El cachorro, que ya mide unos 80 centímetros de largo y pesa 15 kilos que nació hace tres semanas, se diferencia claramente de sus congéneres -que son de color negro- y llama la atención de los visitantes de la colonia continental de lobos marinos, una de las más grandes en su tipo en todo el mundo.
"Como todos los veranos se registró la parición de unas 800 crías y al hacer nuestras observaciones descubrimos al pequeño albino, caracterizado por la ausencia de pigmentación en su piel, ojos y pelos, como consecuencia de una mutación genética imprevisible", explicó el biólogo Milton Perelló, responsable de la reserva.
Añadió que "todo ejemplar albino del mundo animal, como también ocurre con los mismos casos en los humanos, sufre ante la exposición al sol, y por eso notamos que busca la protección de la sombra del acantilado y de las rocas".
Según la memoria de los guardafaunas del lugar, sería el sexto caso del nacimiento de un lobito marino albino, en lapso de la última década; y el segundo consecutivo, dado que un año se registró un nacimiento similar.
En este sentido, Perelló sostuvo que "no hay estudios que permitan establecer si los ejemplares albinos anteriores lograron subsistir; lo concreto es que no se los ha vuelto a ver en esta colonia, después que terminaron su etapa de amamantamiento, que dura unos once meses".
Mientras tanto el pequeño lobito blanco se alimenta y juega en la playa, ajeno a las preocupaciones científicas sobre su apariencia, asombrando a los turistas que llegan al sitio, por la continuación de la ruta provincial número uno, que arranca desde Viedma y recorre todo el litoral marítimo de Río Negro.