio pasar una perra. Saltó de la camioneta y se quedó. El dueño nunca volvió”, describe. Y agrega: “El señor se fue y el perrito quedo. Pero otro hombre que venía hasta tres veces por semana, le empezó a dar de comer (al perro) y se encariñó. Un día nos preguntó si se lo regalábamos y se lo llevó, porque tampoco era nuestro”.
Asegura que no conoce una experiencia “similar” en el país (de hecho, no hay) y aclara que su iniciativa no es en lo inmediato: “Depende de las autorizaciones que en este caso hagan el Municipio y el Concejo local. Me gustaría que haya alguna comisión o cooperadora que lo pueda explotar”, agrega. Y reconoce que de aparecer la oferta de algún empresario, también lo pensaría.
Es para remarcar, que a raíz de la pandemia por coronavirus que afecta al país, el motel fue cerrado. Volvió a abrir, pero no está totalmente operativo: “La gente se cuida. Lo que funciona más es la parte hotelera. Perdí muchos ingresos y clientela. Es una debacle continua. La situación del rubro es preocupante”, añade.
En otro lado, se consigue
Los museos del sexo eran populares en Europa a fines de la década de 1960 y durante la década de 1970, en plena era de la revolución sexual. Desde la década de 1990, estos museos a menudo se llaman “museos eróticos” o “museos de arte erótico” en lugar de “museos del sexo”.
Si bien como decimos en este artículo, no existe algo parecido en el país, tampoco abundan en Sudamérica. De hecho, solo se conoce uno: el Museu do Sexo Hilda Furacão, en Belo Horizonte, Minas Gerais, Brasil. También existe el Museo Larco en Lima (Perú), que posee una sala de arte erótico prehispánico.
En cambio, en Norteamérica hay para todos los gustos: está The Leather Archives and Museum, en Chicago; el Museo del Sexo en Nueva York; el Museo Erótico de Hollywood; el Museo de Arte Erótico Mundial en Miami Beach; y el Museo del Patrimonio Erótico en Las Vegas.
En Europa, la cosa es más popular. Se sabe de espacios dedicados en Ámsterdam, Paris, Hamburgo, Berlín, Copenhague, Barcelona, San Petersburgo, Nápoles, Venecia, Londres, Praga, Kaunas, Atenas, Moscú, Varsovia y Budapest.
Luego en Asia, se los ubica en Shanghai, Bombay, Seúl e Isla de Jeju. En Japón, hay muchos museos de sexo llamados "Hihokan” (casa de los tesoros ocultos) en todo el país. Finalmente, en Australia aparece el Museo Nacional de Erótica en Canberra.