Remo Erdosain
Por Remo Erdosain
Remo Erdosain
Garúa, como en el tango de Cadícamo. Garúa y está empezando a refrescar, algo que en Santa Fe luego de los veranos agobiantes es siempre una buena noticia. Compartir un café con los amigos en un día de lluvia es uno de los agradables obsequios de los dioses. También hablar a la deriva y ejercer el sagrado derecho a discutir sin otro objetivo que ése. —La compañera Cristina está en Europa -se jacta José. —Si ya lo sé -rezonga Marcial. —No sé qué tenés que decir ahora -resopla José. —Para decir tengo mucho, pero por ahora prefiero un piadoso manto de silencio en nombre del decoro y el buen gusto. —Yo no tengo la obligación de ser tan prudente -exclama Abel- pero lo que creo es que esta señora siempre se las arregla para dejarnos a los argentinos como la mona. —Lo que se dice -agrega Marcial-, vergüenza ajena. —A ustedes no hay nada que les venga bien. Antes la criticaban porque atacaba al Papa y ahora la critican porque es amiga; antes decían que estábamos aislados del mundo, y ahora se quejan porque nos reciben en todos lados. Ésta es la tercera vez que la compañera se reúne con el Papa y parece que eso a ustedes les molesta. —A eso en mis pagos, lo llaman oportunismo -digo. —En mis pagos -replica José-, se lo llama estadista. —No me hagan reír que tengo los labios paspados -murmura Marcial. —Esto no es para risa -reacciono-, es para ponerse a llorar. —¿Por qué? —Vuelvo a la escena en la que la señora muestra los regalos. —Y qué tiene de malo. —¿Observaron que la única que habla es ella, que habla hasta por los codos, que hace ojitos, sonríe al estilo femme fatal, histeriquea a gusto mientras el Papa la observa en silencio? —La campanea, diría el tango. O “desde lejos se te embroca...”. —No mucho, porque la conoce -observa Marcial-, no te olvidés que esa mujer hoy tan solícita, piadosa y amorosa fue la que calificó a Bergoglio como jefe de la oposición, la que ordenó que el gobierno no celebre el Tedeum en la catedral, la que no se dignaba a recibirlo. —Realmente este Papa es un santo -acota Abel-, porque yo en su lugar no le daría ni la hora. —Por algo -agrego- inmediatamente la señora se fue, Francisco habló de la hipocresía y los hipócritas. —Más claro echale agua. —Para ustedes estará claro -responde José-, para mí lo que queda claro es que el Papa apoya a la compañera porque los dos están preocupados por la pobreza y los dos son peronistas. —Hay una diferencia -señala Marcial-, el Papa está preocupado por la pobreza y es pobre; la señora está preocupada por lo mismo pero es millonaria o multimillonaria. —El pasaje de millonaria a multimillonaria la señora lo hizo en estos diez últimos años de gobierno. —El Papa tampoco es pobre -retruca José. —No lo será -digo- pero lo que sí sé es que dispone de mucha más autoridad moral que una mujer que no sólo es multimillonaria, sino que exhibe esa condición luciendo vestuarios de reina y alojándose en hoteles que en nombre del pudor y el decoro no serían elegidos por un presidente republicano. —El hotel en París se lo paga el gobierno de Francia. —Y si no se lo hubiera pagado se habría alojado en otro hotel más caro. —Chicanas al margen -interviene Abel-, a mí lo que me alarma son las pulsiones orales de esta buena mujer, esa locuacidad morbosa. Me dijeron que en Chile agarró el bochín y a Bachelet y a Dilma no las dejó meter bocado. Habla de todo, opina sobre todo, pero de lo que más le gusta hablar es de trapos, joyas y maquillaje. Como le gustaba decir a un académico amigo. “Ése es mi tema”. —Queda claro que ella en la tilinguería se siente cómoda -observa Marcial-, por eso Boudou, por eso su periodista modelo no son Verbitsky, Wainfeld o algún oráculo de Carta Abierta, sino Robertito Funes Ugarte. Alguien que conoce el paño me dijo una vez que los únicos que pueden hacer carrera cerca de ella son los pibes lindos y las mujeres feas. —Se nota que no le gusta tener contras en el género. —Lo que se nota a la legua es que a ustedes les fastidia que la compañera encarne un proyecto de liberación a favor de los pobres. —Cómo será de favorable a los pobres, que el Papa, con un gesto de delicada diplomacia, le dijo que estaba preocupado por la exclusión social. —Extraña liberación nacional -digo-, con Lázaro Báez como empresario, Cabandié como líder juvenil, Insfrán como gobernador modelo, Funes Ugarte como periodista, Aníbal Fernández como emblema político, Ricardo Jaime y Julio de Vido como funcionarios, Norberto Oyarbide como juez, y Andrea del Boca como modelo de actriz nacional y popular. —A mí, lo que me resultó sintomático fue su discurso acerca de Napoleón -expresa Abel. —¡Tampoco eso les gustó! -se exalta José. —No es disgusto, es asombro -responde Marcial-, asombro por su ignorancia y, sobre todo, por su audacia para hablar muy suelta de cuerpo sobre temas de los que no tiene ni idea. —No sé a qué te referís. —A Napoleón. La señora volvió a confundir al tío con el sobrino, algo que según Marx les ocurrió a los campesinos analfabetos cuando votaron. —A los campesinos se lo disculpo, pero a una militante nacional y popular no -enfatizo. —Pero lo más hilarante es que volvió a referirse al llamado “bonapartismo”, una categoría teórica de filiación marxista que esta chica debe de haber escuchado alguna vez de pasada y cada vez que va a Francia habla de lo mismo. —En eso es peor que Menem, porque el riojano se equivocó una sola vez al imputarle a Borges la escritura de alguna que otra novela, pero la señora está dispuesta a equivocarse cuantas veces sea necesario. —Lo que pasa -digo- es que esta buena mujer a los temas del progresismo apenas los conoce, entre otras cosas porque nunca perteneció a ese sector. Sólo a una ajena absoluta de la historia del progresismo en la Argentina se le puede ocurrir, por ejemplo, atacarlo a Sábat, porque eso significa además de una canallada y una injuria, ignorar qué fueron en los sesenta y los setenta las revistas Crisis o Marcha. —Te equivocás, porque en La Plata era una militante de la jotapé. —¡Qué hazaña! -exclama Abel. —Lo único que sé es que en La Plata tenía un novio que jugaba al rugby y era el playboys más destacado de la ciudad. —Lo de ustedes es el colmo. Le niegan hasta la identidad política. —Identidad política tiene, lo que pasa es que esa identidad no tiene nada que ver con lo que dice y sobre todo, con lo que sus seguidores creen que es. —No comparto -concluye José.