El escritor santafesino Sergio Ferreira convoca a sumarse al inicio de las actividades del Taller Literario “Temps era Temps”, que este año cumple 24 años de trayectoria ininterrumpida, bajo su coordinación. Los encuentros se llevarán a cabo a partir del 16 de marzo, todos los martes de 19 a 20.30 y los jueves de 20 a 21.30, en la sede de la Fundación Ravera (Huergo 808, Santa Fe).
El espacio del taller es de creación y discusión. Se abordan en forma grupal todos los elementos de la teoría literaria: conflictos, definición de personajes, construcción de diálogos, progresión al clímax, diseño del espacio narrativo, poesía actual argentina y del mundo, argumento, trama, estructura y suspense, idiolecto, ironía, monólogo interior, subliteratura y paraliteratura. Poniendo especial énfasis en la lectura oral y escénica, el ejercicio de la crítica y la escritura a partir de detonantes y juegos.
-Cómo trató la pandemia al taller, que lleva tantos años de trabajo en Santa Fe, y qué es lo que están queriendo hacer ahora para darle un nuevo impulso?
-La pandemia, como a toda actividad grupal, directamente detuvo al taller. Se dio, no obstante una continuidad a través de videos de muy corta duración (5 minutos), y se propuso en cada entrega el detonante que provocase la escritura, pero no fue lo mismo. Un año trabajando a distancia no dio iguales resultados. Un taller literario necesita de la presencialidad, para compartir la lectura oral, para corregir lo escrito, para hacer crítica profunda de lo leído, por eso ahora convocamos a un nuevo año lectivo de presencialidad – dijo Ferreira.
-En épocas de encierro, soledad e hipercomunicación digital, sin poder tocar, besar, ni abrazar, la poesía cobra un sentido muy especial, como todo el arte en sí. En ese sentido, ¿cuál es su reflexión?
-El cambio sobre la marcha a que nos obligó la cuarentena nos propuso otra manera de compartir los contenidos. La literatura se socializó entre los integrantes del taller de una manera distinta: a distancia, luego cada uno se quedó a solas con la obra que leía, y experimentó una práctica más profunda, ya conocida, como la lectura en soledad, pero al saber que sus otras compañeras y compañeros experimentaban lo mismo, sabían que el destino de lo leído era un desafío al aislamiento, una forma de estar juntos a partir de los contenidos y las emociones a que invita la lectura. Después se escribiría pensando en que al menos de manera virtual las demás compañeras y compañeros iban a acceder a lo escrito por cada uno. Así fue que habilitamos instancias de corrección virtual y participativa. Nada fue lo mismo, se perdió intensidad, no obstante creo que supimos mantener la identidad.
-En un sentido práctico, ¿cuál cree que es hoy -en pandemia- la mejor dinámica para llevar adelante su taller?
-Dadas las cosas como están y con la esperanza de la vacunación masiva, la forma mas positiva de llevar adelante el taller es con presencialidad. A eso estamos invitando. Por suerte, las instalaciones de la Fundación Ravera nos permiten el distanciamiento y el cuidado grupal e individual. Con el taller pasa como con toda fiesta de la cultura: las ferias de libros, las conferencias y demás: se necesita de las personas, del público que perfecciona la propuesta. La virtualidad es sustitutiva (eso aprendimos en pandemia), pero el mirarnos cara a cara cuando leemos para el grupo, o sea, para los demás, o cuando lo hacemos para aportar una crítica a los escrito es irreemplazable.