De la crónica urbana

Aquel misterioso papelito con un poema para el mágico bar Tokio Norte se volvió canción

El café estuvo cerrado por un tiempo. Su dueña tuvo problemas de salud. Cuando reabrió y para darle ánimo, un cliente habitual le pidió su cortado de siempre pero en forma de un poema. Ahora, dos músicos le pusieron música a esas bellas palabras.

Amelia Higa, mostrando el poema que le escribió del Dr. Beltramino, en octubre de 2022. Ahora, esas cálidas palabras se convirtieron en canción. Quizás en un mes, si Amelia está mejor de su problema auditivo, el tema se presentará en vivo en el Café. Crédito: Archivo El Litoral / Flavio RainaAmelia Higa, mostrando el poema que le escribió del Dr. Beltramino, en octubre de 2022. Ahora, esas cálidas palabras se convirtieron en canción. Quizás en un mes, si Amelia está mejor de su problema auditivo, el tema se presentará en vivo en el Café. Crédito: Archivo El Litoral / Flavio Raina

Una bella postal del histórico café ubicado en Av. Rivadavia al 2.900. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio GarínUna bella postal del histórico café ubicado en Av. Rivadavia al 2.900. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
Algunos clientes habituales, a punto de pedir un café. Amelia va a atenderlos con su amabilidad de siempre. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio GarínAlgunos clientes habituales, a punto de pedir un café. Amelia va a atenderlos con su amabilidad de siempre. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
"Neko", el gato del bar, con "su silencio oriental" también es protagonista del poema que se volvió música. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio Garín"Neko", el gato del bar, con "su silencio oriental" también es protagonista del poema que se volvió música. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
La foto es de mediados del siglo pasado. Muestra la gran convocatoria que tenía el Tokio Norte: todo el mundo iba a jugar al billar. Crédito: Archivo El LitoralLa foto es de mediados del siglo pasado. Muestra la gran convocatoria que tenía el Tokio Norte: todo el mundo iba a jugar al billar. Crédito: Archivo El Litoral

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