Carlos Mario Peisojovich (el Peiso)
Carlos Mario Peisojovich (el Peiso)
Soñé al son de una bossa nova, susurros de una dulce voz acompañada por el leve rasgueo y sutil punteo de guitarras límpidas, de refinada armonía y desarraigadas de artificialidades, la “nueva música” o “nuevo camino” nació en los años cincuenta, seguramente en fogones o bares cercanos a las arenas de Río de Janeiro, y sus musas fueron sus garotas de curvas pronunciadas de peligrosos ojos rasgados y pareos coloridos. El samba es pasión y la bossa nova es seducción... pandeiros, caixas, surdos, timbas y silbidos llevan a su punto de ebullición la sangre carioca, las mulatas del norte serpentean sus caderas, arremolinan sus profundos ojos negros, incitan al baile y al placer puro, animal y sexual con sus danzas de repiqueteo y bamboleo, ellas son la alegría del baile y el pecado; Jorge Amado las amaba extasiado... ¡cómo no! La bossa nova es como una caricia, es como el juego preliminar del amor, es el roce de la yema de los dedos en el cuello, el soplido húmedo en el oído, la mirada complaciente y cómplice de dos amantes que se esconden de su destino de amor, es el latir de dos corazones pegados uno con otro... Brasil y su música, que dice mucho de ellos. Uno es el amor sexual, pasional y animal, el otro es la mirada sensual y casi inocente del que se enamora por primera vez. El samba y la bossa nova... Autores tales como Joao Gilberto, Chico Buarque, Gilberto Gil y Caetano Veloso fueron y son sus mejores referentes, comprometidos con la realidad y la política del Brasil, supieron plasmar sus ideas y poesías sin perder su calidad de ídolos indiscutibles de la música brasileña.
Los Estados Unidos de Brasil, como fue nombrado por el vicepresidente el Mariscal Peixoto, fue fundado primigeniamente con el nombre de Vera Cruz. Si bien algunos todavía e históricamente discuten quién fue el primer hombre de las Europas que puso su planta (de los pies, también quizás una que otra semillita debe haber repartido por ahí...) en esas bellas tierras, la gran mayoría coincide que fue el explorador Portugués Pedro Alvares Cabral, luso, pero no tan iluso, que tuvo el placer de ser uno de los primeros en conocer sus tierras vírgenes y la sangre caliente de las comunidades autóctonas de esa parte del cono sur.
Mi Peisadilla, como todo sueño, no tiene un guión preestablecido, va de aquí para allá, se transforma, se transmuta, se divide y escapa por canales y caminos sinuosos de la memoria descriptiva y de corto plazo. Mis sueños no están en plazo fijo, tienen movilidad ascendente y descendente, lejos de toda paridad, no tienen orden ni progreso. Ámelas o déjelas.
En 1964, con el advenimiento del golpe militar en Brasil y ya en las postrimerías del poder, la dictadura de Castelo Branco quiso cambiar semántica e ideológicamente el lema de su pabellón “ordem e progresso” por el de “Brasil, ame-o ou deixe-o” (Brasil, ámenos o déjenos), la propaganda política se popularizó en consignas y canciones en un gran sector de la población. El gobierno militar lo adoptó formalmente y aplicó con sus actos cierto tipo de nacionalismo, tanto en su economía como en sus ideas anticomunistas que iban paralelamente con los gobiernos sudamericanos que llevaban a cabo y al pie de la letra el Plan Cóndor. Brasil, a la par de sus vecinos, fue el más Estados Unidos de todos. Los resultados futbolísticos a nivel mundial de la verdeamarella, fogonearon ese tufo nacionalista del brasileño medio y medio alto, y la tendencia se aprovechó para inocular ese sentimiento en las clases populares y paupérrimas de ese inmenso país.
Más acá en el tiempo, con el PT, las clases pobres y trabajadoras saborearon sin culpa el ascenso social, tras la grieta profunda y dolorosa con solución de continuidad.
Mi lengua no se puede quedar quieta, me es placentero jugar con ella y surgen traviesos los juegos de lenguaje, Bolsonaro, sin bolsos y con vento a favor, llegó a la presidencia; los mercados y la bolsa reaccionaron positivamente ante el triunfo electoral de la mano dura del pensamiento facho, misógino, homofóbico, racista y antipopulista del país vecino. Jair Bolsonaro es hoy el dueño de la pelota; en el país de Pelotas, unos cuantos se bajaron los lienzos. País de contrastes... y buenos trastes.
Los argentinos no somos originales en eso de las grietas ideológicas, la humanidad y su cultura desde sus comienzos dan cuenta de ello: Caín y Abel; Rómulo y Remo; Montescos y Capuletos por solo nombrar algunos...
El futebol tiene sus cosas, gallardamente, el miércoles pasado los millonarios se libraron del Gremio. Cualquier coincidencia con la realidad ¿es pura casualidad?
La banda de sonido de mi sueño contado y cantado llega a su fin. Mientras mucho más al sur de Rio Grande Do Sul yo no me “río de la plata”. Hay un “gato en la oscuridad” que no tiene un “millón de amigos”.