“Cachete” es clown, malabarista, anfitrión y número principal. Hoy se pone su chaqueta, sus zapatos enormes de payaso y se maquilla sólo cuando llega algún periodista para hacerle una nota. “Nos agarró acá, qué va a ser”, dice el joven; pero al mismo tiempo que habla hace morisquetas y bromas, o sea que nació para eso y no otra cosa, porque la misión de un payaso es siempre hacer reír, afirma. Todo ocurre en el predio de la Sociedad Rural. El Circo Unión quedó varado ahí, por la cuarentena.
La compañía es oriunda de provincia de Buenos Aires, y llegó a esta capital la primera semana de enero. Al principio no tuvo mucha convocatoria; después la cosa empezó a repuntar, sobre todo los sábados, que era el día “fuerte”. Pero llegó el 20 de marzo, la declaración del aislamiento obligatorio en todo el país, y ahí quedó el circo: anclado, como un barquito de papel en un charco quieto de tiempo y sin posibilidad de trabajar, porque están prohibidos los espectáculos de concurrencia pública.
De la carpa principal sólo queda la estructura de caños. La lona está guardada. En el fondo del predio, se ven las casas rodantes donde viven los trabajadores circenses; varias camionetas y un viejo colectivo oxidado; sillas de plástico rotas, baños químicos, pallets, escaleras tiradas. No quedó nada del circo como tal, ni siquiera el recuerdo de los niños riendo con sus paquetitos de praliné o sus copos de algodón de azúcar.
“Y si salimos de la ciudad, ¿adónde iríamos? Y de llegar a otra ciudad, ¿qué haríamos, si nuestra actividad no está permitida? En ningún lado nos recibirían. Además, movernos implicaría más gasto de combustible, por ejemplo. Y no tenemos un mango. Somos una comunidad nómade, vivimos viajando y vivimos de esto. Dentro de todo, aquí estamos subsistiendo bien”, narra Ángel Almada, que es algo así como el “dueño” del circo. “Cachete” es su hijo de 16.
“Esto no deja de ser como una gran familia; somos 11 adultos y dos criaturas, cada uno vive en su casa rodante o mortorhome. Ahora, en esta situación, estamos todos juntos”, asegura Almada. Él es tercera generación de trabajadores circenses, y su hijo cuarta. Es músico de profesión y docente de esa disciplina.
“Cachete” es el encargado de recibir y despedir al público que hoy no está. Hace un espectáculo musical junto a su padre, y una parte cómica de cada función. También es motociclista, y se arriesga con otros colegas en el “globo de la muerte”: tres motos y una bicicleta en simultáneo, girando adentro del “globo”, que es (era) la gran atracción. El circo también tiene trapecistas, que dan su espectáculo a 7 metros de altura.
“Es difícil todo esto. Porque de levantarnos todos los días, y preguntarnos: ‘Chicos, ¿cómo preparamos las cosas para que la función salga mejor?’, hoy nos levantamos y no vemos nada, porque está todo desarmado: están los caños de la estructura tirados, las motos guardadas”, se lamenta el joven.
Once integrantes de un circo varados en La Rural por la cuarentena
Y se confiesa: “Detrás de esta cara que ves, pintada como payaso, hay una gran tristeza, porque no podemos trabajar. Ni que hablar el hecho de no ver gente esperando que salgamos a dar la función. En estas situaciones te das cuenta de cuánto duele no trabajar. Yo daría cualquier cosa por tener delante de mí al menos a tres personas para hacerlas divertir y robarles una sonrisa”.
El intendente Emilio Jatón se comunicó con Ángel Almada y ofreció ayuda económica desde el municipio a la compañía circense. Dispuso el envío de bolsones de mercadería y combustible. Autoridades de la Policía también les acercó donaciones.
Pero también está la otra solidaridad. Llega un enfermero de Cruz Roja: “Los vi en ‘el Face’, vine a traer unas cositas”, acota como pidiendo permiso. Era una bolsa con alimentos. “¿Ves? La gente sencilla y trabajadora es la que nos ayuda de corazón”, afirma el referente del circo. Antes había llegado un joven que tiene una empresita, también con comida. Almada cree que ya tiene un nuevo lugar de pertenencia, al menos hasta que la pandemia pase: “Ahora somos santafesinos. Ahora entiendo el sentido de solidaridad de esta ciudad. No encuentro palabras para agradecer”.
Quienes quieran colaborar con los integrantes del circo, pueden enviar un mensaje por WhatsApp al 11-35890939, o por las redes sociales Facebook e Instagram, buscando: “circo unión argentina”. Almada pone a disposición las camionetas para quienes deban hacer repartos de alimentos. “Este ofrecimiento que le hacemos a otros trabajadores de la ciudad es a cambio de nada”, dice.