El grupo Canticuénticos presentó hace pocas semanas su quinto disco “A cocochito”, que aborda diversos temas, desde el lenguaje y la ecología hasta la identidad. “Cada canción nace de diferentes maneras, respondiendo a alguna situación, deseo o historia real o inventada”, afirmaron. Y destacaron que trabajan “con la esperanza de volver cuanto antes a los abrazos compartidos”.
Archivo El Litoral / Manuel Fabatía Con Canticuénticos agradecemos haber podido seguir generando contenidos desde nuestras casas y principalmente seguir cerca de nuestro público , apuntaron los integrantes del grupo.
No es ninguna novedad que Canticuénticos, gracias a su imaginativa propuesta, es un fenómeno único en la provincia de Santa Fe e incluso en el plano nacional. Sin embargo, los integrantes del grupo de música infantil que en la última década construyó auténticos hits para el público familiar como la “Cumbia del monstruo” y “El mamboretá” todavía se asombran con las cifras que marca el canal Youtube: más de 245 millones de vistas acumuladas de sus canciones.
“Cada vez que miramos ese tipo de números nos volvemos a sorprender y a la vez sentimos un enorme agradecimiento porque esos números en realidad reflejan cosas muy conmovedoras. Por ejemplo: que nuestras canciones y videos son parte de la vida de muchas nenas, nenes y familias, que ayudan a docentes en sus clases, que sirven de estímulo acompañando a una gran cantidad de terapias”, señala Ruth Hillar, compositora y flautista.
Es que la huella de los Canticuénticos está presente en las vidas de quienes no se van a dormir si no escuchan “Noni noni”. De aquel que dio sus primeros pasitos mientras sonaba la “Zamba para aprender a caminar”. De quien le puso el “Firulé” a su perrito, de quien festejó su cumple invitando al monstruo a ser el personaje de la torta y quien se disfrazó de Canticuéntica o Canticuéntico para carnaval. De quien aprendió a leer con el libro de “El mamboretá. “Y, lo que agradecemos cada día, quien pudo salir de situaciones terribles de abuso con el acompañamiento de ‘Hay secretos’”, remarca Hillar.
En 2020, a pesar de las limitaciones que impuso la pandemia de Covid19, el grupo siguió trabajando. Hace pocas semanas presentó su quinto álbum, “A cocochito”, con 15 canciones propias y lanzó el octavo libro de la colección Canticuénticos en papel. De todo eso charló Hillar con este medio.
Trabajar en tiempos difíciles
-“A cocochito”, incluye 15 canciones propias, algunas compartidas por el grupo en las redes durante los últimos meses. ¿Cómo fue trabajar en el contexto de la pandemia?
-Esta pandemia fue un desafío tremendo para todo el mundo. Con Canticuénticos agradecemos haber podido seguir generando contenidos desde nuestras casas y principalmente seguir cerca de nuestro público de diversas maneras. Además de las canciones y videos que fuimos adelantando del disco nuevo, empezamos una colección de videos sobre diferentes temáticas “La Cantiteca”, que muchos docentes usaron para sus clases a distancia. Es muy dificil llenar el gran vacío que deja la falta de conciertos en vivo, esa energía tan bella que va y viene entre el grupo y el público, pero como sociedades estamos aprendiendo a comunicarnos y generar cercanía de otras maneras. Estuvimos presentes en muchos hogares, escuelas, jardines, clubes y universidades a través de videos y encuentros por plataformas. Siempre con la esperanza de volver cuanto antes a los abrazos compartidos.
Búsquedas
-En este disco han intensificado la búsqueda inspirada en los ritmos latinoamericanos, marca registrada de Canticuénticos, pero también hay personajes, temáticas nuevas e incluso juegos ¿Cómo aparece todo eso dentro del grupo?
-Creo que, por un lado está esa búsqueda que mencionás, tratar de seguir reafirmando nuestra identidad latinoamericana y sostener vivo y en crecimiento ese patrimonio para las nuevas generaciones. Y de ese tronco que no para de ramificarse y fortalecerse, van brotando las canciones como hojas y flores de diferentes colores, tamaños y formas. Cada canción nace de diferentes maneras, respondiendo a alguna situación en particular, algún deseo, alguna historia real o inventada. Pero todas ellas son reflejo de su momento y su lugar. Canciones que cantan desde Santa Fe, acompañando el paso del tiempo.
Una voz que suma
-La canción “En la casa de José” cuenta con la voz de Cintia Bertolino, como invitada, que ya es casi parte del grupo ¿Cómo fue su aporte?
-Cintia ha hecho y sigue haciendo aportes muy importantes para Canticuénticos. Es nuestra asistenta de puesta en escena y nos ha ayudado a armar las puestas de varios espectáculos. Pero también se sumó al grupo como cantante en varias temporadas, cada vez que nació alguna o algún bebé canticuéntico. En el disco anterior Cintia grabó en la escuchadísima “Murga del monstruo” y en “Un remolino” Para esta canción del nuevo disco, desde el comienzo pensamos en su voz, junto a la de Laura, ya que la instrumentación es pura percusión y nos encantaba la resultante del “Emparche”, grupo de Santa Fe en el que ella cantaba. Cintia también está participando de la Cantiteca, armando capítulos para enseñar coreografías sencillas y muy divertidas sobre algunas canciones.
Arte y libertad
-Uno de los temas “Porque yo ya sé leer” hace referencia a lo importante que es aprender a leer textos, pero también aprender a leer el mundo. ¿Podría ser esa, en síntesis, la misión de Canticuénticos?
-La letra de esta chaya toma el concepto de “leer el mundo” de Paulo Freyre y esta idea nos representa completamente. Creemos que las canciones, con su amalgama de poesía y música, pueden ser grandes comunicadoras y ayudar a ensanchar este mundo que admite tantas lecturas diversas. Es necesario que nenas y nenes puedan aprender a formar sus propios juicios sobre cada tema a partir de ese “aprender a leer”, como sinónimo de interpretar la realidad. Una lectura sin prejuicios, independiente, que ayude a encontrar la propia voz en lugar de acoplarse a las voces dominantes. La libertad de pensamiento sólo es posible aprendiendo a leer el mundo. Y el arte, en general, puede abrir esos espacios de libertad.