Darío Pignata
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Fue el mejor de todos los ascendidos, aseguró rápido la permanencia y se metió en la Liguilla.

Darío Pignata
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Muchas veces la historia se repite y Unión lo sabe. En la temporada 1989-1990, después de ascender ganando las dos finales a Colón, el “Tate” había armado un buen equipo para jugar en Primera y esa idea de Zuccarelli tocó techo cuando en La Bombonera, un auto-pase de Jorge Llane puso un 1-0 que enmudeció a “La 12”. Después de ese partido con el gol de la “Chancha”, el torneo se paró y Unión ya no fue el mismo. Incluso, se terminó cayendo a pedazos y desarmando en las fechas finales, hasta que Madelón y Echaniz fueron transferidos al fútbol de Austria.
Pasaron 25 años y Unión volvió a armar un buen equipo para jugar en Primera División. Esta vez, Madelón sin los cortos y sentado en el banco de relevos. Sin dudas, este Unión 2015 también tocó techo con ese 4-3 en La Bombonera que disfrutaron todos los tatengues y que sufrió el ahora campeón Boca con Tévez en campo. Después de ese partido, el torneo se paró y Unión ya no fue el mismo. Está claro que se viene cayendo a pedazos la idea de juego y el desarmadero golpea la puerta.
¿Qué le pasa a Unión?
No tengo dudas que Leonardo Carol Madelón alcanzó su punto de maduración como entrenador en esta nueva vuelta a Unión (bah, en realidad acá no vuelve porque simplemente nunca se fue). Fue capaz de absorber toda esa presión para ascender, acertó en los jugadores que trajo, los potenció, generó una idea de juego valiente y subió prácticamente sin despeinarse.
Como si todo ello fuera poco, se animó a darle continuidad a los nombres y a la idea en la máxima categoría del fútbol argentino. Se consagró como el mejor de los diez ascendidos, no perdió con los grandes, aseguró hace mucho la permanencia y también hace rato que sabe que jugará la Liguilla Pre-Copa Sudamericana dentro de algunos días.
Algo pasa en Unión. Algo le pasa a Madelón. Porque no es habitual que Leo haga pública —para algunos pudo estar bien, para otros mal— esta idea de capitán de barco con marineros de vacaciones. Unión ya no es ese buque de guerra dispuesto a destruir, hoy parece un cómodo crucero en medio del Caribe donde todos toman sol.
Tampoco es habitual en Leo, que sabe que Unión es en serio su lugar en el mundo, dejar picando su posible continuidad: “Ojalá la pretemporada sea conmigo y sino será con el que venga”.
Se enojó en Sarandí porque no había dirigentes, cuando en realidad tienen todo el derecho los dirigentes de enojarse con él por la decisión deportiva que tomó. Respetuosamente: no fue serio el equipo que Unión puso en campo contra Estudiantes.
Ahí está el problema de Madelón en estos últimos días: vive más enojado y fastidiado que feliz. Es el calco del equipo, porque éso es lo que le pasó a Unión: perdió alegría para jugar a la pelota, ya no disfruta los partidos sino que los sufre.
El “quiebre”: Triverio
Es válido que el entrenador piense que si Enrique Triverio seguía en este equipo podría haber peleado mucho más arriba. Es posible que así fuera, a la luz de todo lo que Unión perdió sin “Kike”. Pero Leo sabe que dirige a Unión y no al Manchester: en este tipo de clubes argentinos, jugador que se puede vender se vende.
De todos modos, girar todo el análisis en el tema Triverio sería no conveniente. Porque con el poco volúmen de juego de Unión en los últimos partidos hasta al mismo Zlatan Ibrahimovic le hubiera costado hacer un gol en estos tiempos.
Está claro que de mitad de cancha para atrás, con el simple hecho de recuperar a Nereo, Leo Sánchez, el paraguayo y Brítez más el despliegue de los volantes para recuperar, a Unión le alcanza para seguir siendo ese equipo sólido.
El tema está de mitad para arriba, donde Unión perdió sorpresa, llegada e “intensidad”, como le gusta decir al mismo Madelón. En muchos aspectos, estoy convencido que este equipo de campaña dignificante para los corazones tatengues dejó todo, no se guardó nada y es una dulce naranja exprimida al máxima. ¿Podrá dar alguna gotita más en la Liguilla o sólo le quedan las semillas?.
De cara al 2016, hay jugadores que deben irse, otros cambiar de aire y no hay demasiado margen para fallar en los refuerzos. La verdad, si Madelón está bien, al hincha y socio de Unión no debería preocuparle ninguno de estos aspectos.
No lo cruzo casi nunca a Leo en Santa Fe, apenas una vez al año en diciembre. Es un técnico que me encanta, no sólo por el mensaje adentro de la cancha sino por lo que genera afuera. Es un señor con todas las letras y eso en clubes como Unión —que deben “fabricar” jugadores propios para hacerlos profesionales— es un plus enorme.
Volvió a Unión para hacer crecer su fútbol profesional (primero lo ascendió y después lo posicionó en Primera), le hizo ganar plata a la tesorería y va potenciando a los chicos del semillero. La verdad: Madelón es el técnico ideal para Unión. Mucho más ahora que antes.
Eso sí, me parece que la trilogía dirigentes, jugadores y cuerpo técnico se deben alguna charla un poco más profunda que el asado en Casasol. Todos crecieron e hicieron crecer a Unión. El club ganó y los profesionales —jugadores y técnico— se jerarquizaron. Pero también es cierto que Unión como institución se afirmó de la mano de un presidente que promete lo que puede pagar. Y cumple al pie de la letra como pocos.
El Mundo Unión sabe que la primera receta para decorar esta muy buena campaña 2015 era ganar algunos de los clásicos y el equipo falló. La segunda cereza a mano para tener un postre ideal es entrar a la Copa Sudamericana 2016.
¿Podrá Leo en estos días reinventarse y reinventar al mejor Unión de cara a la Liguilla? Los jugadores parecen haber dado todo ya. Ojalá que a Madelón no le pase lo mismo que a su equipo y pueda regalarse en este lindo año un cierre feliz. Se lo merece.