La esposa de Eduardo es condesa de Wessex gracias a la película "Shakespeare apasionado", pero aun podría ser duquesa de Edimburgo. Mientras, dicen que es la nuera favorita de Isabel II...
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La tradición manda que la reina Isabel II obsequie con un ducado a aquellos descendientes varones que pasan por el altar, así que cuando en 1999 el palacio de Buckingham anunció el compromiso del príncipe Eduardo, menor de los cuatro hijos de la monarca, todo el mundo dio por hecho que su prometida, Sophie Rhys-Jones, saldría de la capilla del castillo de Windsor convertida en duquesa. No fue así, y aquel 19 de junio de 1999 Sofía hizo historia como la única nuera de Isabel II que no ocupa ese peldaño en la jerarquía nobiliaria. Mientras que Camilla es duquesa de Cornualles y Sarah Ferguson conservó el título de duquesa de York después de divorciarse, la esposa del príncipe Eduardo tiene el tratamiento de Alteza Real pero es solo condesa de Wessex.
Isabel II, en efecto, le otorgó a su hijo un condado en lugar de un ducado por su boda, aunque si la monarca tomó esa decisión no fue con la intención hacerle de menos sino precisamente para cumplir el deseo del propio príncipe Eduardo, empeñado en ser conde de Wessex.
Lo más curioso es que fue una película de Hollywood la que le metió esta idea en la cabeza. En marzo de 1999, dos meses después del anuncio de compromiso de Eduardo y Sofía, había ganado el Oscar a la Mejor Película la cinta Shakespeare in Love, y fue viendo esta historia de amor protagonizada por Joseph Fiennes y Gwyneth Paltrow cuando el príncipe Eduardo se encaprichó con el apellido Wessex, que en la película ostenta el personaje interpretado por Colin Firth.
Según informó en su día el diario The Telegraph, la reina Isabel II tenía pensado concederle a su hijo el ducado de Cambridge, título que finalmente iría a parar al príncipe Guillermo, pero al príncipe Eduardo le sonaba tan bien lo de “conde de Wessex” que pidió que se le otorgara este en lugar de ese otro. El título de conde de Wessex llevaba vacante desde el siglo XI, pero la reina Isabel II lo recuperó para su hijo y su nuera, conocidos desde entonces como Eduardo y Sofía de Wessex.
No deja tener gracia ese origen cinematográfico de su título, pues tanto el conde como la condesa tenían cierta relación con el séptimo arte antes de su boda. La mujer del príncipe Eduardo fue ahijada de Thane Bettany, un actor británico ya fallecido cuyo padre se casó en segundas nupcias con la abuela paterna de Sofía. Bettany era padre del también actor Paul Bettany, famoso por su trabajo en películas como Una mente maravillosa, El código Da Vinci o, mire usted por donde, La joven Victoria, una película producida por la excuñada de la condesa de Wessex, Sarah Ferguson, sobre la juventud de la tatarabuela de la reina Isabel II. El príncipe Eduardo, por su parte, salió durante un tiempo con la actriz Ruthie Henshall y después de graduarse comenzó una carrera como productor de obras de teatro y programas de televisión, aunque en 2002 abandonó el mundo del espectáculo para centrarse en su papel como miembro de la familia real británica.
También Sofía de Wessex se dedica a tiempo completo a representar a su suegra. Duquesa o no, la condesa cuenta con la absoluta confianza de la reina Isabel II, de quien la prensa asegura que es su nuera favorita. Tras la marcha del príncipe Harry y Meghan Markle a Estados Unidos, Sofía de Wessex ha ganado relevancia en la agenda de Buckingham y en 2020 asumió hasta 154 compromisos públicos, un número superior incluso al del príncipe Guillermo que la colocó en el tercer puesto de la lista de miembros de la familia real con más actos públicos.
Tal vez eso le de puntos para conseguir ese título de duquesa que, según los expertos, le aguarda el futuro: en 2015, fuentes de Buckingham aseguraron a The Times que, cuando el duque de Edimburgo muera, su título pasará al príncipe Eduardo. Sofía sería en ese caso duquesa de Edimburgo.