Dr. Rubén Decoud (x)
Hay que volver a pensar como cuando se encaró aquel duro momento de un descenso, con convicción sobre los objetivos y orgullosamente conscientes de sentirnos grandes.
Dr. Rubén Decoud (x)
Para entender mejor lo que fue y lo que es Unión, es muy importante repasar el contexto institucional y su determinante proyección en los logros y fracasos deportivos. La década que va desde 1975 a 1985, excepto la temporada 1982/1983, fue un período plagado de alegrías deportivas y de un Unión altamente considerado en el universo futbolístico argentino. En las elecciones realizadas en diciembre de 1985, el oficialismo identificado con los grandes hacedores de esa etapa (la Agrupación Rojiblanca que tenía como referentes a Super M. Corral, Julio Baldi, Moraguez, Gerónimo Veglia, Jorge Piedrabuena, Juan Bertolino y otros) perdió inexplicablemente las elecciones frente a una lista encabezada por Rubén Caprio y Héctor Flamini, patrocinada por la Agrupación Arriba Unión, cuyo máximo referente era don Ángel Malvicino.
Participé activamente de la campaña electoral e integré la lista de la Agrupación Rojiblanca. Personalmente, acompañé al escribano en la constatación que realizó en la oficina de socios del Club, verificando que Rubén Caprio no era socio. Súper Manuel Corral no quiso que se lo impugnara.
Esa elección fue el origen del descenso consumado en la Bombonera en 1988. Caprio, obligado por su propia comisión directiva, debió renunciar a su cargo antes de cumplir un año de gestión, envuelto en graves sospechas, asumiendo el vice primero Héctor "Chiche" Flamini. Al finalizar su mandato, Unión ocupaba el último lugar de la tabla, perdiendo en la última fecha de la primera rueda con Ferro en cancha de Unión y por goleada. Ese mismo día, asumió la comisión directiva electa en los comicios de diciembre de 1987. La herencia fue un descenso casi consumado, innumerable cantidad de juicios, muchos de ellos de ex basquetbolistas de renombre contratados por la gestión saliente y una deuda exorbitante. Pese a la repuntada de la segunda rueda, de la mano de Alberto Violi, que abrió la posibilidad de salvar la categoría en una final con Racing de Córdoba, el temido descenso se definió en una tanda de penales.
Tan importante era Unión, pese al descenso, que luego de eso concretamos una de las ventas más importantes, sino la más importante, del mercado de pases: la de Oscar Passet, joven arquero que, con apenas 19 partidos en Primera División, fue cedido a River en una suma importantísima para la época. Dos años después se concretó otra venta de similar importancia: Toresani a River. Toda comparación con estos tiempos, no es casualidad (opción: corre por cuenta de cada uno).
Nos juramentamos volver a Primera, como volvían los grandes, en un año (lo habían hecho así San Lorenzo y Rosario Central) y lo logramos en la gesta deportiva que se ha convertido en ícono de los unionistas. Las dos finales ganadas de 1989 ante el clásico rival.
Para alcanzar aquél objetivo que nos planteamos, el de volver como los grandes y en un año, no nos detuvo el pésimo estado económico de la institución, ni la falta de una billetera abultada. Los buenos antecedentes del Club, el reconocimiento del ambiente del fútbol por todo lo desarrollado en esa década de oro, donde además de las grandes campañas se construyó La Tatenguita, toda la tribuna de Cándido Pujato, el foso, la iluminación más avanzada de la época, etcétera, la audacia de una comisión directiva integrada por hombres que sentíamos sincera y profundamente que Unión era un grande, nos llevó a traer, como refuerzos, jugadores casi todos de Primera División, con trayectoria, carisma y liderazgo: Castro, Passucci, Tognarelli, Echaniz, Rabuñal. Todos ellos vinieron sabiendo que Unión iba directamente por el ascenso, con un proyecto que tenía un objetivo marcado a fuego. Vaya paradoja: en la B, refuerzos de la A; hoy, como otras veces, en la A refuerzos de la B.
Obviamente, muchas cosas cambiaron en estos 32 años transcurridos. Seguramente, en la actualidad cuesta más conseguir refuerzos de jerarquía, pero si no pueden ser cinco, que sean 2 o 3. En contrapartida, las posibilidades económicas son mucho mayores. Los aportes de la TV, en términos de valores actualizados, debe ser 10 veces mayor; las posibilidades de transferencia de jugadores son ilimitadas en espacio (todo el mundo), tiempo (como mínimo se abren ventanas de transferencias dos veces al año) y montos, y la recaudación por socios alcanza y sobra para cubrir los gastos corrientes (personal, servicios, etc.), lo cual jamás ocurrió hasta hace 10 o 12 años.
Empero, lo que no debería haber cambiado nunca es la actitud para asumir desafíos y el convencimiento de que Unión es, por todo su potencial y variedad de actividades deportivas, sociales, culturales y educativas, una institución llamada por la grandeza.
Traigo a colación todo esto porque la "revolución del 75", las 24 fechas invictas del 78, el tercer puesto en un campeonato Metropolitano de 40 fechas, el subcampeonato del 79 y la epopeya del 89, deben ser los espejos donde mirarnos para superar la actual etapa de mediocridad.
Por eso, en esta fecha reivindico especial y particularmente aquel glorioso ascenso, ya no desde la óptica exclusivamente futbolística, dado que hasta los unionistas que todavía no habían nacido conocen de memoria a los jugadores que nos dieron semejante alegría y han visto los tres goles de aquellas dos finales. Lo hago para que volvamos a pensar como cuando encaramos aquel duro momento de un descenso, con convicción sobre los objetivos y orgullosamente conscientes de sentirnos grandes.
También para resaltar: 1) Que la violación del orden institucional que se produjo con la nominación de Caprio y que se repitió cuando una rebelión interna provocó la renuncia de Super Manuel Corral en 1992 y también en otras oportunidades, normalmente trae malas consecuencias. 2) Para tomar conciencia del poder que ejerce el socio al momento de votar y que debe ser ejercido con responsabilidad, analizando, principalmente, la calidad personal y la intensidad del vínculo con la institución, de los directivos propuestos.
Pasaron 32 años de aquella final y nada igual o parecido volvió a pasar y quizás pasen muchos más o nunca se vuelva a repetir. Mientras tanto, mis queridos unionistas, cada año hay en juego más de un título. Jugadores del 89: estaremos eternamente agradecidos por el regalo que nos hicieron, inoxidable, imborrable, guardado en nuestros corazones para siempre.
(x) Dirigente de Unión en 1989, manejó el fútbol profesional en aquélla etapa en que se dio el retorno a la máxima categoría ganando la final ante Colón.