“Lo que lleva más tiempo es enhebrar el urdilo por las 208 agujas que tiene la máquina”, advierte Sergio Vera sobre el proceso para fabricar trapos de piso. Y agrega: “Parece fácil, porque se trata de un telar eléctrico, pero es una tarea que a mí me lleva casi 2 horas y que requiere de mucha paciencia”.
Desde barrio El Abasto, Sergio llega todos los días a la sede del ex relleno sanitario (Chaco 4040) para asistir al taller que más lo atrapó. Aunque luego de aprender cómo se fabrican los trapos de piso decidió comprarse el telar eléctrico para hacerlo desde su casa; igualmente concurre a la vieja planta de preclasificación para ayudar en la producción que al venderse significará ingresos para Dignidad y Vida Sana. Tiene 40 años y vive con su mujer y sus cinco hijos.
Sobre la actividad que realiza, dijo que se trata de una “buena” salida laboral. Vende los trapos de piso a 6 pesos cada uno y a menor costo si alguien se los compra por cantidad. “Desde que me compré la máquina me dedico exclusivamente a esto. Por día, hago entre 100 y 200 trapos. En realidad, lo que se hace es un rollo entero que se va cortando en rectángulos de 70 centímetros y luego se cosen”, manifestó. Y agregó: “Después de capacitarme en este oficio, dejé la preclasificación de residuos. Mis hijos sí continúan haciéndolo, porque en la familia somos muchos y con la venta de los trapos no alcanza”.