En las campañas electorales, el dato de los alineamientos políticos suelen ser un factor importante para alentar o desalentar a los votantes, y en función de ello se explota -o se soslaya- mediante el discurso público y los espacios proselitistas.
Los riesgos y expectativas de jugar a uno y otro lado de la grieta, y sobre todo en el medio.
En las campañas electorales, el dato de los alineamientos políticos suelen ser un factor importante para alentar o desalentar a los votantes, y en función de ello se explota -o se soslaya- mediante el discurso público y los espacios proselitistas.
De cara a las elecciones santafesinas, Omar Perotti encabeza un peronismo “unido”, que conjuga distintas facciones, incluyendo al kirchnerismo. El “alineamento” incluye de manera horizontal a María Eugenia Bielsa, derrotada en las Paso, pero sumada al esfuerzo del partido por recuperar el poder -aún cuando ella misma se haya ocupado de aclarar que no puede controlar el flujo efectivo de sus votos. Verticalmente, en cambio, el candidato santafesino evitó adherir de manera explícita a la fórmula Fernández-Fernández, invocando para amparar su silencio el respeto a los simpatizantes santafesinos.
Dentro del Frente Progresista, Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz lograron poner el impulso por retener la gobernación por encima de las diferencias personales -traducidas incluso en el armado de las listas-, en un contundente alineamiento horizontal que incluyó la activa presencia del presidente de la Cámara de Diputados en actos encabezados por el actual gobernador. En tanto, la adhesión a una candidatura nacional -no determinante para estas elecciones provinciales- chocó con la imposibilidad de Roberto Lavagna de sintetizar en su persona una corriente de unidad que se recorte de la polarización entre macrismo y kirchnerismo.
Con una pertenencia mucho más clara, y el respaldo de una convención nacional del radicalismo que ratificó de manera enfática la participación en Cambiemos, José Corral se encuentra en la difícil posición de sostener su encolumnamiento con Mauricio Macri en un momento complicado de la economía -y de la imagen presidencial-, así como el dualismo que exhibe la UCR en Santa Fe, entre la coalición gobernante a nivel nacional y la que lo hace en la provincia.
El incierto y cambiante panorama nacional no ayuda. Antes del 18 de mayo, a nadie se le hubiera ocurrido la posibilidad de que Alberto Fernández fuera candidato a presidente por el kirchnerismo con Cristina como vice.
Pero la noticia que sacudió el tablero político y obligó a replantear estratégias no es la única que tuvo ese efecto. Bastante más melindrosos, Roberto Lavagna y Sergio Massa aportaron su cuota de volatilidad; si bien el massismo en Santa Fe juega con el PJ de Perotti.
Al cierre de esta edición, no está claro si el ex intendente de Tigre participará de Alternativa Federal o será parte del Frente Patriótico; ése esfuerzo semántico que, como gentileza o subterfugio para atraer a peronistas culposos, el kirchnerismo adoptó de etiqueta (remitiendo a la vez al Instituto que fue base de operaciones durante los años que lleva fuera del poder).
El límite de Massa es Macri, pero no Cristina. Reniega de la grieta, aunque se para en uno de los terrenos que divide. En tanto, según Urtubey, Massa está en Alternativa Federal, cuyo límite es el kirchnerismo. El propio gobernador de Salta fue considerado como vice de Macri, aunque él salió a aclarar que eso no es posible. Por su parte, Roberto Lavagna, se convirtió con Espacio 19 en el cuarto y ya no tan significante espacio en disputa. Sus límites son Macri y Cristina, pero también Alternativa Federal.
Aún así, y de alguna manera, todos los candidatos se las arreglan para seguir considerando que encabezan una especie de épica y magnánima confluencia de intereses, un espacio superador de antinomias. Que, según el curso de los acontecimientos, no ha funcionado como un factor aglutinante, sino como un abanico abierto a nuevas y cada vez más angostas ramificaciones. Y que se define por oposición a una grieta que, mientras tanto, amenaza con volver a tragarse todo.