Luis Tarullo
Luis Tarullo
DyN
El gobierno acaba de informar, a través del ahora supuestamente confiable Indec, que en un año se destruyeron unos 100 mil puestos de trabajo en el sector privado. Las pérdidas ocurrieron en el área productiva (construcción, minería, manufactura) y en cambio hubo signo positivo, o sea leve crecimiento del empleo, en otros sectores como el financiero. Números verdaderamente preocupantes a la altura de una gestión -cualquiera sea su signo político-, en la cual el argumento de la herencia recibida empieza a ser materia de archivo y los resultados son consecuencia de la propia impronta.
El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, con una envidiable voluntad más que con fundamentos, encabeza la cruzada del optimismo oficial acerca de una futura mejora en materia de puestos de trabajo, aunque por ahora el gobierno sólo haya apelado a la fórmula tradicional: subsidios y empleo público. Encima Triaca debe hacerse cargo de algo que nunca le compitió a su inútilmente elefantiásico ministerio, cual es la creación de puestos laborales, que sólo brotan cuando la economía anda sobre rieles y no descarrilada, como casi siempre anda en la Argentina.
Un capítulo también obvio de la saga es la consecuente reunión con los sindicatos, para evitar que se desboquen en medio de la crisis por ahora incipiente pero inevitablemente in crescendo, de no ocurrir un golpe de timón económico que revierta esta tendencia. El problema del sector del trabajo formal tradicional no podrá resolverse como ocurrió con los piqueteros, echando mano graciosamente a los dineros públicos a los que justamente aportan esos trabajadores que hoy ven un horizonte nuboso.
Los “dirigentes” que tienen su razón de existir en la gente que vive en los márgenes y alimentan sus intereses utilizándolos cortando calles y luego consiguiendo que los gobiernos suelten miles de millones para lograr la “paz social”, telaraña en la que quedó envuelto el macrismo, por ahora no andan movilizando huestes para justamente pedir por quienes están viendo cómo peligran sus fuentes laborales, o han quedado en la pampa y la vía en estos meses. Tampoco desde varios sectores empresariales se ha cumplido la promesa -aunque no firmada pero en más de un caso expresada en palabras- de evitar las cesantías. No sólo se han producido los despidos sino, peor aún, han bajado las persianas muchos establecimientos.
En tal aquelarre, sería bueno discriminar y mostrar a quienes se quedaron genuinamente asfixiados por problemas reales y dejar expuestos a los que han puesto pies en polvorosa después de haber tenido permanentemente una vida prebendaria, succionando la sangre del Estado a expensas de los contribuyentes y aun de sus colegas, los buenos empresarios. Pero claro, suena utópico. Con respecto al “reunionismo”, hubo un encuentro de Triaca y otros funcionarios con los jefes de la CGT y otros sindicalistas en el gremio de la Sanidad, de donde los representantes del oficialismo salieron hablando casi maravillas.
Pero para los gremialistas, la cosa no tiene color rosa precisamente, no sólo por la caída de las fuentes de trabajo, sino porque el gobierno tiene planes de seguir flexibilizando la normativa laboral (como lo hizo con el caso específico de Vaca Muerta) y de abordar otros temas del ramo mediante decreto. En los últimos días trascendió que la administración intentaría replicar el caso Vaca Muerta en el ámbito metalmecánico, por ejemplo. Y ya está en la calle el tema del abordaje del sistema de accidentes de trabajo (ART) mediante decreto. Encima, con este panorama, los gremios ya están pensando en volver a la carga en semanas con la nueva discusión por paritarias para 2017, donde el gobierno tiene otra idea que levantará polvareda apenas arranquen: discutir por la inflación prevista, que para Macri y sus huestes andará en una base de 20/25 por ciento.
Ya se ha visto el tema de los despidos, la contracción de la actividad económica, la continuidad del trabajo en negro, la falta de consulta a los sindicatos para varias cuestiones, el intento de avance sobre los convenios, la inflación, la pretensión de limitar los porcentajes de las paritarias al mejor estilo kirchnerista y varios etcéteras. Por ello hay una fecha a la cual prestarle atención, que es el 26 de enero. Ese día, en Mar del Plata, se hará el tradicional asado que organiza todos los veranos en la Feliz el dirigente de los trabajadores gastronómicos Luis Barrionuevo. Allí -con la cabecera ocupada por Barrionuevo, el mismo que semanas atrás pronosticó un futuro venturoso para Sergio Massa y Martín Lousteau- prometen que habrá muchas espadas sindicales de primera y que puede haber algún invitado sorpresa.