El domingo 15 de marzo de 2020, el gobierno de Alberto Fernández anunció a la población que quedaban suspendidas las clases en todos los niveles por el término de 14 días consecutivos por recomendaciones del Ministerio de Salud y de la Organización Mundial de la Salud. En los papeles, esta medida quedó plasmada en la Resolución “2020-108-APN-ME”. Cuatro días después, se declaró la cuarentena en todo el país (Aislamiento, Social, Preventivo y Obligatorio) y desde entonces la mayoría de las escuelas de Argentina permanecen cerradas.
Sin los chicos en los colegios, parece que las escuelas del área metropolitana de Santa Fe quedaron a merced de la inseguridad que asola a la provincia. Establecimientos educativos de la ciudad capital, de Santo Tomé, de Recreo y otras localidades cercanas recibieron la visita de los indeseados delincuentes que, sin dudarlo, golpean donde más duele.
Por la información que pudo recabar El Litoral, más de 30 escuelas del departamento La Capital sufrieron algún tipo de hecho delictivo desde marzo a noviembre. Roturas de aberturas e intromisión, destrozos y robos de diversos elementos, muchos de ellos (por no decir la totalidad) vitales para el normal dictado de clases son el denominador común en los episodios contabilizados. Algunos colegios fueron blanco de la inseguridad en más de una ocasión.
Un claro ejemplo de lo anterior es lo que sucede con la Escuela n° 1111 Luis Borruat, ubicada en el barrio Santa Rosa de Lima de la ciudad capital. Desde el inicio de la cuarentena, la institución fue víctima de seis episodios delictivos. El 10 de noviembre, las crónicas policiales de este diario reflejaron que las autoridades registraron daños y destrozos en casi todas las aulas, como así también en las galerías, en la vicedirección, en el SUM y en puertas y ventanas. Unos cinco días después, llevaron a cabo otra intromisión en la que rompieron rejas y puertas, defecaron en vicedirección y se llevaron ventiladores y otros elementos. El Litoral dialogó con Fabiana Morante, directora de la escuela Borruat y la docente manifestó que en los primeros seis meses de la cuarentena no tuvieron inconvenientes. Sin embargo, el panorama empeoró en los últimos 60 días cuando la institución sufrió seis hechos delictivos.
-¿Qué es lo que más les preocupa?, preguntó este diario.
- Es una situación compleja. Lo más terrible es la destrucción porque no hay mucho para robar. Sí se llevaron todos los ventiladores, mucha mercadería, artículos de limpieza, una garrafa y otros elementos pero lo que más nos duele es la destrucción: puertas, armarios, tiraron libros e incluso ‘hicieron sus necesidades’. Nos hiere el ensañamiento con el colegio. Llegar y encontrarte con la escuela rota es el dolor que más nos afectó.
- ¿Tienen miedo de que vuelva a ocurrir?
- La verdad, tenemos miedo de que nos quemen la escuela. Es una lucha diaria, incluso se nos ocurrió quitar la cortina para evitar que la prendan fuego. Es como que con cada hecho van rompiendo límites. No nos dan tregua.
¿Qué respuestas tienen de las autoridades?
- El ministerio de Educación está al tanto y muy pendiente de la situación. No nos van a poner una custodia fija pero estamos trabajando en reforzar rejas, instalar un sistema de alarma y reponer lo que se han llevado pero son cuestiones que llevan tiempo. Necesitamos algo más pronto. Y con la policía, también tuvimos una buena predisposición. Patrullan la escuela una vez por hora.
¿En el hipotético caso que vuelvan las clases, están en condiciones para ese regreso?
- No, no estamos en condiciones de volver. Si bien hemos mantenido la limpieza del lugar, parte del cableado eléctrico fue robado, lo mismo que los ventiladores y todos sabemos cómo es Santa Fe para esta época con el calor. Nosotros apuntamos a que nuestros alumnos tengan las mismas condiciones que los estudiantes de otras escuelas.
Por último, la directora Morante reflexionó sobre la inseguridad que viven los centros educativos de la ciudad. “No podemos tocar el espacio de nuestros chicos, donde se enseñan cosas buenas. Los edificios escolares son lugares a preservar; los chicos van a volver tarde o temprano van a volver y nos necesitan y somos muy importantes”, cerró.
Otra de las escuelas “preferida” por los delincuentes es la n° 49 “Doctor Agustín Araya, ubicada en el barrio Las Vegas de Santo Tomé. Por lo que pudo averiguar El Litoral, desde marzo que se impuso la cuarentena, la institución fue “atacada” en cuatro oportunidades. La última, ocurrió el lunes 16 de noviembre y el blanco elegido fueron los reflectores exteriores del edificio pero como no pudieron llevarlos, entonces los rompieron.
Sobre esta preocupante realidad, este diario dialogó con la directora del establecimiento educativo, Silvana Fernández. La docente detalló los cuatro hechos de este 2020 y advirtió que el año pasado, sufrieron la misma cantidad de episodios delictivos.
-¿Cómo actúan cada vez que sufren algún robo o acto vandálico?, consultó El Litoral.
- A consecuencia de los robos, solicitamos un sistema de cámaras pero terminamos comprando una nosotros, la pagué con mi dinero, y después recibimos la donación de otra por parte del diputado Fabián Palo Oliver (N.del R: ex intendente de Santo Tomé). Con este tipo de dispositivos de seguridad como que ahuyenta a quienes intentan entrar pero siempre faltan, por las dimensiones de la escuela. Las alarmas hacen que la situación esté un poco más controlada pero al sistema de seguridad lo paga la cooperadora.
- ¿Qué sienten luego de constatar una intromisión en el colegio?
- El robo tira para abajo a la institución, te bajan el ánimo. Es un sentimiento de soledad.
- Porque la escuela solicita ayuda y colaboración. Desde el Ministerio de Educación y la Municipalidad sí nos asistieron con la reparación de ventanas, cerraduras y otros elementos. Pero hacemos la denuncia y no pasa nada. Uno puede sospechar por donde está la pista, pero en la investigación tampoco pasa nada, uno se encuentra con una pared. Participamos de reuniones con vecinos y otras instituciones por inseguridad, firmamos las actas, se hacen acuerdos pero no se sostienen en el tiempo.
- Y son los propios directivos y la comunidad de la escuela quien hace frente a esta situación...
- Sí. Como dije anteriormente, la cooperadora paga el sistema de alarma. Esto me preocupa porque el poco dinero que tenemos es para seguridad; no podemos ni pintar un aula y siempre vemos cómo nos encerramos más, esto también nos tira abajo. Hace dos meses que estoy pagando el sistema de alarma, ahí se ve también la soledad. Por momentos entramos con miedo a la escuela, no podemos colocar nada de valor, para poner un ejemplo: las ollas que compramos las tengo en mi casa, lo mismo con una computadora e impresora, no las dejamos en la escuela.
- ¿Creés que hay un ensañamiento con la escuela?
- No. De los robos que tuvimos siempre fueron elementos que se pueden revender fácilmente; comida (N. del R: en la escuela se brinda alimento cada 15 días), artículos de limpieza, utensilios de cocina, etc. No lo tomo como algo concreto contra la escuela, puede ser un colegio o una casa, pasa que aquí es más fácil porque no hay nadie y los sistemas de seguridad no alcanzan. Tampoco ayuda la accesibilidad a la institución, el camino mal hecho, los yuyos altos, por ejemplo. Nosotros tenemos que pagar el corte de pasto de un terreno baldío lindero. Otro dato no menor es que cuando llegó Gendarmería Nacional estábamos un poco más tranquilos y ahora que se fue no.
Para finalizar la directora de la escuela Araya reflexionó acerca de la realidad social del barrio donde se emplaza la institución que dirige. “Siempre que nos pasa algo de este estilo se estigmatiza la mirada que se tiene sobre esta escuela. Y yo creo que la educación debe brindar mejores posibilidades a quienes asisten al colegio para poder quebrar el destino prefijado que tienen por pertenecer a un lugar vulnerable”, culminó.
“El daño afecta a los niños”
A mediados de julio, el Jardín de la Escuela Normal fue “visitado” por delincuentes que interrumpieron el sistema de vigilancia, cortaron la energía y forzaron aberturas para ingresar al establecimiento. El saldo negativo para la institución fue la faltante de 17 tablets.
En esa oportunidad, Clara Ramírez (directora del Jardín) dialogó con El Litoral y además de detallar cómo fue el robo, expresó: “La verdad que estamos muy dolidos y conmocionados por esto que ha pasado. Sobre todo porque el daño que han causado afecta directamente a los niños, pero también alcanza a muchas otras personas y familias enteras que hacen mucho esfuerzo por la institución”.
“El robo duele pero también duelen los destrozos. Han roto puertas, ventanas, gabinetes de los armarios, parte de los baños, etc. Es vandalismo puro. Acá hay mucha gente comprometida que pone el hombro y este tipo de hechos es un paso para atrás”, finalizó.
Ante la situación que atraviesan las instituciones que fueron víctimas de la inseguridad, El Litoral consultó a la Ministra de Educación de la provincia de Santa Fe, Adriana Cantero. “Nosotros somos los damnificados. De alguna manera, la pregunta siempre va sobre el que sufre”, comenzó.
Al ser consultada sobre qué tarea le compete a su cartera en relación a los episodios delictivos, Cantero expresó: “Nos comprometimos desde el gobierno de Santa Fe a una reparación inmediata sobre lo que es dañado. Es una responsabilidad que asumimos, por lo que trabajamos mucho con los directores regionales”.
“Entre las posibilidades que estamos pensando se encuentra el de instalar sistemas de alarmas diferentes a los actuales. Pero definitivamente lo que no podemos hacer es poner un policía en cada escuela”, remarcó la Ministra de Educación.
Por último, Cantero reflexionó: “Más allá de la vigilancia, creo que es fundamental trabajar mucho en la comunidad para el cuidado de los espacios que compartimos. Y sobre todo de los espacios donde se educan los chicos. Me parece que trabajar esos conceptos es muy importante para pensar una sociedad que se organiza para cuidar lo que es de todos”.
A mediados de junio, cuando se cumplieron tres meses de cuarentena en el país, El Litoral lanzó un especial denominado “La educación primero”, destinado a hacer visible la necesidad de “volver a encender el motor de la enseñanza y evitar la propagación de la ignorancia”, según reza el lema de la campaña.
En este apartado, El Litoral publica entrevistas, artículos, análisis y opinión de especialistas, para dejar en claro que la virtualidad fue fundamental en la emergencia, pero el rol presencial del docente no se puede reemplazar. Su tarea es fundamental para el futuro que ya comenzamos a vivir. La escuela es el lugar donde construimos nuestras relaciones. Donde aprendemos ideas y valores más allá de los que traemos de nuestro seno familiar.
Por eso, los desafíos de este nuevo mundo nos demandan estar listos para situaciones más que especiales y para ello necesitamos educación de calidad. La tan ansiada normalidad es apenas una falsa sensación si nuestras aulas se encuentran vacías.