Ignacio Andreychuk
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La acción de cruzar la calle todos los días, hoy, demanda la integración de varios sentidos. Que el cole frena muy cerca, que los autos van cada vez más rápido, que está lleno de motos y pasan por donde quieren... Los peatones responsables, ésos que respetan los tiempos y lugares de cruce, ahora tienen otra amenaza en su andar diario: las bocas de tormenta.
El deterioro del ingreso a estas alcantarillas tiene dos motivos muy marcados en la ciudad: uno es el abandono de años; el otro es el robo o daño de las tapas de las bocas de tormenta ubicadas justo entre la calzada y el cordón de la vereda.
Un lector de El Litoral contabilizó no menos de 50 tapas que están en mal estado o directamente faltan, con lo cual el riesgo para los peatones y vecinos es alto. Estos conductos pluviales subterráneos tienen una profundidad de aproximadamente dos metros desde la superficie y, en algunos casos, el tamaño de las capas que recubren el ingreso supera el metro cuadrado.
En la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Municipalidad entienden que “es un problema importante, porque se denuncian sustracciones en forma reiterada y tiene un elevado costo su reposición”. Sin embargo, la falta de mantención es la primera causa del deterioro de las bocas de tormenta; los peatones o los vecinos que tienen problemas con la estructura de ingreso a las alcantarillas justo frente a sus viviendas, están molestos por esta situación.
Reclamos
Beatriz Rodríguez tiene su casa a metros de una de las peores situaciones, en Colodrero y General Paz. La cobertura de hormigón está completamente destruida y hundida casi en su totalidad, prácticamente sin hierros que sostengan los bloques que caen directo al agua. “Hice el reclamo en la Municipalidad hace cuatro meses, pero todo sigue igual. Cuando llueve mucho, la esquina se llena de agua y la boca de tormenta no se ve, por lo tanto el peligro es alto debido a los chicos que andan en la calle”, dijo la vecina.
Otro caso es el de José Amengual, quien se fue a vivir hace tres meses a Martín Zapata y Marcial Candioti. Frente a su casa hay una verdadera amenaza de derrumbe en toda la carpeta de hormigón que cubre la alcantarilla. “Llamé dos veces por este tema (a la Municipalidad) y me comunicaron con la parte de Obras Públicas. Me dijeron que tratarían de ver cómo lo solucionaban, aunque no pasó nada. Mi hija quería tapar todo, pero le dije que no porque eso es terreno público”, explicó. La tapa de esa boca de tormenta tiene rajaduras y orificios por todos lados, además es distinta a las del centro de la ciudad en cuanto al tamaño (ocupa una gran parte de la vereda).
Además de estas esquinas, algunas de las bocas de tormenta que están en malas condiciones son: San Jerónimo y Suipacha -siete de las ocho estructuras están deterioradas-, Belgrano y Santiago del Estero -se observa en la foto-, General Paz y Martín Zapata, entre otras que denunció un lector de este diario: Ayacucho y Simón de Iriondo, Salvador del Carril y Avellaneda, Salvador del Carril al 1000, San Martín y Uruguay, San Martín y Entre Ríos, en Iturraspe desde López y Planes a Facundo Zuviría (cuatro bocas sin tapa), Ricardo Aldao y Antonia Godoy.
Respuestas
Pero ¿qué hace el municipio al respecto? Desde Recursos Hídricos informaron a El Litoral que “hubo noches en las cuales sacaron sistemáticamente las tapas de toda una esquina”, refiriéndose a los reiterados robos.
Los vándalos las sustraen para comercializar el marco y la parrilla de hierro que está entre el hormigón, aunque algunas son completamente de fundición y su hurto es más accesible (sobre todo las del centro de la ciudad). “En algunos casos, de forma provisoria se toman las medidas de las tapas y se construyen unas similares en la Municipalidad. Son rejas semiciegas: una placa de hormigón con algunos orificios para reemplazar las que están deterioradas”, comentaron.
También adelantaron que la asociación civil Canoa, a través del Programa de Mejoramiento Barrial (Promeba) de Santa Rosa, generó una cooperativa de premoldeado. Fabrican canalones de drenaje para cunetas, caños sin cabeza para conexiones particulares y losetas para bocas de tormenta. “Una vez que ellos tengan el papeleo completo, nuestra idea es trabajar con ellos para tratar de satisfacer la demanda”, indicaron.
1.500 a 2.000 pesos le cuestan al municipio las tapas nuevas de las bocas de tormenta.
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