Por Marcela Aeberhard
Por Marcela Aeberhard
El pasado jueves aprobamos en el Concejo Municipal de la ciudad de Santa Fe que el próximo mes de octubre sea el mes de la protección del medio ambiente habida cuenta que el 18 de octubre es el día Mundial de la Protección de la Naturaleza.
Esta declaración tiene el propósito de exponer que el deterioro ambiental está directamente relacionado con nuestros hábitos de consumo y procesos productivos y cómo este contexto está repercutiendo negativamente en nuestra salud y en nuestro día a día.
Si bien es verdad que la llamada cuestión ambiental no es nueva, no es menos cierto que en los últimos años hemos visto en crecimiento los graves desequilibrios ambientales, asistiendo en forma más frecuente a inundaciones, intensas sequías, calores excesivos, tormentas con mayor poder destructivo, como las que azotaron nuestra ciudad en febrero de 2016 y marzo de 2019, y mortandad de peces en nuestras lagunas y ríos. Todo lo que repercute en la salud y nuestro derecho constitucional a vivir en un ambiente sano.
Necesitamos erradicar una mirada pasiva a la alarmante realidad. Hace falta una actitud humana más consecuente, responsable y sostenible que influya decididamente en la transformación de nuestro comportamiento actual sobre el cuidado del medio ambiente. Es imperioso cambiar nuestro estilo de vida y asumir una postura ética y solidaria con todas las formas de vida del planeta. Como sociedad necesitamos Ciudadanos Comprometidos con valores ambientales y ecológicos.
Desde nuestro lugar nos propusimos un conjunto planificado de acciones para abordar la influencia positiva de la Educación en Buenas Prácticas Ambientales, en la conservación del entorno a partir del trabajo conjunto con niñas, niños, adolescentes y comunidades educativas, encontrando en el juego el mejor aliado para conocer, profundizar y materializar en acciones el derecho de vivir en un ambiente sano, demostrando que es desde las pequeñas acciones que tenemos que dar inicio a las buenas prácticas como lograr la separación de residuos en secos y húmedos, su recolección diferenciada, el uso de bolsas de tela o recicladas para las compras, tirar la basura en los cestos preservando la limpieza de los espacios verdes y playas.
Plasmamos nuestra acción política en iniciativas normativas que intentan incidir en los consumos habituales del plástico (sorbetes, utensilios de un solo uso) alertando que en la medida que no exijamos su reciclado, debemos reducir su consumo y formar a todos y todas en la separación de ese residuo. También a través de la implementación de Terrazas Verdes o cubiertas naturales en el ámbito de la ciudad de Santa Fe que mejoran la calidad del aire, contribuyen al ahorro energético en los hogares, disminuyen la contaminación acústica y retienen entre el 50% y el 60% de las precipitaciones, dan más vida y color a la ciudad y contribuyen a la biodiversidad ya que son hábitat de muchas especies de pájaros e invertebrados.
El problema del desarrollo sobre la base de las riquezas ambientales nos reclama una verdadera transformación del saber ambiental. Necesitamos utilizar a la ciencia para un desarrollo sostenido sin contaminación, debemos pensar en saldar nuestra deuda ecológica más que nuestra deuda externa, y bregar porque desparezca el hambre y no el Hombre.
Los retrocesos en materia medioambiental se justifican con la protección de puestos de trabajo y crecimiento económico, clara muestra de ello es la decisión de Donald Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París con el cambio climático, como también el lamentable Decreto Presidencial que establece la habilitación de importación de basura y residuos de otros países para ser reutilizados en Argentina, algo que estaba expresamente prohibido desde 1991 cuando se sanciono la ley de Residuos Peligrosos.
Es fundamental un ACUERDO SOCIAL más allá de las diferencias políticas, socioeconómicas o culturales que defienda los intereses de la naturaleza, la sociedad y la Vida.