Joaquín Fidalgo | [email protected]
Este viernes se cumplió un nuevo aniversario de su muerte. La familia denuncia que el caso nunca se investigó con decisión.
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Prácticamente no hay crímenes en la ciudad de San Justo, cabecera del departamento santafesino del mismo nombre. El último homicidio ocurrió hace tres años, en pleno centro, y todavía permanece impune.
Roque Zanutigh tenía 70 años y era un emprendedor. Él y sus hijos administraban su propia planta de gas y un campo dedicado a la cría de ganado.
Años atrás, había sufrido un accidente cerebro-vascular (ACV) que le dejó secuelas en el lado derecho de su cuerpo. Le costaba moverse y también hablar. No obstante, con mucho esfuerzo y constancia, había logrado mejorar mucho su condición. Los paseos en bicicleta y los ejercicios en el gimnasio eran innegociables para él.
Todos lo apreciaban. Sus clientes se hacían amigos y era un clásico todas las mañanas que pasara a tomar un café con ellos en alguna de las estaciones de servicio del lugar. “No tenía problemas con nadie. Se llevaba bien hasta con mi mamá, de la que se había divorciado bastante antes”, contó Mauricio Zanutigh, uno de sus tres hijos.
Cuando apareció su cuerpo masacrado a puñaladas dentro de su casa, toda la sociedad sanjustina se estremeció.
Sin defensa
Según pudo reconstruirse, el domingo 24 de enero, Roque compró un pollo cocinado en un local cercano y cenó solo en su domicilio, a una cuadra de la calle principal. Luego, se acostó en su cama, pero minutos después fue sorprendido por el asesino, que se le arrojó encima y lo apuñaló 9 veces en distintas partes del cuerpo. La víctima no tuvo oportunidad de defenderse. Sus dificultades motrices y lo inesperado del ataque lo dejaron sin chances. Se desangró en el lugar.
El criminal lo envolvió en sábanas, lo tiró al piso y lo cubrió con almohadones. La puerta no había sido violentada y quedó abierta esa madrugada. El cuerpo sin vida fue hallado por su familia la mañana siguiente.
El delincuente sólo se llevó alrededor de 20 mil pesos, una cartera con documentación, dos teléfonos y las llaves del auto, que quedó en el garaje.
Sin avances
“Ya pasaron tres años y seguimos marchando para recordarlo y para pedir justicia. Queremos que la Justicia haga su trabajo. Desde la Fiscalía nunca se movieron para tratar de esclarecer el caso”, se lamentó Mauricio.
La policía apuntó en su momento a un ladrón que tiempo después fue detenido. En su poder tenía uno de los celulares que le habían robado a Roque y, aparentemente, también días antes había vendido el otro aparato. Esa línea investigativa no prosperó. “El caso se movió un poco el año pasado, a raíz de una marcha y la cobertura periodística. Se pasó todo a San Justo. Nos llamaron, pero nada más. Desde entonces, los avances son nulos”, se quejó el hijo de la víctima.