La búsqueda atávica del abismo

Por Rolando Costa Picazo

Nueva traducción de los cuentos completos de Poe

La canónica traducción al castellano de los cuentos completos de Poe era hasta hoy indudablemente la de Julio Cortázar, en líneas generales correcta aunque sin una firme compenetración con la (valga el oxímoron) calibrada desmesura de Poe. Rolando Costa Picazo, a quien debemos una nueva edición en dos tomos de los cuentos de Poe, recordaba en alguna ocasión que Borges, a propósito de la versión del “Rubayyat” que hizo Edward Fitzgerald, decía que una traducción literaria constituye una colaboración, y toda colaboración es misteriosa; muchas veces no se da, y no porque haya errores de equivalencia o de significado, sino porque falla algo imponderable. No es fácil captar a Poe, que es muy versátil, con mil facetas, pero el misterio aflora o no en cuentos paradigmáticos, como “Ligeia” o “La caída de la casa de Usher”. En la traducción pueden estar todas las palabras en los lugares correctos, pero aun así el resultado puede no ser Poe. Es en esos cuentos donde está toda su alma. Analizando el corpus de sus cuentos completos, hay varios cuya existencia sólo se explica por el contexto de miseria en que debió producir un escrito tras otro para comer y alimentar a aquellas dos mujeres que representaban un hogar para ese huérfano crónico en busca de hogar y de amor, y que odiaba a todos los “triunfadores” de Nueva Inglaterra. En un carta confiesa: “No sólo he trabajado únicamente para el beneficio de otros (recibiendo un sueldo miserable), sino que me he visto obligado a conformar mis pensamientos a la voluntad de hombres cuya imbecilidad era evidente para todos, excepto para sí mismos”. Y Costa Picazo señala que Poe “sabía que -ya entonces- la literatura se había convertido en un artículo de comercio, y que debía adecuarse al interés del mercado y a la oferta y la demanda. La obra de Poe parece alejada de lo material, pero de hecho se va adecuando a lo material. Por ejemplo, él consideraba a la poesía como la máxima expresión literaria, pero muy pronto la abandona porque no podía subsistir con ella, y empieza a escribir cuentos”.

Cinco páginas de “Desalmadas”

“Desalmadas” es la última novela de María Martoccia, autora de la también notable “Los oficios” y de los cuentos de “Caravana”. Entre sierras de piedras filosas y poblados de comadres pinchudas, “Desalmadas” erige una región que podría inaugurar (junto con las otras novelas de Martoccia) un nuevo y desquiciado costumbrismo vernáculo, en el que las magias, el esoterismo chanta y la locura llevan tanto a la risa como al estremecimiento. A los pocos minutos, vuelve Luisa y mira con fastidio la silla vacía en donde hace apenas un rato estaba sentada Marta. Ya confirmó que la hermana postrada duerme. Se acerca a la jaula. Siempre tuvieron pájaros, pero no recuerda a ninguno que haya vivido tanto como éste. “Bandido, debe andar cerca de los trece años”, piensa. El canario tuerce su cabecita minúscula y la mira. Junto a la hoja de lechuga hay dos plumas descoloridas y el piso está salpicado por el excremento del pájaro. A Luisa, de repente, le dan ganas de abrir la puerta de la jaula y dejar que el pájaro vuele. Son unas ganas alocadas, febriles, que duran apenas unos minutos. La mayoría de las veces que contempla animalitos enjaulados le pasa eso, le dan ganas de soltarlos. “Bandido, ¡vos y yo somos viejos hace tanto!”, exclama y levanta el tubo del teléfono: