La guardia del Cullen atiende dos baleados y un acuchillado por día

Agustina Mai

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Casi mil heridos fueron atendidos en la guardia del hospital José María Cullen en 2016: 663 baleados y 317 acuchillados. Esto da un promedio de dos heridos de arma de fuego y uno de arma blanca por día.

En 2002 ingresaron 1.039 heridos; en 2007, 964; en 2010, 903; en 2014 hubo un pico con 1.567 atenciones; en 2015, 1.159 y el año pasado, 980 (Ver cuadro). Los médicos advierten que los ataques son cada vez más graves. “Se ha aumentado la criticidad de las heridas. Los ingresos se concentran los fines de semana y también se dan picos estacionales, de noviembre a febrero, por el alcohol y el calor. En invierno bajan un poco”, contextualizó Juan Pablo Poletti, director del Cullen, en una entrevista con este medio.

El jefe de la División Guardia y Emergencias de este hospital, Gabriel Martínez Dorr, coincide: “Hay una estadística constante que se mantiene alta desde hace muchos años y, en los últimos años, se da el agravante del aumento de la gravedad de las heridas, de los pacientes y de la morbilidad. En esto confluyen múltiples factores: el alcohol, las drogas, el estado de ánimo... Heridos de arma de fuego que llegan con múltiples heridas (uno de cada cuatro baleados ingresa a la guardia con más de un disparo) y de balas de grueso calibre”.

Cerca de la mitad de las lesiones de arma de fuego son en brazos y piernas. “La persona atacada lo primero que intenta es cubrirse, entonces se producen las lesiones en brazos. Los tiros en las piernas son a modo de ‘advertencia’ o para impedir que el otro dispare”, detalló Poletti.

Le siguen los disparos en abdomen -que pueden tener serias complicaciones cuando dañan órganos como estómago, bazo, páncreas y colon-, tórax y cráneo. “Estas últimas son las menos frecuentes, pero las más graves. Es cuando les tiran a matar”, confirmó Poletti.

En lo que refiere a armas blancas, la mayoría de los ataques son en el abdomen y tórax, y se dan en situación de robo o por peleas interpersonales. Si bien la mortalidad es menor que con armas de fuego, las heridas son cada vez más graves.

La variedad de secuelas abarca desde un ano contra natura (por un balazo o cuchillazo en el colon) hasta hemiplejías o paraplejías, o más grave aún, un estado neurovegetativo o la muerte.

Área crítica

Un joven al borde de la muerte tras chocar en moto, un hombre con un balazo en la cabeza, otro infartado. La guardia del hospital Cullen atiende, al menos, cinco pacientes críticos por día.

De jueves a domingo, las cosas se complican aún más porque es cuando se concentran los hechos violentos (baleados y acuchillados) y los casos de intoxicación por alcohol y drogas (457 casos de enero de 2016 a marzo de 2017).

Los accidentes de tránsito son una constante todos los días, todo el año, con un promedio de 400 ingresos mensuales (Ver cuadro).

“La División Guardia y Emergencias del Cullen es la única unidad de trauma que pertenece a la Provincia. Todos los que formamos este equipo -médicos, enfermeros y mucamos- asistimos a esta ‘guerra urbana’ para disminuir la morbimortalidad, es decir las muertes y las consecuencias por diferentes traumas: accidentes de tránsito, armas de fuego, intoxicaciones con alcohol y drogas, etc.”, explicó Martínez Dorr, que trabaja en la guardia hace 25 años y la dirige hace dos.

Para los casos más graves está el Shock room: allí los pacientes llegan en ambulancia o patrullero, reciben las primeras atenciones, son estabilizados y derivados a quirófano, coronaria o terapia intensiva, según corresponda. En 2016, se atendieron 2.072 pacientes críticos (Ver cuadro), entre heridos de arma de fuego y blanca, politraumatizados, pacientes cardiológicos y con ACV, quemados, caídos en altura y electrocutados.

“El hospital cuenta con personal más capacitado, tenemos más respiradores, más camas eléctricas, el tomógrafo funcionando las 24 hs. Todo eso, sumado a un mejor equipamiento y capacitación de los servicios de emergencia (107 y 103), un acceso más rápido a través de la Circunvalación Oeste y una mejor atención en las guardias de los hospitales del norte de la ciudad, hacen que los pacientes se salven cada vez más”, planteó Poletti.

Guardia impredecible

En medio del estrés y la adrenalina que genera estar en permanente contacto con la muerte, los profesionales también tienen que dar respuesta a un centenar de personas que a diario concurren por urgencias menores, como un dolor de garganta o de muelas.

Por mes hay más de 4.000 consultas, de las cuales el 70 % son urgencias generales. Es que la guardia del Cullen atiende desde una uña encarnada o un cólico renal (en los consultorios externos), pasando por una embarazada en trabajo de parto hasta un baleado en la cabeza.

“El Cullen es impredecible. Podés tener una guardia relativamente tranquila o pueden ingresar tres accidentados graves, una persona con dos balazos y otra con un infarto. Tres médicos pueden estar una hora con un solo paciente para estabilizarlo y entubarlo. Y si después de todo ese trabajo, se te muere un pibe de 17 años que chocó en moto, hay que darle la noticia a la familia y seguir atendiendo a 40 personas que están esperando por un dolor de garganta o un anzuelo clavado en el dedo. La adrenalina que viven los médicos es terrible. Esta guardia muchas veces es criticada por los pacientes que esperan, pero tienen que entender que estamos intentando salvar vidas”, cuenta el director de este hospital, por donde diariamente transitan unas 3.000 personas, entre pacientes, familiares, profesionales y trabajadores.

El jefe de este servicio aporta su visión desde el quehacer diario: “La guardia es muy dinámica. Estamos desbordados de trabajo, los médicos trabajamos con mucha adrenalina y eso agota. En el congreso de salud que tenemos el mes próximo vamos a tratar el síndrome de burn out”.

A full

Con 30 camas para pacientes críticos (en terapia intensiva y coronaria), la ocupación del hospital Cullen está siempre al tope. “Trabajamos a full, con 105 % de ocupación. Y ahora que viene el invierno es peor, porque se suman las complicaciones respiratorias, como neumonía”, dijo Juan Pablo Poletti, director del nosocomio.

Además, el Shock room tiene cuatro camas con respiradores, pero que necesitan estar disponibles. “Si se produce un accidente de tránsito, pueden llegar tres heridos y necesitamos contar con esas camas”, ejemplificó.

Fin de semana agitado

El fin de semana largo por el feriado del 1° de mayo, la guardia atendió 534 pacientes, de los cuales 52 habían sufrido un accidente de tránsito, 3 fueron heridos con arma de fuego y 3 con arma blanca, 17 golpeados y 6 intoxicados por drogas y alcohol; 27 pacientes graves fueron atendidos en el Shock room.

Visionario

La Guardia del hospital Cullen nació en 1980 gracias a la iniciativa del médico Rolando Ciró, quien planteó la necesidad de contar con profesionales capacitados para atender emergencias, tras el tornado de San Justo (1973) y el descarrilamiento del tren “Estrella del Norte” en Sa Pereira (1978).