Con un discurso crítico hacia el oficialismo provincial y un llamado público a otros sectores progresistas para que lo apoyen, Octavio Crivaro volverá a competir por la gobernación de Santa Fe. Es precandidato por el Frente de Izquierda y, en primera instancia, deberá superar el umbral de votos -lo define como “proscriptivo”- del 1,5 por ciento del padrón para poder competir después en la elección general.
“Es un piso o umbral que tiene el objetivo de estorbar, de poner palos en la rueda a aquellos sectores que expresamos alguna idea opositora al gobierno provincial y nacional”, se quejó el dirigente en diálogo con El Litoral. “Estamos haciendo campaña en medio de una crisis que se está agravando y que va a seguir agravándose. Somos la única voz en esta elección que plantea que si no se toman medidas de fondo, empezando por romper con el FMI, dejar de pagar la deuda externa y atacar a los sectores más concentrados como los grandes sojeros, vamos a ver cómo las condiciones de vida de miles de santafesinos se seguirán agravando. Entonces, por hablar de estos temas, nos ponen palos en la rueda”, insistió.
—¿Tuvieron respuesta de los sectores como Ciudad Futura o Carlos del Frade a quienes le pidieron el voto?
—Hasta ahora, no. Hicimos un llamado para que nos apoyen quienes dicen que la Izquierda tiene que estar por estos planteos, y quienes tal vez no coinciden con nuestras ideas pero consideran que tenemos que estar como opción política. Nos gustaría que todos los votantes de estos dos sectores nos respalden. Y también, aquellos kirchneristas que no avalaron que (Omar) Perotti fuera el candidato a quien debían apoyar, después de que ese mismo sector lo tildara y con razón, de traidor por haber votado las leyes de (Mauricio) Macri. Aspiramos a que quienes no coinciden con eso, nos elijan. Nos encantaría que en el caso de Del Frade y Ciudad Futura sea un voto explícito porque o es el gobierno que ajusta a los docentes en la provincia, o es Cambiemos con su ajuste brutal, o Perotti que seguramente ganará la interna. Frente a eso no puede haber silencio.
—¿Por qué dice que el gobierno provincial es progresista sólo en apariencia?
—Porque hay varios ejemplos... En la paritaria docente, el gobierno trató a los maestros igual que el macrismo; los obligó a ir al paro y amenazó con descuento de días, que es lo mismo que hizo María Eugenia Vidal o Rodríguez Larreta. También en el tema de la seguridad; aplican planes que van degradando las condiciones de vida de un sector, que termina siendo empujado a situaciones extremas hasta caer en bandas criminales, muchas de ellas regenteadas por la policía que ellos mismos controlan; y después salvan eso diciendo “traigan fuerzas federales”. Y cada dos semanas vemos a (Miguel) Lifschitz haciendo actos con Patricia Bullrich. Creo que en su publicidad, el gobierno tiene siempre un discurso progre, amable; pero su agenda es muy parecida a la del gobierno nacional. Otro ejemplo son los aumentos de los servicios públicos; la EPE acompaña cada incremento que se da a nivel nacional. Éste es un gobierno progresista sólo en los discursos y en los recitales que hacen. Después, en la política real, defienden los intereses concentrados del agro y de las grandes multinacionales. Los procedimientos preventivos de crisis, otro ejemplo... Las empresas que la venían levantando con pala (sic) y comienzan a ganar un poco menos, empiezan con despidos aprobados por un sello legal del Ministerio de Trabajo. También se ve esa actitud en cuestiones culturales, como el aval para frenar la discusión de la ley de Educación Sexual en el Senado. Eso tiene el aval del oficialismo.
—¿Qué opina sobre la labor legislativa en la provincia?
—La legislatura en su conjunto se ha convertido en un receptor de lobbistas de los sectores más reaccionarios. Paridad, ESI y Ley de Fumigaciones son algunos ejemplos. Son los sectores más concentrados del agro, del campo, de la Iglesia los que operan allí. Sabemos también lo que pasó con las grandes cámaras de supermercados, cuando debió tratarse la ley de descanso dominical. En cada uno de los casos en los que se juegue un derecho popular, están abiertos a que los lobbistas de los sectores concentrados vayan a expresar sus inquietudes, que siempre traban las leyes.
—¿Qué propuesta tiene para revertir la situación de inseguridad que vive la provincia?
—Mientras veamos que la desocupación supera los dos dígitos, y que sectores de empresarios aspiran a llegar a una desocupación del 20% para bajar el costo de la mano de obra, no podemos sorprendernos de que haya inseguridad y menos que menos, con el rol que tiene la policía. Semanas atrás, veinte policías fueron detenidos por banda organizada, y después, otros seis por torturar a una pareja homosexual.
Mientras haya una desigualdad creciente y una policía involucrada, esto va a pasar. Hay que atacar las causas sociales de la desocupación, de la pobreza, de la falta de vivienda, de una educación que sólo sirve hoy para que los pibes vayan a comer. Hay que tomar medidas de fondo; hoy, estamos gobernados por el FMI. Así, será imposible resolver estas necesidades y seguirá la inseguridad.
—¿Los vínculos que algunos sectores intentan establecer entre socialismo y narcotráfico, sobre todo en Rosario, tiene asidero o son mito?
—Al menos en la protección de la cúpula policial, esos vínculos están absolutamente comprobados. El comisario Hugo Tognolli supuestamente tenía una carpeta impecable y fue la punta de un iceberg, que terminó con un montón de comisarios que son parte del delito organizado. Hay una imbricación del sistema judicial, de la política y de la policía con el narcotráfico. Y más allá de las especulaciones y del uso político del tema que hicieron algunos sectores de la oposición para eso, creo que al menos ha habido un aval al fortalecimiento y financiamiento de la cúpula policial. En eso, no tengo dudas de que ha habido complicidad del gobierno.