Hace un año, El Litoral daba cuenta de la inseguridad que sufría a diario el personal del dispensario de Barranquitas Oeste. En ese momento hubo hurtos, amenazas verbales y daños en los autos de los médicos.
La semana pasada, dos hechos -protagonizados el mismo día por dos jóvenes- fueron “la gota que rebasó el vaso”, como atestiguaron los empleados del centro de salud de Artigas al 4100.
Amenazas y agresiones
“El miércoles pasado, a las 6 de la mañana cuando abrimos, entraron dos pibes de entre 18 y 21 años. Fueron a enfermería y pidieron clonazepan, una droga que nosotros no tenemos. Estaban bajo los efectos de alguna sustancia. Mostraron sus genitales y empezaron a amenazar: “Los vamos a hacer boleta’, nos decían. Se metieron en la oficina administrativa y lo agarraron al chico que trabaja ahí y le pusieron una faca en el cuello. Le pedían plata y todas sus pertenencias: el celular, el reloj, etc. El chico de la administración los reconoció porque eran pibes del barrio, entonces salieron corriendo”, relató Viviana Lescano, empleada del centro de salud.
El empleado administrativo realizó la denuncia, y antes del mediodía los jóvenes volvieron al dispensario. “Querían llevarse la computadora. Yo los encaré y les dije: “¡¿Qué están haciendo?!’. Y se fueron”, agregó la mujer.
Centro cerrado
Ante esta situación, los empleados decidieron no abrir las puertas del centro el lunes de esta semana. “Fuimos al hospital Iturraspe porque administrativamente dependemos de él, a reclamar por nuestra seguridad e integridad. No podemos seguir trabajando en estas condiciones”, señaló otra empleada.
De común acuerdo, los empleados del dispensario presentaron una nota ante distintos organismos: desde el hospital Iturraspe, pasando por ATE y UPCN, hasta el Ministerio de Salud.
“Barranquitas se ha vuelto un barrio peligroso. Desde hace dos años venimos sufriendo agravios verbales de la misma comunidad y de personas que no pertenecen a la comunidad”, detallaron médicos y enfermeros.
Con policías
El mismo lunes que el dispensario permaneció cerrado, se reunieron con personal jerárquico del Ministerio de Salud. “Estuvimos cuatro horas discutiendo, porque nosotros queremos que nos pongan custodia policial, pero ellos tienen otra política. Este gobierno sostiene que si ponemos un policía en la puerta del centro de salud, mucha gente va a dejar de venir, que la policía los va a ahuyentar. Pero lo que no entienden es que hasta los propios vecinos están pidiendo un policía. Hoy (por ayer) trabajamos con los dos policías en la puerta y tuvimos la misma cantidad de pacientes de siempre y, además, se comportaron de manera excelente”, explicaron.
Por el momento, el reclamo fue atendido y el dispensario volvió a abrir sus puertas ayer con la presencia de dos uniformados. También cambiaron el horario habitual (de 6 a 18) al de 7 a 17.
“Ya nos resulta imposible cumplir con nuestras tareas. No se puede paliar más semejante inseguridad, violencia y vulnerabilidad a la que nos encontramos expuestos todo el personal, todos los días en nuestro lugar de trabajo”, denunciaron en la nota presentada a las autoridades de Salud.
Un año de inseguridad
En la edición del 11 de abril de 2009, El Litoral publicó una nota titulada “Médicos y pacientes de los centros de salud sufren robos y amenazas”.
A continuación, un fragmento de la nota: Hace unas semanas a dos médicas les robaron la billetera -con sus documentos, tarjetas y dinero- dentro del consultorio del dispensario de Barranquitas Oeste. Pero los hechos de inseguridad no se reducen sólo a hurtos, sino que además, los profesionales de la salud sufrieron amenazas verbales por parte de los padres que llevan a sus hijos para ser atendidos. Y como si esto fuera poco, también sus autos fueron dañados.
“Todos son excelentes médicos”, aseguró la enfermera, sin entender el motivo de las agresiones. “La semana pasada, la mamá de una chiquita la agredió verbalmente a la médica pediatra. No es la primera vez: ya la habían agredido y le habían rayado el auto que estaba en la puerta. Al otro pediatra le rompieron los vidrios del auto; a la doctora le robaron la billetera del consultorio y a la ginecóloga también; el visitador social también sufrió un episodio cuando venía para acá (al dispensario)”, detalló Ana.






