Las calles de varias ciudades de Polonia han vuelto a ser escenario de multitudinarias protestas por séptimo día consecutivo contra la nueva ley del aborto, que aumentó las restricciones para la práctica del mismo.
Las calles de varias ciudades de Polonia han vuelto a ser escenario de multitudinarias protestas por séptimo día consecutivo contra la nueva ley del aborto, que aumentó las restricciones para la práctica del mismo.
Este miércoles ha tenido lugar también una huelga general de mujeres convocada por colectivos feministas, a la que se sumaron otros sectores de la sociedad, como trabajadores y funcionarios públicos, colectivos de estudiantes, e incluso algunas empresas privadas.
El pasado miércoles salió adelante una propuesta de Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco) ante el Tribunal Constitucional en 2019 para que se ilegalizara el aborto en casos graves de malformación del feto, que representa casi la totalidad de las interrupciones de embarazo en ese país.
En 2019, el aborto por malformación del feto supuso el 97% de los 1.110 abortos que se practicaron en hospitales polacos. El síndrome de Down fue la justificación de más del 40% de los abortos legales practicados en ese país el año pasado.
Actualmente, el aborto también es legal en el país si el embarazo pone en riesgo la vida o la salud de la madre, así como cuando es resultado de violación o incesto.
Las críticas de los manifestantes no sólo fueron dirigidas hacia el PiS y su líder, el que fuera primer ministro de Polonia entre 2016 y 2017 Jaroslaw Kaczynski, sino también hacia el Constitucional al que acusan de estar politizado y bajo la influencia del partido gobernante de extremaderecha.
La decisión del Tribunal Constitucional es rechazada por el 75% de los polacos según una encuesta elaborada por la empresa de consultoría Kantar.
Esta decisión parece haber mermado el apoyo del PiS, ya que, según este mismo sondeo, habría caído hasta el 26%, el más bajo desde las parlamentarias de 2015, cuando obtuvo el 37% de los votos.