Lo que comenzó como un viaje de placer es hoy una película de terror para un grupo de argentinos que viaja por estos días por el mar Mediterráneo a bordo del crucero Costa Pacífica. El contingente incluye a santafesinos de distintas partes de nuestra provincia. El gran barco salió el 3 de marzo del puerto de Buenos Aires. Tenía previsto llegar a Génova, Italia, el 24 de este mes, pero el viaje se complicó en demasía con la explosión del coronavirus en Europa Occidental.
Unas 3.000 personas viajaban en la embarcación que ahora es ocupada por unas 2.000 personas después que los franceses pudieron bajar en Marsella. Los pasajeros atraviesan un estado de incertidumbre grande ante esta situación. Los ánimos están caldeados hasta el punto de que algunos quisieron agredir al capitán del barco.
Osvaldo Méndez, rosarino de 85 años que viajó junto a su pareja, habló con El Litoral desde las aguas del Mediterráneo sobre la situación en el crucero. Tras parar en el puerto francés y descender sólo los de ese país, el Costa Pacífica sigue este viernes viaje hacia tierras genovesas. “En ningún lado podemos entrar. Tenemos unos problemas tremendos. Falta lo más esencial. La gente está revolucionada. Anoche hubo un lío bastante grande. Lo provocaron al capitán. El capitán es un tipo muy maldito. Quiere que bajemos del barco. En Italia, con todos los problemas que vimos, en el barco estamos todos sanos”, comentó Méndez.
“En Marsella, nos quisieron hacer bajar. Nos mintieron. Nos quedamos. Ahora nos llevan a Génova. Van a bajar italianos, pero no sabemos qué van a hacer con nosotros. El capitán nunca nos quiso atender”, dijo el pasajero. “Yo tendría que haber bajado en Barcelona, pero siguieron todos de largo. Íbamos con españoles, ingleses”, agregó.
Méndez afirmó: “No tenemos ni para lavarnos las manos. Parece que se le ha terminado. Es un desastre todo acá”. “El trato del capitán es muy malo. Nos ignora. Nos trata como sudacas. Nos hablaba en inglés, es tomarnos el pelo. Hubo intento de agresión porque ya estamos rebalsando”.
Osvaldo al no poder descender del barco en Cataluña cambió todo su viaje que incluía un trayecto en Extremadura. “Yo tengo pago el vuelo de vuelta por Iberia, pero tampoco lo puedo usar. Hemos perdido todo. Hemos perdido hoteles en Barcelona. Así que no sé para dónde vamos a disparar”, dijo.
Las únicas paradas del viaje fueron en Maceió y Bahía, en Brasil. “Se tendría que haber pegado la vuelta ahí -comentó Méndez-. De ahí cruzamos todo el Atlántico, pasamos las Islas Canarias, que teníamos que parar. El capitán quería llegar a puerto y quedarse acá tranquilo con la tripulación y todo, pero los que estamos sufriendo somos nosotros”.
Mayoría de adultos mayores
La mayoría de los pasajeros son adultos mayores, un hecho que agrava más la situación frente al coronavirus. “Hay mucha gente grande. Hay gente en silla de ruedas, gente operada del corazón que se venía a España no pudo bajar y está arriba del barco. Hay gente con diabetes. Y se nos van a terminar los remedios. No hay noticias de Cancillería para nada. Hace como 13 días que estamos navegando en el mar. Se va a quedar sin mercadería el barco. No sé cómo será esto”, dijo el rosarino con preocupación.
El propio Osvaldo debe tomar medicamentos constantemente para la diabetes, la presión, el colesterol y la tiroides. Pese a esto, aseguró que está muy bien de salud.
Méndez concluyó: “Lo único que queremos es salir de acá. Sé que el gobierno también tiene sus problemas para conseguir aviones. Acá puede morir gente. Uno que se enferme con este virus maldito y nos vamos a enganchar todos. Estamos en un estado de ánimo tremendo. Tratamos de calmar a la gente, pero se está rebalsando”.